Los espacios Cine y Dramaturgia, Cine Portal, Arte Erótico en el cine y Ciencia Ficción, en el cine y otras artes no han encontrado otra alternativa que el COMENTARIO ESCRITO hasta que la situación epidemiológica actual se diluya y pase.

Por tal motivo, los miembros del proyecto audiovisual TAGUABO de la UNEAC, el cual presido y la filial de Cine, Radio y TV del Comité Provincial de la UNEAC  en Holguín hemos pedido colaboración para que de algún modo se conozca qué seguimos haciendo  respecto a los eventos anuales y los espacios cinematográficos, televisivos y radiales en medio de la pandemia. Por ello comenzamos con los comentarios del Dr. C José Rojas Bez y el Profesor y Dramaturgo Carlos Bonagas que ejercen como instructores del grupo Almiquí de infantes y adolescentes  cuyo entrenamiento audiovisual y orientación vocacional corre a cargo del proyecto audiovisual comunitario Taguabo.

                       

PEÑA: CINE, RADIO Y DRAMATURGIA – UNEAC HOLGUÍN

José Rojas Bez y Carlos Leyva Bonagas  (junio 2021) 

El proyecto audiovisual comunitario Almiquí –auspiciado por la Asociación de Cine, Radio y Televisión de la Filial Holguín de la UNEAC– extiende su accionar a nuevos sitios digitales, buscando el saber teórico y práctico que ha tomado como meta: la formación audiovisual de niños y adolescentes que no se conforman con ver, oír y apreciar, que también se entregan a la realización.

He aquí apuntes e indicaciones en pos de tales aspiraciones, centrado básicamente en cuestiones de dramaturgia y en aspectos de la producción y las formas audiovisuales; unas y otros como aliento y tributo al quehacer de quienes jóvenes, muy jóvenes aún, se entrenan en la realización (actuación, análisis crítico, edición, fotografía y demás) y llegarán a ser fecundos creadores del audiovisual.                                                                             

La sobreimpresión, un recurso notable en el nacimiento del cine como arte.

La sobreimpresión –la conjunción de dos o más imágenes en una sola, una cubriendo con cierta transparencia a otra para conformar una nueva unidad visual, pero perceptibles cada una con cierta unidad o relativa autonomía–  constituyó pronto un recurso muy apreciado en el cine por su amplia gama de posibilidades.

Puede hallarse una magnífica muestra de sus momentos iniciales, en los primeros esfuerzos por constituir al cine como arte –ya que en próximas ocasiones se seguirá hablando de otros momentos y usos muy específicos–, en los cortos con danzas del grupo de Edison, los jocosos trucos de Méliès multiplicando sus cabezas o un viaje a la Luna, y aquellos de Segundo de Chomón… hasta algunos hitos fundamentales como  Un perro andaluz (1929), de Luís Buñuel, en cuyo surrealismo, como en casi toda esta corriente y sus influjos, la sobreimpresión juega un papel importante.

Filmes de estos realizadores –copias ofrecidas por nuestra base de datos– abren nuestro primer visionaje y consecuentes diálogos en torno a la sobreimpresión. 

Cuestiones de dramaturgia:

Género Es la manera en que una realidad determinada se ve  reflejada o Interpretada: el ángulo desde el cual el autor de una situación se coloca Para sentir ese momento de la realidad. Es una forma de penetrarla y llegar a ella criticándola. Para descubrir cuál es el género de una situación o de un personaje Se debe de buscar imprescindiblemente el nivel de realidad de la misma.

Géneros realistas: Tragedia, b) Tragedia clásica, c) Tragedia moderna, d) Comedia y e) Pieza

Géneros no realistas: Farsa, b) Tragicomedia y c) Melodrama  

Comentarios sobre cine erótico 

TULIPA

Por José Rojas Bez

Cuba, ICAIC, 1967, blanco y negro, 93 minutos.

Dirección: Manuel Octavio Gómez. Argumento, guión y diálogos de Manuel Reguera Saumell, basados en su obra teatral Recuerdos de Tulipa.  Principales actuaciones: Idalia Anreus, Daisy Granados, Omar Valdés, Teté Vergara, Alejandro Lugo y José Antonio Rodríguez. Fotografía: Jorge Herrera. Música de Félix Guerrero y sonorización de Eugenio Vesa. 

