Un recorrido por la vida del Fundador del Noticiero Nacional Deportivo Milton Díaz Canter. Conduce el programa A todo motor, por el Canal Tele Rebelde...
El periodista y comentarista deportivo Milton Díaz Canter es dueño de una historia de vida muy atractiva. Nació en el corazón del Cerro en La Habana, por casualidad convenida por sus padres, pero a las 48 horas estaba en la zona norte de Camagüey en un pueblito llamado Jaronú perteneciente al municipio de Esmeralda.
En ese rinconcito camagüeyano Milton hizo las primeras interpretaciones del mundo exterior. Fue allí donde alguna vez soñó convertirse en piloto de altura, sueño no concretado por limitaciones físicas.
Con el tiempo, para Milton llegó otra inclinación profesional, el periodismo. Tal inquietud afloró en Santa Clara, donde vio en acción a realizadores de un documental. Aquel mundo le llamó la atención, pero lo vio inalcanzable.
Con la alforja de los sueños casi rota, volvió a su provincia Camagüey. Una vez terminado el Servicio Militar Obligatorio comenzó su vida laboral como normador en el Ministerio de la Industria Alimentaria, ahí estaba flotando hasta determinar ¿qué rumbo definitivo le daría a su vida.
“Entre finales de 1970 y principios del siguiente año, llegó un amigo con un papel y me dijo aquí está tu futuro… ¿no querías ser periodista?.
El documento en cuestión era una convocatoria oficial que daba derecho a los jóvenes que no habían continuado estudios por causas familiares o por cumplir con la patria, acceder a saberes superiores. Yo había salido hacia poco del servicio militar y esa cualidad me permitía intentar por estudios universitarios.
Aquello me pareció increíble, no obstante, al siguiente día, los dos fuimos a la Facultad de Humanidades de la universidad de Santiago de Cuba, entonces capital de la antigua provincia de Oriente.
En la sede la secretaria, casi repitió lo mismo que me había dicho mi amigo Jorge Flores Rodríguez, quien logró mi regreso a los libros, ahora en la enseñanza superior” indicó el además director de televisión.
“Decididos a entrar a la universidad, previamente nos adentramos en una férrea preparación durante 3 meses, mañana, tarde y noche de manera autodidacta. No socializaba, ni con vecinos ni amigos, estaba tan metido en los estudios que entre mis conocidos se regó la bola de que yo había vuelto medio loco del servicio militar..
El gran mérito fue para mi amigo, Jorge Flores Rodriguez, quien en el referido período prácticamente, me alfabetizó e hizo que transitara por todos los niveles de enseñanza previa a la superior.
Flores, paciente pedagogo por naturaleza, se mantiene al frente de la Cátedra de Filosofía de la Facultad de Ciencias Médicas de Camagüey.
Nos preparamos, y gracias a él entré en el curso introductorio de la escuela de periodismo de la Universidad de Oriente”. Alegó el también director
Durante la carrera Milton hizo9 prácticas en la impresora política del Partido, en el periódico Sierra Maestra, en la CMKC de Santiago de Cuba y en el canal de televisión provincial Tele-Rebelde, hasta graduarse en 1975, como parte de uno de los grandes desafíos de su vida.
Inició su trayecto profesional con la actual Agencia Cubana de Noticias, desde la corresponsalía de Camagüey, donde hizo sus primeras coberturas.
En septiembre de 1975 al conocer de la participación de Cuba en la guerra de Angola decidió alistarse como internacionalista y logró viajar a África como parte del Batallón Gloria Combativa de Camagüey.
Ya en Angola, pasó a trabajar en el Estado Mayor del Frente Sur, en la Jefatura de Retaguardia. Atendía 3 especialidades, todas burocráticas; documentos secretos, comunicaciones cifradas; personal, cuadros, y las que conoció sobre la marcha.
Todo esto en Nueva Lisboa, mientras la ofensiva hacia el sur estaba en marcha, detrás de los invasores sudafricanos, hasta que salieron de Angola aquel 27 de marzo de 1976.
Meses después, Milton participó en una operación en las fronteras este y sur del gigantesco país. Más adelante, casi a los 2 años, regresó a Cuba, tras el cumplimiento de su misión.
