Análisis de la serie Promesas, de gran aceptación entre los televidentes cubanos

Promesas, así se llama la serie con la que cada noche de martes pactamos cita frente a nuestro televisor, donde a través de la señal estándar de Cubavisión, nos llegan historias de vida que se desarrollan en un pasaje habanero, pero que nos son comunes, porque abarcan toda clase de motivaciones y sentimientos, la importancia de los valores humanos y lo trascendental en que se convierte lo que prometemos y a quiénes lo hacemos.

Aunque las historias están conectadas entre sí, cada episodio es monotemático; por lo que fueron convocados unos cinco guionistas, encabezados por el siempre certero e imprescindible Amilcar Salatti, y unos cuatro realizadores bajo la dirección general de la experimentada Mirta González Perera. Este fue quizás el primer gran reto que planteó Promesas, visiblemente superado en la exquisita comunión existente entre cada una de las entregas ya proyectadas.

El guion vuelve a ser una vez más la carta de triunfo que, unido a una fotografía impecable que nos muestra una Habana diferente, diversa. Las excelentes interpretaciones, tanto de los consagrados actores como de los rostros noveles que componen su elenco, la acertada música original de Kelvis Ochoa, la elocuente narración de Luis Alberto García y el milimétrico trabajo de edición, a cargo de Giselle Crespo, han logrado regalar –hasta el momento– al televidente un producto audiovisual con marcada calidad técnica y estética.

La primera historia, con libreto de Amilcar Salatti y dirección de Ricardo Miguel González, abrió por todo lo alto la tan esperada serie. La actriz Yailene Sierra, magistral y convincente en cada actuación, nos regaló a Danay, una mujer sumida en la negación tras la pérdida prematura de su esposo, con graves consecuencias en su salud mental y, por ende, en la estabilidad de su entorno laboral y familiar.

El giro inesperado del teledrama cuando casi mediaba su duración, fue plausible y generó las más diversas emociones en los telespectadores. Yailene, a quien agradecemos tener más en la pequeña pantalla, defendió con creces el papel, apoyada en las también atinadas actuaciones de Eslinda Núñez, Ulyk Anello, Raiza Debeche y el niño Ricardo Miguel Padrón.

Las propias palabras en voz del narrador al final del episodio, como colofón de la promesa cumplida por la protagonista, nos hicieron comprender lo necesario que resulta para nuestra estabilidad mental, superar cada una de las etapas que se presentan tras una irreparable pérdida. Quedar estancados en la negación se convierte en un mecanismo desadaptativo que nos paraliza en el pasado y en un ilimitado sufrimiento, que nos impide volver a la vida presente y aceptar la realidad.

Danay, la primera historia, abrió por todo lo alto la tan esperada serie (Foto: Tomada del perfil de Facebook de la serie)

A través de Vladimir, interpretado por el actor Rolando Rodríguez en el papel de un joven obeso que, tras sufrir un infarto, su vida cambia drásticamente, nos llegó con aires de comedia la segunda Promesa, esta vez escrita por Alberto Luberta y bajo la dirección de Yoel Infante.

Del exceso de entusiasmo por conquistar a la enfermera Mariela (Flora Borrego), a la pérdida de la autoestima producto al rechazo, transita la historia de Vladimir, apuntalada por la promesa hecha a su abuela Loló (Paula Alí) que, aferrada a la fe, pidió ante Dios por la salud de su nieto, en contraste con la incredulidad de este.

Mención aparte merece la actuación de Paula Alí, siempre precisa en cada personaje, demostró una vez más el virtuosismo y la versatilidad histriónica que la distingue. El propio Yoel Infante en declaraciones a la redacción de Alma Mater sostuvo: “El personaje interpretado por Paula Alí estaba escrito como la madre del protagonista, pero queríamos tenerla en el elenco –domina muy bien la comedia– y decidimos que fuera la abuela. Esta decisión no generaba ningún conflicto a nivel dramatúrgico y gracias a eso la tuvimos.”

También los más jóvenes destacaron, Rolando Rodríguez en su magnífica representación del “gordo con sentimientos” y Flora Borrego, son actores que hay que seguir de cerca. Estos muchachos prometen.

De este capítulo me quedo con la máxima de que, a pesar de lo importante que es tener un estilo de vida saludable, la verdadera belleza es la interior, pues es la única que no perece, la única que no se puede arrebatar y que solo se puede ver cuando se mira con los ojos del alma. Igual me gustó mucho el criterio expuesto por una internauta en Facebook: “Lo que tengas que cambiar en tu vida hazlo por ti, no por nadie”.

Esta escena entre Paula Alí y Rolando Rodríguez fue una de las más aplaudidas en el segundo episodio de Promesas (Foto: Tomada del perfil de Facebook de la serie)

Finalmente, el pasado martes disfrutamos de una nueva entrega de Promesas. El guion escrito por Amilcar Salatti, fue llevado a la pantalla por el director José Víctor Herrera con la historia de Jorge, un hombre que lucha por controlar los episodios ira que lo impulsan a la violencia, la cual no solo lo está afectando a él, sino que su propio hermano también ha sido víctima de sus agresivas actitudes.

Luis J. Mujía, con doble desempeño actoral en la interpretación de Jorge y Javier, los hermanos jimaguas, superó con creces el reto de hacer notar los contrastes entre ambos personajes, donde también fue necesario remarcar muchísimos detalles, trabajados a fondo por el propio actor y el equipo de realización, y que van desde la forma de vestirse hasta la manera de caminar y hablar. En este sentido, la edición fue fundamental, ya que, en al menos 15 escenas, el actor tuvo que cumplir con ambos roles.

La disparidad entre estos dos hermanos jimaguas es notable, no tanto en los rasgos físicos como en su personalidad, mientras que uno es bastante violento, al otro lo distingue su tranquilidad. Por lo que esta tercera entrega de la serie se centró básicamente en la lucha de ambos por mejorar la actitud de Jorge ante la vida, aunque este tenga algunos motivos para ser así.

Felizmente, Jorge cumplió su promesa; su evolución a lo largo de la trama nos demuestra que, ante la ira, detenernos a reflexionar será esencial, intentar no escapar de esta emoción aún más. Debemos obligarnos a mirarla a los ojos para saber qué la desencadena y qué nos está queriendo decir, solo así, lograremos gestionarla de manera adecuada y reducir esos episodios en los que creemos que no tenemos el control.

Con roles secundarios en el teledrama, figuraron también con un buen desempeño Raquel Rey, Reynier Morales, Anabel Suárez y Bárbaro Marín. Una de las grandes fortalezas de Promesas está precisamente en su elenco de actores

El actor Luis J. Mujía desempeñó doble papel en el tercer capítulo de Promesas (Foto: Tomada del perfil de Facebook de la serie)

La serie prometía ser, desde su concepción, una propuesta audiovisual provista de todos los ingredientes necesarios para ser un éxito televisivo. Hasta el momento, los tres capítulos proyectados han cumplido esa promesa. Lo único reprochable es el horario, el cual no ha sido favorable para que esta llegue a una mayor audiencia; tampoco goza de un espacio en las retransmisiones. La División de Dramatizados de la TVC debe tenerlo en cuenta, se están perdiendo buenas propuestas en una programación que merece ser revisada.

Por lo pronto, sigamos disfrutando de las próximas historias. Cuando conozcamos a Julián (Carlos Gonzalvo), Josefina (Yenisse Soria) y Casimiro (Aramis Delgado), regresaré… ¿Serán también promesas cumplidas?

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