Prosiguiendo nuestro ciclo anual sobre el erotismo en el cine, dialogaremos en esta ocasión sobre Tulipa, no porque sea un filme de potenciado erotismo en su estrecho sentido sino porque, además de tener temas relacionados precisamente con las manipulaciones comerciales del erotismo y la mujer, no deja de ofrecer un erotismo auténtico y artístico en la misma medida en que la protagonista, una bailarina de desnudismo (strepteaser), va mostrando facetas de su vida y actuaciones. 

A pesar de los velámenes y el comedimiento de escenas y tomas, no cabe duda de la capacidad de la joven Daisy Granados para hacer saber y sentir el mundo de erotismo  (y, por supuesto, no tanto del válido y fructífero erotismo del amor humano como de la más despiadada sexualidad) a que se ve impulsada, sometida y degradada la condición de la mujer que busca sobreponerse con dignidad a sus circunstancias sociales y económicas adversas.

Sin duda un filme lleno de motivaciones más que solo temáticas plenamente artísticas en su conjunto de actuaciones, los escenarios, la atmósfera y la dramaturgia alcanzadas entre otros valores 

 Multirracialidad en los medios de comunicación masiva 

Por Lic. Alfonso Bandera Tamayo/Artista de Mérito de la TV y Radio Cubana/Presidente de la Filial de Cine, Radio y TV,/Miembro del Consejo Nacional de la UNEAC/Director de TV, Radio y Cine

 Hace algún tiempo vengo dándole vueltas a este artículo, peliagudo por demás, porque realmente ni soy analista social, aunque tenga que indagar como tal en mi labor como creador del cine, radio y televisión, ni mucho menos me creo, como lo fuera mi padre, un periodista  con todas las herramientas necesarias para abordar el asunto.

Pero dadas las circunstancias, los signos y las huellas que han dejado el tema en su de cursar, me he visto en la obligación de avanzar en el  asunto, porque sé que “algo”  hay de cierto en el “underground” del problema a citar. Y entonces vale la pena el riesgo. 

Hace ya unos cuantos meses, mi querido Jaime Yoan, excelente comunicador, conocedor de la materia en medios audiovisuales, y un incansable creador  de la TV, a pesar de las numerosas barreras a las que se ha enfrentado; de manera inesperada me preguntó, como al descuido y frente a cámara, ¿qué crees de la televisión holguinera y su festival Quien bien TV? Y yo, sin sopesar mucho el valor de mi respuesta, creí oportuno decirle  que una de las cosas a considerar era que había que “pintar” la pantalla de nuestro espacio territorial.

O sea, que había que poner más personas negras, chinas, mulatas, etc. en dicha pantalla. A lo que él me preguntó que ¿qué debíamos hacer para lograrlo? Y  yo le respondí que debíamos hacer un buen casting, muchos casting (pruebas) para  encontrar gente linda, capaz y con talento para dicha empresa. Fundamentalmente en la TV.

Quien tiene, entre otras, la responsabilidad de entretener, ser veraz, convencer y transmitir un mensaje a toda la población de manera elegante y atractiva. Función, “sine qua non” de todos los mass media en el mundo.

Aclaré, entonces, que no se trataba de una cuestión racial, sino de una estratégica comunicacional e inteligente en el manejo de la imagen en TV. 

Pero las palabritas no fueron lo suficiente para detener la avalancha de criterios que, después de verme en pantalla, me viniera encima  de parte de conocidos, solapados adversarios y simpatizantes de todas las razas y tendencias de pensamiento.

Unos y otros me detenían en el parque, los corredores, las tertulias, o en el propio ómnibus hacia mi hogar, para decirme de uno u otro modo su criterio al respecto de mi “osada declaración”.

Pero en todos existía la complicidad o el desacuerdo encubierto ante lo dicho; cuando para nada se trataba de una conspiración étnica de mi parte.

Y confieso que entre los compinches existían personas de la raza blanca,  unos cuantos mestizos y negros que un poco más y me invitan a “empalencarme”.

Hubo amigos y amigas, “jaraneros”, que se me acercaron y me llamaron “soto vocee” “racista”,  después de darme un beso en la mejilla las mujeres y soltarme una sonrisa encantadora y,  como nunca, atractiva ante mis ojos (¡para que negarlo!) 

