Bernardo Menéndez-Cuesta Arza nació en 1930 y, al ser hijo de un chofer de ómnibus, las actividades de los Ómnibus Aliados de Palatino resultaron sus primeras oportunidades artísticas, al cantar y bailar caracterizando al negrito del bufo cubano. Ya en 1940 comienza a trabajar en la radio, en anuncios publicitarios, recibiendo el reconocimiento público gracias a Tarzán, el hombre mono, trasmitido por la CMQ de Monte y Prado, al interpretar el Tarzanito junto a los actores Enrique Santiesteban y Marta Jiménez Oropesa, por los que siempre sintió cariño familiar.

Su actuación en: Cumbres Borrascosas y Leonardo Moncada, lo situarían dentro de las producciones exitosas del momento.

Hombre de mil recursos, desarrolla habilidades como productor, director, escritor y narrador, probando suerte en las emisoras: Unión Radio, Radio Progreso, Radio Cadena Habana y Circuito Nacional de Radio.

A partir de la fundación de la televisión, trabaja en los diferentes canales y con el triunfo revolucionario hace gala de interpretaciones convincentes como primer actor en los espacios: Aventuras, series y otros, alternando la labor televisiva con las emisoras radiales y el doblaje, especialidad de la cual fue director y profesor.

El premio que entrega la asociación de Artistas Escénicos de la UNEAC lleva su nombre, como reconocimiento a sus aportes a esa especialidad en Cuba.

Menéndez-Cuesta le dió su nombre a su hijo Bernardo Menéndez-Cuesta Espina. Bernardito, también actor y director de radio, ostenta la Distinción por la Cultura Nacional y ha desplegado una carrera acompañada de premios y reconocimientos. Aprovechando su estancia en Cuba, pues desde hace años reside y trabaja en Ecuador, indagó sobre esta familia de fuerte tradición en los medios audiovisuales.

¿Cómo fue tu papá en el ámbito profesional?

- Era muy seguro frente al micrófono y en la actuación en general. Aunque su formación fue empírica, partía de estudiar el personaje y encontrar cuanto podía aportarle; no tenía a menos interpretar un personaje pequeño con un director como Jesús Cabrera, pues se sentía altamente respetado por este y otros directores, a los que lo unía una verdadera afinidad, tal fue el caso de Gilberto Enríquez, Caridad Martínez o Silvano Suárez.

“Era muy amiguero y para él era importante trabajar en una atmósfera de cordialidad. Su actuación más recordada por los espectadores contemporáneos fue en la serie: En silencio ha tenido que ser, dirigida por Cabrera.

“Admiraba mucho a actores como Consuelo Vidal, Martha del Río, José Antonio Rivero y Ignacio Valdés Sigler, el cual fue un hermano para él, relación que heredamos su hijo Rodolfito y yo”.

Ya en 1959, Bernardo Menéndez (padre) tenía un contrato de exclusividad con la firma Crusellas, ¿de qué forma asumió el cambio de sistema social?

- Con toda la humildad con que la asumieron los artistas de ese rango que continuaron en Cuba; renunciaron a su ventajoso sueldo histórico y continuaron trabajando.

¿Cuándo tomaste conciencia de que eras el hijo de un actor prestigioso?

- Ante todo, tomé conciencia de ser el hermano de María de los Ángeles Menéndez, Tata para mí, pues ella actuaba en televisión desde los siete u ocho años. Comencé a ir a los estudios junto a mi abuela paterna para acompañarla. Mi hermana actuó en aventuras como Los Bucaneros y otros espacios hasta los 18 años, cuando decidió dejarlo.

“A partir de los cinco años empecé a actuar, dirigido por Suárez Moure en Siempre listo, dedicado a la iniciación escolar. Además de ese programa, actué en el espacio Teatro; recuerdo que con nueve o 10 años trabajé con Garriga en Macbeth y en esa ocasión tuve que lidiar con un perro que me inspiraba terror; continué en otros espacios televisivos como El Viejo Espigón y El Jaguar. Al cumplir el servicio militar, me profesionalizan en 1983”.

¿De qué manera comenzaste en la radio?

- Me inicié en ese medio a los 14 años y, coincidentemente, Martha Jiménez Oropesa fue mi primera madre en la ficción, como lo había sido de mi padre, en las Aventuras de Tarzán. Hasta el año 1992 trabajé solamente en Radio Progreso, actuando en la programación dramática y haciendo locución en los programas Vamos a andar, Radar y Frecuencia 650.

