Foto: Cortesía de la entrevistada

Desde su emisión inicial, el domingo 9 de enero, la serie televisiva Calendario se ha robado el cariño de la mayoría de las familias cubanas. Basta recorrer las calles después de las 8:30 de la noche para escuchar, en no pocas casas, las voces de los protagonistas de la propuesta audiovisual: los estudiantes del grupo 9no 3 y su profesora Amalia. Basta acceder a Facebook, Instagram, Twitter o WhatsApp para darse cuenta de cómo están calando en la sociedad temas que deberían situarse sobre la mesa, en la palestra pública y, a veces, pasan desapercibidos.

El rescate de la poesía (y de autores como Villena y Heredia), la celebración tradicional ante la fiesta de Halloween, el ritmo suave del tema de presentación, el bulling y frases como: “Cuba no llega hasta el túnel de La Habana” son cuestiones que agradecen y debaten los televidentes por redes sociales.

Para la directora de la serie, Magda González Grau, la acogida ha sido un regalo, sobre todo, porque la ficción “está llamada a incentivar la reflexión sobre conflictos de estos tiempos”. A pesar de estar inmersa en los preparativos de la segunda temporada y, aunque ha sido entrevistada por varios medios de comunicación en menos de un mes, accedió a responder, vía WhatsApp, las interrogantes de Cubadebate.

Foto : Cortesía de la autora

Calendario ha generado en la familia cubana una oleada de críticas positivas (en mi modesta opinión, porque rompe estereotipos). ¿Qué significa esa acogida para usted, tratándose de la primera serie televisiva que dirige?

—Yo creo que el éxito de Calendario es porque refleja la realidad sin estereotipos. El estereotipo nunca es una opción. Hay que buscar arquetipos, que es algo diferente. Y cuando escucho a la gente decir que esas son sus historias, o las de alguien de la familia, o las del vecino, es maravilloso. Eso me hace sentir estimulada, aún más, tratándose de la primera serie que dirijo. Y aunque ya se siente el cansancio de los meses de trabajo, estamos preparando la segunda temporada con el mismo entusiasmo, porque recibir ese cariño del público y, sobre todo, generar debate al interior de la familia y en la sociedad es uno de los deberes de los creadores, aún más, de los creadores de ficción.

Hablando de la segunda temporada… ¿qué novedades traerá?

—Ya estamos escribiendo y ensayando. Esta etapa será en el preuniversitario, un año después, cuando Amalia impartirá clases al grupo 11no 3. Por eso, y porque hay actores con otros compromisos, hubo que crear nuevos personajes.

“También se mantendrán algunos conflictos y habrá situaciones nuevas…ahí vamos. Estamos tratando de que el dicho segundas partes nunca fueron buenas no se cumpla en este caso”.

En el momento de creación en que están es fundamental la labor del guionista. ¿Cómo ha sido el trabajo con Amílcar Salatti?

—Trabajar con Amílcar es una maravilla porque, además de escritor talentoso, es una persona que sabe escuchar y siempre está de buen humor. Tenemos una comunicación constante. A veces se me ocurren cosas que le comento, y él luego las lleva al guion de un modo tan creativo, atractivo y bien dialogado, que da gusto verlo.

“Además, me facilita mucho la labor con los actores. Yo a ellos no les permito cambiar la letra de los guiones. Están bien escritos, y eso hay que respetarlo. Estoy absolutamente feliz de trabajar con él porque, ya te digo, es un creador en todo el sentido de la palabra”.

Foto: Cortesía de la entrevistada

¿La producción está dedicada a una maestra de su familia?

—Sí, la serie quise dedicársela a mi madre, Ángela Grau. Ella fue maestra durante mucho tiempo. Directora de becas, profesora del Cepero Bonilla cuando era el pre de los “niños escogidos”. Muchos de los intelectuales que actualmente están en la palestra pública cubana fueron sus alumnos.

“Mi mamá era una maestra de verdad, que entendía el magisterio como algo para respetar, y eso me lo metió en la cabeza. Quizás mi interés por hacer una serie sobre el maestro viene de ahí, porque yo también soy profesora.

"Pero mi madre no solo me instruyó, también me formó en principios éticos que agradezco muchísimo. Entonces, si voy a hacer una serie sobre la pedagogía, ¿cómo no se la voy a dedicar?”.

Vamos a hablar de la primera temporada. Teniendo en cuenta que Calendario es una producción independiente y grabada en condiciones pandémicas, ¿cómo fue la experiencia del rodaje?

—El paso inicial fue echar a andar el sistema de la producción independiente. Como éramos una de las primeras producciones grandes que salían con dinero de la televisión a gestionarse por sí mismas, tuvimos muchos encontronazos con el banco. Todavía los tenemos con varias entidades que nos dicen: “¿y ustedes quiénes son?, ¿de dónde vienen?, tráiganme una carta del organismo al que representan”.  Pero bueno, ha existido la voluntad del ICRT de que esto funcione, y contamos con su apoyo cuando encontrábamos esos obstáculos.

“En cuanto a la pandemia, que hayamos podido grabar sin contratiempos se lo debo a la organización detallada de mi equipo de producción, en especial a mi productora Yolanda Rosario, que supo manejar la limpieza y los protocolos al detalle.

“Nos manteníamos al tanto de cualquier cosa. Si alguien se sentía mal, inmediatamente lo aislábamos y se le hacía PCR. Si había algún contacto de un caso confirmado, se cambiaba el plan de rodaje para que pudiera hacerse el PCR y supiera el resultado. En eso también ayudó mucho que la producción fuera independiente.