¡Resultaba un fenómeno en el que no había reparado! Y que por oculto, es y ha sido poco tratado en el imaginario de las reflexiones sociológicas y culturales de nuestro querido Holguín. Se trataba, a ultranza y en suma, del tema racial. Sin proponérmelo,  había tocado una agenda postergada en el “in side” de nuestra gente y que, por deferencia, reticencia, autocensura o tabú, nadie había destapado todavía aquella tapa de Pandora. El problema, ya no me quedaron dudas, estaba latente. Por ello y ante ciertas manifestaciones espontáneas, apremio de mis amigos, consejos paternalistas y evidentes pruebas, me he atrevido - porque es un atrevimiento mío al escribir estas notas aclaratorias- al final a invitar a todos los interesados a meditar en el asunto con la finalidad de resolver (y recuerden que seria muy ingenuo pensar que cincuenta años de revolución lo pudieron haber resuelto del todo) un fenómeno que atañe, sin lugar a la dubitación, a nuestra identidad como cubanos, compromete el destino mediático de la TV, la radio y la prensa en sus contenidos, semiología, diegética  y estética comunicacional, así como resquebraja (de no dialogarlo y solucionarlo a tiempo entre todos responsablemente) las raíces autóctonas de nuestra cultura nacional y/o territorial.

Debí decir cuando me preguntaron, y así lo creo, “llenar la pantalla de multirracialidad”, para que el concepto no se quedara parcelado en los iguales a mi raza. ¡Y os juro que esa era la finalidad de mis palabras! : Estrategia para comunicarme con un público multirracial que hoy por hoy habita nuestros espacios, nuestro imaginario sociocultural y nuestro territorio, pero que en lo diacrónico de nuestra historia local ha tenido que ver con cuanta cosa múltiple y compleja ha ocurrido en tal sentido sobre la tierra que pisan nuestras plantas.

Multirracialidad en la pantalla chica o, dado el desarrollo tecnológico, grande; para lograr hacer partícipe al multirracial público de nuestros mensajes, manejar las cuerdas de las conciencias y con ellos -que es el público que se sienta a observarnos-  nuestros mensajes sean suma y reflejo de sus realidades y no un atajo irreverente de no verdades o verdades a medias, cuya ejecutoria (hablo de quienes conducen, representan y son artistas) sostienen mayoritariamente personas de la raza blanca, como si ello no fuera responsabilidad de cada grupo étnico que habita la provincia.

No creo que sean dos maldiciones - como me dijo un entrañable amigo blanco, que sé que me aprecia, respeta y quiere como persona y a mi obra - el hecho de que yo viva en Holguín y sea negro para que mis proyectos audiovisuales tengan mayores o menores trabas que otros proyectos ejecutados por blancos o que me sean imposibles de realizarlos. (¡Ojala, no me desmientan los hechos futuros!) Realmente no lo creo. Este tema pudiera ser “harina de otro costal”, realmente.

A ver si me explico:

Holguín tiene blanco, chinos, negros, sajones, árabes, descendientes de americanos e indios, mulatas y mulatos, etc., etc. en su composición étnica actual. Y no podemos seguir achacándole la culpa de nuestra identidad a África y a España, y de nuestro accionar social a la composición étnica existente en los orígenes de nuestra ciudad.

Las grandes empresas tele comunicadoras,  privadas  y millonarias, muchas de ellas verdaderamente racistas, emplean este recurso multirracial para mantener bajo el dominio del sistema económico capitalista a sus contribuyentes, que se sienten parte de una nación, que les puede haber fabricado un espejismo de vida y nacionalidad, pero en la que ellos creen, sin lugar a dudas, y que creen, fehacientemente, les pertenece. Y de la cual se siente orgullosos.

Puede que me equivoque, ojalá pase, cuando asegure que eso no pasa en mi Holguín, dado el modo de  accionar, las malas imitaciones adquiridas y otros hechos más profundos y complejos, que deberían estudiarse más adelante por personas más aventajadas que yo.

Como pasa con nuestra juventud, por poner un ejemplo foráneo. Que, con mucho, anda globalizada, no con un patrón latinoamericano de belleza ni mucho menos cubanísimo, sino con un patrón de la potencia del norte y/o euro céntricos que, dicho sea de paso, saben muy bien manejar los hilos de la comunicación para pintarte una vida que crees vivir pero que es, realmente,  la que ellos quieren que tú vivas.

