Tal fue la entrega de Roberto Garriga, actor, autor, adaptador, productor y director de radio y televisión que en el I Festival Caracol, organizado por la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), recibió el más alto galardón por la excelencia del trabajo realizado en varias obras, además de numerosos reconocimientos, por su labor como “Mejor escritor dramático teatral” por Aire frío, una adaptación de la obra teatral de Virgilio Piñera, protagonizada por Verónica Lynn en 1984; “Mejor adaptación y dirección de televisión”, y “Mejor programa dramático recreativo”, por la telenovela Las impuras, ambos concedidos en el Festival ICRT de 1985.
Y es que el desarrollo profesional de este artista de los Medios cubanos comienza desde la esencia de formación de los mismos. Cuentan que cuando se preparaba el primer canal de televisión cubano, Unión Radio y Televisión (canal 4), propiedad de Gaspar Pumarejo.
Roberto Garriga tuvo un papel protagónico en la preparación formando parte activa del grupo designado para recibir en el aeropuerto de Rancho Boyeros los primeros equipos de televisión provenientes de Estados Unidos. La historia también recoge que cuando se inauguraron las trasmisiones televisivas, el 24 de octubre de 1950 ya Garriga era Jefe de Publicidad de la planta radial, y que renunció al cargo para adentrarse en la dramaturgia del medio naciente.
Así aprendió sobre la escritura de guiones y la dirección audiovisual con los trabajadores de CMQ que habían estudiado en EE.UU. y después, obtuvo una estadía de capacitación por tres meses en los estudios de la Columbia Broadcasting System (CBS).
Una obra intensa y llena de matices entregó Roberto Garriga quien nació en La Habana, el 22 de junio de 1926. Su madre le inculcó el interés por el piano, instrumento del que se graduó con notas excelentes, más tarde cursó estudios en el Seminario de Artes Dramáticas en la academia que surgió en marzo de 1941 en el entorno de la Escuela de Filosofía y Letras de la Universidad de La Habana. Aquí recibió la influencia de un claustro encabezado por Ludwig Shajowics, prestigioso director teatral austríaco, alumno de Piscater y Max Reinhart en Alemania.
Su debut en los medios de comunicación lo hace en 1947, cuando Gaspar Pumarejo comenzó a buscar talentos para inaugurar su propia emisora, Unión Radio. Entonces, Garriga fue contratado como director y actor, junto con Antonio Vázquez Gallo y bajo la guía de Raúl Verrier, mientras hacía sus primeras actuaciones y narraciones de novelas.
Poco tiempo después, ya escribía cuentos para un espacio de suspenso y otras historias dramatizadas en esa emisora. Recordamos su inicio como director-productor con Mujeres que yo conocí, escrito por José Sánchez Arcilla, más tarde dirigió Historias del más allá, con libretos de Nora Badía y en el año 1956 sus inquietudes como creador lo llevaron a fundar La novela de las diez, programa episódico, sin desdeñar trabajos con la adaptación, producción y dirección de títulos como: La rebelión de la juventud, La culpa de todos, Cuando los hijos acusan, Puerto Esperanza, Mi apellido es Valdés (sobre los niños abandonados en la Casa de Beneficencia y Maternidad habanera), El alma no tiene color (llevada a la televisión mexicana) y Entre monte y cielo (adaptación de la novela radial de Dora Alonso), entre otros interesantes audiovisuales.
Junto a su obra artística su labor como maestros marca precedentes en los Medios Audiovisuales Cubanos participando en la formación técnicos, para la Televisión. En la década del 60 impartió clases de cámaras a los llamados “siete hombres de oro”, grupo de técnicos integrado, entre otros, por Antonio González, “Cheíto” González y Ernesto Padrino.
En los años 70, impartió otros dos cursos de esta especialidad, así como de formación de directores de televisión. Algunos de sus alumnos fueron Eduardo Moya, Xiomara Blanco, “Cheíto” González y Loly Buján.
Entre sus méritos destaca su trabajo como profesor fundador del Instituto Superior de Arte (ISA), clases de dramaturgia en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños. Además, ofreció su experiencia en la pedagogía especializada en televisión para estudiantes de otros países como Viet Nam y Corea. Su labor docente no le apartó de la creación televisiva.
Participó en el equipo de Teatro ICR, espacio creado por Marcos Behmaras para difundir cuentos y obras teatrales de la mayor valía; y en el cual la participación de los actores se ganaba por mérito. También dirigió teatro en televisión, por ejemplo, Sizwe Banzi ha muerto, protagonizado por Alden Knight e Idelfonso Tamayo. Acumuló en su haber adaptaciones magistrales de las más famosas novelas universales, difundidas con la intención de elevar el nivel cultural de la población cubana, fundamentalmente después de 1959.
En el espacio Grandes Novelas, durante la década del 60, se trasmitieron, entre otras, Ana Karenina, Los hermanos Karamazov, Las estrellas miran hacia abajo, Por quién doblan las campanas, La visita de la vieja dama y El alma encantada. Posteriormente se sumaron a esta relación Doña Bárbara, Las impuras y Médico de guardia.
Cuando se habla de los Medios Audiovisuales en Cuba hay que pensar en Roberto Garriga, líder de la producción nacional de melodramas seriados, artista que en 1982 recibió la Distinción Raúl Gómez García por el 20 aniversario del Sindicato de la Cultura y en 1986, durante el Festival del Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT), recibió un homenaje por su labor ininterrumpida en el medio audiovisual.
Ese artista falleció en la Habana, el 22 de septiembre de 1988, a 32 años de su desaparición física el pueblo de Cuba lo recuerda como una de las figuras que más incidió desde todos los ámbitos, en el desarrollo audiovisual cubano.