La tecnología, como toda obra humana, tiene un lado luminoso y un reverso oscuro. De la misma forma en la que dividir átomos puede suministrar la energía que necesita la humanidad entera, una reacción en cadena a nivel atómico puede detonar el poder de una estrella moribunda y provocar un genocidio, como en Hiroshima y Nagasaki.
Se trata de poder, del ejercicio del poder que es tan antiguo como la sociedad misma pero que hoy adquiere otra dimensión, en el ámbito virtual. En esa extensión digital de nuestra existencia, la tecnología sirve como vía para la intercomunicación instantánea entre cualquier persona desde cualquier parte del mundo, pero también se puede usar como arma para la desinformación. De deep fakes, granjas de bots y también de los sospechosos habituales se habló este martes en la emisión de Con Filo.