Por ello, creo, que como medios de comunicación masiva que somos la TV, la radio y la prensa plana tenemos la necesidad de redireccionar “la imagen” que aportamos a aquel que es nuestro público potencial y depósito de vida reflejada en tanto que receptor interactivo de nuestros espacios y programas.

Pensemos por un instante lo que pasa el día de las madres, de los padres o de los enamorados. ¿Dónde están los cubanos-chinos dándose un beso de amor?, ¿Dónde los afro descendientes (¡que palabrita!)?, ¿Dónde los árabes o mestizos? ¿Dónde nuestros blancos criollos?

Nuestras postales, a lo largo y ancho de la isla (y esto es un mal nacional) tienen como reflejo los rostros, patrones de belleza y costumbres de EU o de Europa. De las miss universos, los actores blancos del cine y en el peor de los casos los sacados de las revistas play boy, que todos conocemos a lo que se dedican. Nunca un campesino, un tornero, dos negros “amapachándose” (acariciándose) y besándose con sus “bembas de caimito y sus narices nudos de corbata” en el centro de un corazón en cuyo fondo aparezca el cerro Ballado o de la Cruz.

O la abuela negra y el abuelo blanco. O la negra y el chino (¿recuerdan a Lam?). O dos hermosos ejemplares rubios salidos de la estirpe de los aposentados en el valle de Mayabe. ¡Qué sé yo! Pero nuestros.

Eso sí, “sin ser objeto sexual”, allá va la propaganda turística con la arenita en los glúteos de una mulata o negra despampanante.

Mira, no me parece nada mal vender el producto nacional. Pero véndelo completo, con aquellas cosas que a esas personas, las que vienen de afuera, les queda bien claras en sus países y tradiciones (¿para qué llamarnos a engaño?): El amor a la familia, el valor de su identidad y la belleza de su raza.

Y en nuestro caso es multirracial. ¡El tan llevado y traído ajiaco, mi hermano! El de verdad. El que nos autentica.

Y mire usted que decimos lo bien que lo hacen los Brasileños. Extraordinarios discípulos de nuestro santiaguero y cubanísimo Felix B Caignet. ¿Qué tal?

En sus novelas, históricas siempre (¡saque usted la cuenta, señor mío y no se maree!), territoriales siempre, costumbristas siempre, aunque sean contemporáneas, entretenidas siempre, y reflejo de un segmento de sus realidades y  su nación siempre. En las que  aparecen sus hermosuras blancas, las bellezas negras (muchas veces atrayéndose e interactuando mezcladamente sobre la base de todos los sentimientos y relaciones humanas), así como los originarios italianos, etc, etc, etc ¡siempre!

¡Ah, no! Nosotros no.

Con todo respeto, “la provincia del universo”  tiene el deber de ponerse a pensar en tales cosas. Y claro que nosotros los creadores de los medios, “tanques pensantes de la cultura”, también.

Caramba y que no me vengan con la historia de que no hay chinos o árabes o negros o mulatos con cualidades histriónicas en Holguín. Ni mucho menos con el cuento de la falta de historias protagonizadas por estos grupos étnicos en el territorio. Como decía Guillén, que se avergüence el amo. Pero no la identidad. Claro que les quiero a todos. ¡Ah! y yo no soy racista, que no les quepa la menor duda. No sé tú.  

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CINE ERÓTICO – TIEMPO PARA TODO, HASTA PARA AMAR

TIEMPO DE AMAR

Por Lino E. Verdecia Calunga  

Ahora que estamos en una etapa en que cuando una película (y me refiero por supuesto al cine de ficción) no incluye en su metraje una secuencia de las consideradas eróticas –sea cual fuere el tipo de erotismo– algunos piensan que “algo le falta”, por lo que se sienten defraudados y, por esa insoslayable tendencia a las comparaciones, vale comprobar que la primera obra de la cinematografía cubana posterior a 1959 o, lo que es lo mismo, a la creación del ICAIC, donde aparece un desnudo femenino es en Memorias del subdesarrollo (Tomás Gutiérrez Alea, 1968), y no es más que una manifestación de falocentrismo ya que se considera erotizante solo la desnudez de ellas. 

Y no es hasta Tiempo de amar (Enrique Pineda Barnet, 1983) que otro desnudo femenino real, está en pantalla, logrado en una secuencia revestida de una relación coital excelentemente bien fotografiada por el oficio de Raúl Rodríguez.