“Estábamos todos muertos de miedo. Pero queríamos hacer la serie, y creo que trabajamos para tener suerte. Finalmente, no hubo que suspender las grabaciones por ningún evento de transmisión”.

Foto: Cortesía de la autora

¿Cree que el éxito de Calendario, una de las primeras grandes producciones independientes del país, pueda incentivar a que se lleven a la pantalla otras propuestas del mismo género, también autogestionadas?

—No es solo el éxito de lo que está saliendo en pantalla, es que cumplimos los tiempos de grabación y logramos que la gente trabajara en las mejores condiciones posibles, en medio de la hostilidad de la pandemia.

“Además, todo era transparente: la contaduría, los contratos, todo. Al principio tuvimos algunos tropiezos, por desconocimiento, pero enseguida lo solucionamos. El Estado nos dio dinero para producir, y debíamos responder a esa confianza.

“Teniendo en cuenta esa experiencia, creo que es una alternativa que los directores deberían desarrollar, porque es la mejor manera de crear. Claro, es una buena vía si estás preparado y si manejas los recursos con la responsabilidad que implica ser dueño de estos. No puede pasar que te den los recursos y aparezcas luego con una basura.

“Entonces, creo que ese es el camino y puede ser el futuro del audiovisual. Pero hay que cuidarlo, no echarlo por la borda, ni abaratarlo. Todo lo que se haga por esa vía tiene que ser de alta calidad”.

Calendario se emite después del Noticiero Estelar, lo cual favorece una audiencia a gran escala. Pero, ¿es un buen horario para su público meta, teniendo en cuenta que los audiovisuales de ese corte suelen transmitirse antes de las ocho?

—El horario fue uno de los pocos señalamientos que tuvo la serie desde el principio. Pero las mismas personas se encargaron de defenderlo. Mucha gente decía: “bueno, ¿cuándo quieres que lo pongan? ¿a las siete, cuando estoy haciendo la comida? ¿entre semana, que muchas veces no hemos llegado del trabajo?” Entonces, sí, el domingo a las 8:30 creo que es un buen horario. Te digo más: debería ser el espacio de las series cubanas cuando no esté Tras la Huella de estreno, porque, evidentemente, el domingo la mayoría de la familia está sentada viendo televisión.

“Y en las redes se aprecia la cantidad de jóvenes que siguen el audiovisual. Incluso, ya en cuatro capítulos se ha probado que la gente come temprano, se baña y se sienta los domingos a esperar Calendario, porque los temas de adolescentes y jóvenes le interesan a toda la sociedad. Eso es un regalo para mí, para el canal y para la programación”.

¿De qué modo ha sido recibido el audiovisual por los trabajadores del sector educativo?

—Me han llegado referencias de profesores que comienzan sus clases aludiendo a algún poema trabajado por Amalia, o hablando de temas reflejados en la serie. El Ministerio de Educación también nos ha acompañado. De hecho, la ministra Ena Elsa Velázquez fue a la premier de Calendario. Ese día me senté detrás de ella, algo nerviosa, porque la serie cuestiona aspectos que pueden estar mal. Y recuerdo su frase al terminar el audiovisual: “Verdades verdaderas”. No imaginas cuán importante fue para mí.

“Una vez nos reunimos con la presidenta de los pioneros de secundaria básica, y me dio mucho placer oírla decir que la habíamos puesto contra la pared, pero en el mejor sentido de la frase, porque la serie instaba a las escuelas a mirarse por dentro y a pensar en las cosas que se deben reformular.

“Entonces, si sirve para eso, si ayuda a mejorar ¡qué bueno! Yo creo que ese debe ser el espíritu de los profesores, de las escuelas y del propio Ministerio de Educación. Y Calendario no está hecha solo para criticar, sino también para ofrecer posibles soluciones”.

En ese sentido, ¿cómo pueden los productos televisivos ayudar a repensar contextos y fenómenos sociales, como los vinculados a la pedagogía en este caso?

—Mira, la ficción es una herramienta poderosísima, porque apela a la emoción. Tú puedes hacer seminarios, programas de orientación social, poner a alguien a explicar los procesos sociales, cómo debe ser esto, cómo debe ser lo otro. Eso tiene un valor, indudablemente. Pero lo que mejor funciona es la ficción, ¿por qué? Porque cuenta historias y, cuando se cuentan historias, se está hablando de seres humanos.

“Entonces, creo que la ficción juega un papel importante en poner el dedo sobre la llaga. Cuando yo era jefa de dramatizados en el ICRT, la gente del Informativo decía: pero, ¿por qué ustedes pueden decir cosas que nosotros no? Y yo contestaba: bueno, porque estamos hablando de vidas y de conductas, que llegan de un modo más fácil a la gente y es, quizás, la mejor manera de decir.

“Una serie televisiva no resuelve los problemas, pero sí hace pensar, no solo a los destinatarios de los planes sociales, sino también a quienes deciden dónde están los puntos débiles. En el caso de Calendario se aborda el papel del maestro, pero también disímiles conflictos que estamos viviendo los cubanos. “Por eso me da una alegría tremenda cada vez que termina un capítulo y las personas en las redes empiezan a reflexionar sobre los temas abordados, porque ese es uno de los objetivos: que el domingo por la noche el televidente se acueste pensando en los asuntos que presentamos, sobre todo para perfeccionarlos, para construir un mejor país, más allá de la ficción que es, en definitiva, lo que todos queremos”.

 TOMADO DE CUBADEBATE

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