Ya en la Isla se reintegrò a su centro laboral en la ciudad de Camagüey y en 1978, vino a La Habana para trabajar en el XI Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes. Concluido el evento pasó la escuela del PCC Nico López.
Imbuido por amigos y compañeros de profesión, Milton decidió establecerse en la capital. Debió comenzar en el Noticiero Nacional de Televisión, atendiendo temas de zafra, pero ya la plaza estaba cubierta, entonces se vinculó con la revista Tele Cierre, hasta su última emisión, de ahí pasó a la Redacción de Deportes de Tele REBELE, que ya era canal nacional.
“Tengo el alto honor de figurar entre los fundadores del Noticiero Nacional Deportivo. Trabajé en la organización del movimiento sindical, de Tele REBELDE, atendía frentes de Trabajo Voluntario y Recreación y celebré por todo lo alto el 1er Aniversario de los Servicios Informativos de la TV Cubana”.
A finales de 1982 la vida laboral y personal de Milton Díaz Cárter se detuvo literalmente a consecuencia de un accidente automovilístico en el que hubo un fallecido, por el cual tuvo que responder ante la ley.
Su regreso a la vida normal casi coincidió con su segunda misión militar en África en 1985, año en el que acudió por segunda vez a Angola, un país cuyas historias de sus movimientos de liberación contra Portugal siempre llamó la atención del periodista..
En esta ocasión viajó como camarógrafo de la fílmica del MINFAR, formaba parte, junto con otros 4 compañeros del equipo fílmico de la Misión Militar Cubana en Angola (MMCA). “En realidad, yo no era camarógrafo, aunque tenía nociones del oficio, por mi trabajo como periodista de televisión. Charles, entonces profesor de cámara e integrante del equipo fílmico, me dijo “te voy a hacer camarógrafo rápido”. El curso fue sumamente, breve, alto y muy rápido; apenas 8 horas que separaban a La Habana de Isla Sal; a 10 mil metros de altura (en pleno vuelo), y a una velocidad próxima a los1000 (mil), kilómetros por hora que alcanzaba el IL-62M, recuerda el también locutor.
De nuevo en la capital angolana, una década después, Milton se desempeñó como camarógrafo de la sección fílmica y al siguiente día de su llegada le llamaron para su primera misión: Filmar el recibimiento de la caravana Venceremos.
“Luego llegaron otras misiones, cerca de la frontera norte con Zaire, donde estaban las plantas de diamantes americanas que debíamos proteger. En esa ocasión recorrí Dundo, Chitato, y de ahí volamos a Luena, capital de la provincia de Moxico, en el este de Angola.
Allá me quedé y pasé a formar parte del Estado Mayor de la Asesoría Olivo, radicada en aquella ciudad. El trabajo era con unidades de las FAPLA”, acotó el realizador.
En su encargo internacionalista, Milton estuvo en varias misiones de combate en el centro-este del país, como parte de tripulaciones de la aviación cubana, mayormente de helicópteros que daban coberturas a las brigadas angoleñas que operaban en intrincados parajes de la provincia de Moxico.
Algunas de mucho riesgo, como la de hacer llegar combustible diesel a una unidad FAPLA que se movía en el extremo este, muy cerca de Zambia. Hubo otra, calificada de “hecho intrépido”, en la que los intentos de filmaciones de un golpe contra el enemigo en Luvuei, fueron desde la cabina trasera de un Mig-21 UM (UTI).
A todo este andar habría que agregar unas 7 columnas, cuyos trayectos de idas y vueltas, completan 14 caravanas; 2 del centro hacia el norte y las restantes en el corredor sur, a partir de Lobito-Benguela y las ciudades de Huambo y Menongue.
Por ese tiempo conoció a su esposa Isabel Serrano y convivir con ella le hizo reflexionar sobre muchas cosas y dar un vuelco a su vida
Cada una de las misiones cumplidas por Milton Díaz Canter en tierras angolanas, fueron baluarte en su formación profesional y humana. Está convencido a sus casi 74 años de edad que la presencia cubana en tierras africanas, fue oportuna y necesaria.
Por eso ha dejado testimonio gráfico de este memorable acompañamiento de Cuba a la causa de los africanos.
Uno de estos fueron las series de televisión Operación Carlota y La epopeya de Angola, que albergan sublimes historias, reveladoras de la grandeza del internacionalismo.