“A partir de esa fecha me incorporo a la Productora Radio Arte pues el escritor Norberto Domínguez escribe una versión de El guardián en el trigal, pensando en un personaje para mí. La novela fue dirigida por Pablo Verbitsky, quien me dio la oportunidad de dirigir posteriormente. De esa manera me convertí en director de radio y continué actuando”.

¿Quiénes han sido los artistas que más han influido en tu formación?

- Frank González, Miriam Mier, Teresita Rúa, Julio Alberto Casanova, el director Abelardo Rodríguez y, por supuesto, mi padre.

¿Ves la huella de esa generación en nuestra pantalla televisiva?

- Pienso que todo lo bueno que hicieron se ha perdido. Se ha impuesto un falso naturalismo que tiende a restar complejidad a los personajes, obviando lo sugerido y el buen decir.

¿Cuál era la opinión de Bernardo padre sobre tu elección de seguir sus pasos como actor y director? ¿Qué consejos te dio?

- Él estuvo muy feliz con mi elección profesional y en varios momentos me expresó lo orgulloso que se sentía de mí. Tuve la oportunidad de dirigirlo y, en esas ocasiones, decía sentirse realmente dirigido. Desde el inicio me aconsejó que me respetara porque respetándome yo, iba a respetarme todo el mundo.

¿Te resultó difícil enfrentar la dicotomía entre actuar y dirigir?

- Cuando tenía “cogido” el personaje radial que debía interpretar me sentía relajado, pero como director no tienes tiempo para relajarte pues el trabajo no depende solo de ti; realmente prefiero actuar, sobre todo en radio.

¿Puedes mencionar los premios que has recibido en tu carrera?

- Premio de actuación en televisión por Todo al fuego, y en radio: Gran Premio de actuación y otros Premios Caricato por actuación radial en series, unitarios y novelas, Menciones especiales y distinciones, entre las que se encuentran el Micrófono de la Radio y Majadahonda, otorgada por la UNEAC.

A semejanza de tu padre has dominado la técnica del doblaje con excelencia, ¿puedes comentar algunas exigencias de esa difícil especialidad?

- En el doblaje debes lograr expresar sonoramente la identidad del personaje y que la sincronía de tu voz con el movimiento de los labios del personaje que interpretas y las apoyaturas sea perfecta. Tuve el gusto de ser dirigido por mi padre en varios doblajes y sentí que respetaba mucho mi trabajo. Pienso que mi experiencia en la radio facilitó mi camino en ese ámbito.

Desde 1999 resides en Ecuador y, aunque hiciste teatro en Cuba, te has desarrollado en ese medio no solo como actor sino también como director, además eres profesor de actuación, cuéntame sobre esa experiencia.

- En Cuba me inicié en el teatro haciendo pequeñas cosas con Manolo Feral, estrené La Querida de Enramada, dirigido por Miguel Montesco en 1986, y más tarde fui dirigido por Alex Álvarez en su puesta Se alquila un cuarto, actuando junto a Teresita Rúa. Después de esas experiencias me quedé enamorado del teatro, aunque también he probado la gran pantalla en los filmes Sumbe, La espuma de los días y Niña Narcisa.

“Gracias a la invitación de Teatro Ensayo Gestus y su director y también actor, Virgilio Valero, participo como actor en sus puestas, entre ellas: Falsa Alarma, El anuncio y La Mandrágora. Comienzo a co-dirigir y finalmente asumo la dirección de 15 puestas en escena; como director trato siempre de no repetirme y, al mismo tiempo, vincular las obras a la realidad presente.

“Me gusta mucho hacer teatro pues cada función resulta única y la confrontación con el público te permite saber lo que piensan los espectadores realmente. En Cuba impartí algún taller de dirección en el Centro de Estudios del ICRT, pero he tenido la oportunidad de extender mi labor pedagógica en la ciudad de Guayaquil, donde resido, por lo que la Universidad de las Artes del Ecuador reconoció mi trayectoria y me entregó el título de Licenciatura en Creación Teatral por Trayectoria.

“El haber actuado en la televisión ecuatoriana en telenovelas como Yo vendo unos ojos negros, Monstruo de Amor y Si se puede, me ha hecho cercano a la gente, que al igual que en nuestro país es muy cariñosa con sus artistas”.

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