Si los artistas no dejan de componer para los niños, ¿por qué estos, en los parques en las casas y en las escuelas, no escuchan esas canciones, no las cantan?

Desde los 17 años, la compositora e intérprete Enid Rosales forma parte de los creadores de canciones infantiles de nuestro país, con la certeza de que es imprescindible que «los niños tengan espacios propios de música que les estimulen la creatividad y los ayuden a vivir una infancia feliz, libre de contaminaciones que no les tocan».

Kiki Corona, cantante y compositor, cuyos temas forman parte de la memoria afectiva de varias generaciones de cubanos, asegura que «en Cuba hay cientos de compositores que esperan, con una sólida obra dedicada a los más pequeños de casa, el momento de mostrarla, pero esto no depende de los hacedores de piezas infantiles».

Entonces, si los artistas no dejan de componer para los niños, ¿por qué estos, en los parques en las casas y en las escuelas, no escuchan esas canciones, no las cantan? ¿Las conocen?

LA CREACIÓN

Kiki Corona considera que la política cultural necesita gestores con decisión  y creatividad para enfrentar los desafíos que entraña el peligro de poner, ante las miradas y los oídos de nuestros infantes, música que no corresponde ni a sus edades ni a sus querencias emocionales y existenciales.

«La producción de música infantil, como cualquier otro género, siempre es costosa. En este caso, depende del tipo de disco: algunos se graban por niños, otros por adultos. Los gastos son diferentes. No obstante, siempre va a ser rentable, porque más que apostar por beneficios económicos, lo hacemos por el crecimiento cultural. Quizá por ello, en el caso de la Empresa de Grabaciones y Ediciones Musicales (Egrem), dedicamos un buen espacio a este tipo de producciones», explica Élsida González, productora de la Egrem que encamina los proyectos infantiles de esa casa discográfica.

«Creo que deberían existir más espacios para la promoción de la música infantil en nuestro país. Falta potenciar más los discos y las canciones, y a quienes hacen ese trabajo. Nuestros medios son los primeros que tienen que enfocarse en esa tarea, porque la música mueve las almas, aporta creatividad, disciplina, atención, ayuda al mejoramiento de la enseñanza», comenta Rosales.

Vivimos tiempos multipantallas. Desde las más tempranas edades se hacen familiares las tecnologías y es inteligente aprovecharlas en función de hacer llegar las artes de una forma más atractiva. Tanto los artistas como las instituciones ponderan la valía de los materiales audiovisuales para atraer al público más joven. 

«El primer sentido de apreciación es la visualidad. Actualmente se impone un criterio estético y semiótico que no existía antes. El acompañamiento audiovisual estimula por igual a creadores y públicos. Desde luego, el videoclip, es una herramienta adicional muy importante», advierte Kiki Corona.

Por su parte, Élsida González reconoce que, aunque desaprovechar las bondades tecnológicas para promocionar la música infantil no es la intención de nuestras disqueras, es muy costoso realizar esas producciones. «Cualquier material de animación sobrepasa los costos empleados para grabar otro tema musical».

La fantasía, el anhelo y la proyección de los sueños, unidos a la lírica de una melodía noble, son –según Kiki Corona– ingredientes imprescindibles en los clips para atrapar a los niños y fijar en ellos la canción. «Ahí está el éxito».

El tiempo de producción de un videoclip animado puede variar según sus características estéticas. Si la animación es 2D, 3D, stop motion o una conjugación de varias técnicas, expone a Granma Armando Alba Noguera, subdirector de Producción de Animados del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (Icaic).

Otro factor para tener en cuenta es la composición del equipo. «Hay videos que por sus características son realizados por una sola persona, y puede tardarse en ello seis meses. Otros se hacen con un equipo de animadores y se terminan en tres meses. Este es un arte manual, aunque se utilicen computadoras que simplifican el trabajo o permitan alcanzar una mejor calidad técnica y estética».     

Acerca de ese trabajo de producción, desde el punto de vista de la Egrem, la voluntad es aprovecharlo, pero «cuando se analiza el presupuesto de un año, no se puede dedicar todo a lo infantil».

En cuanto al estreno de un videoclip, Noguera insiste en que depende de varios elementos. «Nuestro medio de difusión “natural” es la televisión, a quien entregamos con regularidad las producciones terminadas y ellos se encargan de insertarlas en la parrilla televisiva».

LA PROMOCIÓN

Quienes crecieron en los 90 y los 2000 recuerdan con nostalgia títulos como Arcoíris Musical, Dando vueltas, El patio de Gabriela y Alánimo, que llevaban a las pantallas chicas canciones infantiles cubanas. Tampoco olvidan algunas de las piezas más populares del concurso Cantándole al sol, cuya promoción y popularidad se ha perdido con el paso de los años. Esos programas posicionaron temas y artistas entre el gusto de los niños, y convirtieron algunos en clásicos que perduran en la memoria popular.

En opinión de Félix León, locutor y director de radio y televisión, el decrecer en la cantidad y calidad de esos programas se debe a un tema de producción, pues para hacerlos es necesaria cierta logística en cuanto al montaje, que puede ser complicado ante la situación actual del país. Sin embargo, su creación debe ser una prioridad para los directivos de los medios.

No es que no existan en absoluto dichos espacios. Hoy tenemos algunos como Viva la música, TV Alegría y A la una, a las dos y a las tres, pero los materiales que abundan en ellos son producciones extranjeras. El canal digital, donde comparten señal Canal Habana y la programación infantil, incluye videoclips entre programas, la mayoría de ellos hechos en otros países. Así, los infantes terminan repitiendo palabras, expresiones y tradiciones que se alejan bastante de las nacionales.

Por otro lado, la radio siempre ha sido un medio priorizado por músicos de todos los géneros para la promoción de sus obras. Sin embargo, no es común encontrar programas dedicados a la música infantil cuando se mueve el dial.

Lo usual es que existan segmentos dedicados a los niños dentro de revistas y programas de variedades, asevera León. «Estos suelen insertar fragmentos de canciones y, muy raramente, piezas completas, en ocasiones de artistas cubanos. No contamos con suficientes programas dedicados a la difusión de la música infantil, y los que hay no funcionan realmente con este público». De ahí que resulte necesario hacer estudios para determinar los mejores horarios, temáticas y formatos que atraigan a los pequeños, pues de nada serviría producir la música y los programas para que no tengan impacto en sus destinatarios.

«Las instituciones cubanas, con muy pocos recursos y presupuestos, se esfuerzan para lograr una mayor presencia de productos infantiles con niveles artísticos muy elevados y acordes a nuestras realidades, pero falta apoyo y concurso entre las partes».

Debería existir mayor cohesión entre entidades para llevar a feliz término lo que, con tanto sacrificio y dedicación, nace en las mentes de buenos cubanos que quieren que nuestra infancia siga creciendo con los valores que necesita», declara Kiki Corona, un artista que durante más de 40 años de carrera cuenta con 35 discos, alrededor de 300 temas musicales y un solo videoclip.

Si tenemos creadores, instituciones, disposición para producir y promocionar música infantil con su necesario acompañamiento audiovisual, ¿qué esperamos para ofrecerles a nuestros niños productos artísticos que los hagan soñar?

 

TOMADO DE GRANMA

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