He ahí que, cuando se hace referencia al erotismo en el cine cubano, independiente de que Tulipa (M.O. Gómez, 1967) en cierto modo ya nos asomara a este tipo de atmósfera, es el cuerpo de Elena (Ana Lilian Rentería) –aunque no hay desmedro para con el de Darío (Roberto Bertrand)- conjugado en el acto copular, quien fija en uno de las escasos momentos memorables del filme Tiempo de amar; que tiene en el empleo de las cámaras y la música lo más notable.

A esta película, adaptación de la novela Brumario (M.              Woodward), se le señala cierta simplicidad en el conflicto que focaliza, habidas cuentas que se trata de una historia de amor insertada en los días de la movilización militar durante la Crisis de Octubre (1962), cuya eficacia en imágenes no es lo destacable, con todo y lo significativo de aquellos tensos días más que decisivos. 

Pero es la conjunción del amor y el peligro de la guerra el magnetismo que acciona entre los jóvenes amantes, impelidos porque el miliciano tiene que marchar a cumplir con su deber, y es allí donde se incentiva la sensible reciprocidad de lo sexual, esa que Víctor Fowler califica como expresión  cinematográfica “de la conducta humana”.

Tiempo de amar (Cuba, ICAIC, 1983) Dirección y guión: Enrique Pineda Barnet)  /  Argumento: Adaptación de la novela Brumario, de Miguel Cossío. / Fotografía: Raúl Rodríguez / Música: Leo Brouwer / Actuaciones: Roberto Bertrand, Lilian Rentería, Javier González, Carlos Cruz, Sergio González, Pedro Rentería, Raúl Pomares, Orlando Casí, Pedro Álvarez.  

AMOR VERTICAL

Por  Humberto González Carro  

En momentos en que la cinematografía cubana fue (re)encontrando en las coproducciones la manera más certera de sostener su continuidad, el estreno del segundo largo de ficción de Arturo Sotto, además de ser una bien construida película, sorprendió por la conjunción de una mirada bastante satírica hacia aspectos de la realidad cotidiana con las necesidades sexuales de una joven pareja urgida de encontrar donde hacer el amor.

Es así que Amor vertical (1997), considerada con justicia un filme de enredos amorosos y de encuentros sexuales alcanza, con la eficiente labor de la dirección de fotografía de Raúl Pérez Ureta, necesitado de captar cierta contemporaneidad del país en aquellos momentos, y la armoniosa dirección de arte de Erick Grass, sea la que con el paso del tiempo para no pocos entendidos ha sido considerada la mejor de las obras dirigidas por Sotto. 

Si bien es notable la cantidad de momentos en que pueden percibirse guiños identificables a destacados directores, así como que cuenta con una notable presencia de conocidos actores, Amor vertical en su momento –y aún hoy- causó impacto por la presencia de audaces secuencias con desnudos en plena relación sexual de la pareja con “hambre de amor”, interpretada por Jorge Perugorría (Ernesto) y Silvia Águila (Estela), contrapuestas a las incapaces de convencer, desarrolladas por Ernesto y Lucía (Susana Pérez).               

No pueden pasar inadvertidas las alusiones a múltiples elementos caracterizadores del contexto ¿imaginario? en que transcurren las acciones: contrapuestas relaciones familiares, migración hacia la capital, ineficiencia del burocratismo, oportunistas y corruptos en funciones, discriminación racial, depauperación habitacional, movilizaciones militares, alusiones al bloqueo y al peligroso vecino del Norte, el irresuelto problema de la vivienda. 

Queda, no obstante y por encima, ese magnetismo que el filme nos muestra en la pasión de los cuerpos que permite el erotismo sustentado en el amor.

Amor vertical. (Cuba-Francia, 1997) Dir.-guion: Arturo Sotto; Fotografía: Raúl Pérez Ureta; Dir, de arte: Erick Grass; Música: Beatriz Corona; Actuaciones: Silvia Águila, Jorge Perugorría, Susana Pérez, Manuel Porto, Vicente Revuelta, Raúl Pomares, Aramís Delgado, Rubén Breña, Héctor Echemendía, Míriam Socarrás, Paula Alí, Rolando Brito, Fernando Hechavarría, Omar Franco, Raúl Castillo. 

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