Comparto con ustedes, mis amigos, la respuesta que ofrecí al Centro de Investigaciones Sociales sobre una encuesta realizada sobre el espacio televisivo "La hora de Noelia".
Estoy altamente preocupada al ver cómo el cubano para dar su opinión, ataca a su coterráneo como si estuviésemos en guerra y fuésemos enemigos distantes en todos los sentidos cuando, vivimos bajo el mismo cielo y rodeados de la misma agua, amparados en la misma cultura y salvaguardando la misma identidad. Y ojo, no hablo de igualitarismo, sino de nacionalidad, de orgullo nacional. De Cuba y lo que soy...
Sin más, aquí les dejo mis amigos.
Quedo maravillada ante la actitud que postulan algunos criterios. Duele saber que somos cubanos y no precisamente los que desde el respeto ejercen el criterio personal, y no con la defensa de una tesis sino con el irrespeto hacia el otro. Y no hablo de estar a favor o en contra de un programa de televisión; hablo de emitir juicios tal como si fuésemos especialistas o profesionales de un medio. Primero, si no me gusta el programa, opino argumentado sin ofender la integridad moral y profesional de otros que, como todos, desempeñan su trabajo con dignidad. Creo que adjudicar a los programas que no nos gustan actitudes amorales a sus protagonistas denota mucho de la esencia moral de quien lo hace.
Segundo: quien declare que le guste o no el espacio, lo hace desde su gusto personal y su vivencia acumulada. Pero ya hablar de calidad de guión y otros elementos propios de la profesión es ya harina de otro costal. Tal y como decía un conocedor del medio "todo el mundo se cree que sabe de televisión". Si te gusta, opinas. Si no te gusta, opinas. Pero cuidado cubanos, con las argumentaciones de su criterio, que quizás se evalúen de 0 por faltas de respeto e intrusismo profesional.
En mi caso: disfruto el programa de Noelia Bermellón, como televidente me lleva automáticamente a reír tras la analogía obligatoria con presentadoras que registra mi memoria; segundo, sus bocadillos siempre hilvanan situaciones o actividades dramáticas que te convocan a otros espacios de la vida, ya sean otros programas televisivos, otros personajes, e incluso vivencias de otras manifestaciones artísticas. Sus textos nunca son planos o directos, siempre convocan a otro nivel de pensamientos más allá de lo obvio; el guion ofrece, junto a los matices bien logrados de la actriz, más de un discurso al unísono, y esto, créanme, muy pocos guiones e intérpretes lo saben lograr. Esa es la esencia de por qué me gusta. Además de que, como realizadora del medio, resalto el diseño de comunicación visual del espacio que, desde el tema de presentación y despedida, así como los separadores que usa como transición y puntos de giro, funcionan contemporáneos y frescos. El tratamiento del color hasta los ajustes de la forma, atraen por la alegría que proporcionan.
Un elemento que siempre lacera mi estado de ánimo es lo poco que logra el espacio la atmósfera sicológica. Llega a producirme una inquietud hasta con disgusto. La ausencia de una banda sonora que a partir de música o efectos incidentales ayuden a matizar o enfatizar- o ambas acciones- al personaje que defiende muy bien el guion, me provoca malestar. Quizás música o efecto sonoro de apoyo a un movimiento de cámara que ampara un gesto...una música leit motiv que refuerce las ya acostumbradas muletillas o frases típicas del personaje...eso, eso ayuda mucho en la integralidad de los recursos del medio para lograr la atmósfera sicológica de cualquier espacio de radio o televisión. Y muy personalmente creo que, sin este factor, es imposible atrapar a un público más general. El sonido y su función dramatúrgica tienen una alta responsabilidad en las emociones del espectador, ellos amparan o destruyen al resto de las especialidades que tienen igual o mayor peso.
Seamos o no conocedores del medio, televidentes comunes o especializados, debemos seguir la premisa martiana de que la crítica es el ejercicio del criterio para acercar la obra de arte al público. No para separarnos de forma irrespetuosa al punto de parecer enemigos. Como si todos no fuésemos cubanos bajo el mismo sol y rodeados de las mismas aguas.
No se trata de hablar bien o mal del programa, sino de nosotros mismos.
Mi calificación es de 8. Y en ella van incluída mis criterios favorables y desfavorables que, toda obra humana tiene, porque todos, somos imperfectos, y todos, queremos ser mejores cada día.
Gracias si leíste mi opinión. Respeto la de todos.

Tomado de faceboock

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