Cuando recién se estrenaba Los gatos, las máscaras y las sombras, conversamos con Roque Moreno sobre su rol como director de casting en esa serie que tantas conversaciones generó. En aquel momento, quedaron pendientes varias preguntas sobre su actuación en Sábados de gloria. Ahora, con el cierre de esta propuesta televisiva, saldamos esa deuda.
¿Cómo llega el personaje de Arturo a tu vida?
—Supe del casting que se estaba haciendo para Sábados de gloria. En ese momento no tenía compromisos con televisión ni cine, solo con la compañía de teatro Km 0, a la que pertenezco. Pensé que podía asumir una novela de pocos capítulos, solo 60. Al comunicarme con el equipo de dirección, me dijeron que el personaje que tenían en mente para mí era Arturo.
Cuando me reuní con Tamara —que a grandes rasgos me contó de qué iba el personaje y sus principales conflictos— quedé enganchado. Arturo, para mí, fue un reto muy interesante.
¿Qué representó, en lo personal, interpretar un personaje vinculado a tu profesión primera?
—Fue un reto actoral que me conectó con una de mis profesiones anteriores: soy enfermero general y médico. Esta experiencia me permitió aliviar un poco la nostalgia que siempre queda después de haber decidido ser actor, hace ya 23 años.
Aunque la novela no busca directamente homenajear al personal de salud, creo que merecen ver reflejadas en la ficción algunas de sus vidas, sacrificios, dilemas éticos y profesionales.
¿Cuál fue el mejor sabor que te dejó Arturo? ¿Y qué te faltó?
—Lo mejor fue conocer a Yessie Guridi (Rita) y Rosalí Suen (Maite). Comencé mintiéndole y haciéndole daño a mi esposa y mi hija en la historia, pero a medida que grabábamos las escenas que nos separaban, me fui enamorando de esas dos mujeres tan increíbles, tan buenas actrices. Fue la familia más disfuncional en pantalla, pero la relación de trabajo más hermosa y familiar que he tenido.
Como personaje, creo que Arturo logró transitar desde el desagrado hasta la comprensión. Intenté que sus actitudes, ridículas a veces, generaran algo de pena, algo de risa, para suavizar su ego, soberbia y machismo. Pero la última palabra la tiene el público.
Como Roque, confieso que me faltó paciencia para lidiar con todos los avatares, carencias humanas y limitaciones de producción que lastran la realización de las novelas cubanas. Lo que debía ser un rodaje de cuatro meses se convirtió en una odisea de once. Terminé cansado y frustrado, porque amo mi trabajo y no debería hacerse en esas condiciones.
¿Cómo ha sido la recepción del público?
—Increíble, desde el primer capítulo. En la calle y en las redes hay muestras diarias de cuánto Sábados de gloria ha calado en las familias cubanas, por sus historias, personajes y actuaciones. Tenemos un público muy inteligente, exigente, y como buenos cubanos: extrovertido.
Agradezco de corazón la forma en que han recibido a Arturo y al resto del elenco. Y no puedo dejar de reconocer que el resultado que ven en pantalla es también gracias a un equipo técnico y profesional que se entregó por completo bajo la dirección de Tamara Castellanos. A ella la respetaba mucho como actriz, y ahora también como directora y como mujer, con una sensibilidad, fuerza y resiliencia admirables.
¿Próximos proyectos, especialmente en televisión?
—En teatro sigo con mi compañía Km 0, bajo la dirección de Liliana Lam y Alberto Corona, con obras que están de gira nacional y un nuevo montaje que aún me reservo.
En televisión, pienso descansar largo tiempo, o quizás definitivamente, de las novelas. Solo asumiría dirección de actores si me lo solicitan. Como actor, me interesan más proyectos tipo serie o telefilme. Hay una posible segunda temporada de Los gatos, las máscaras y las sombras, bajo la dirección de Elena Palacios, que creo sería tan necesaria y bien recibida como la primera.
Asusta pensar que lo que escandalizó al público en Sábados de gloria fuera un trío formado por dos hombres y una mujer que decidieron amarse sin mentiras y con respeto; mientras que la historia de un pederasta abusando durante años de la inocencia de niñas haya pasado casi inadvertida, con escasa condena en redes y calles.
Con este excelente conversador culminamos una charla iniciada hace meses, que ahora deja un saldo aún más grande de admiración. Roque Moreno es un actor convincente, un profesional crítico, y aunque parece que hará una pausa en las telenovelas, ellas estarán siempre listas para esperarlo. Y nosotros, los televidentes, para aplaudirlo.