Con audacia e imaginación los documentalistas se inspiran en hechos y personajes para perpetuarlos.

El desafío de contar un relato no ficcional motiva a guionistas y directores, quienes comparten la pasión de contar vivencias, angustias, recuerdos, sentimientos, urgencias, estas inquietan a los humanos en cualquier lugar del planeta.

El maestro Leo Brouwer protagoniza un cálido testimonio sobre su vida y obra.

En el siglo XXI las tácticas expresivas del documental se desplazaron hacia ámbitos en apariencia extraños a las formas canónicas, mediante ellas se abordan la exploración del inconsciente, la auto-representación, el video diario, la exploración del inconsciente, entre otras, en busca de la hibridez manifiesta en la ficción y la docu-animación.

Los programas Pantalla documental (Canal Educativo) y Maravilloso mundo (CE 2) privilegian relatos de todos los tiempos. De ningún modo quedan en el olvido los principios del precursor Robert Joseph Flaherty (1884-1951), quien realizó el primer documental tratado como obra de arte: Nanuk, el esquimal. Aunque él no era etnógrafo ni se proponía incursionar en el género documental –esta palabra la usó por vez primera John Grierson en 1926- hizo del cine un documento vivo y no un espectáculo regido por imperativos industriales que le restaran autenticidad convirtiéndolo en una máscara de lo real.

De esta historia da fe el espacio Te invito al cine (Canal Educativo, jueves, 8:30 p.m.), que ha retomado puestas exhibidas durante la edición 41 del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano. Muchas de las obras presentadas en el evento mostraron soluciones revolucionarias para motivar el acto de pensar y redescubrir realidades-otras, las cuales poco se conocen o no con la sapiencia y la audacia necesarias.

Lo demostró el director Manuel Herrera en Retrato de un artista siempre adolescente, documental que parte de la vida del cineasta Julio García Espinosa, importante figura de la cultura cubana. En la puesta aborda el surgimiento y el desarrollo de la nueva cinematografía en nuestro país; connota sus éxitos, luchas, enfrentamientos con el pensamiento dogmático, la difícil, siempre riesgosa relación entre los funcionarios y los artistas, así como la defensa de una política creativa en beneficio del séptimo arte.

Sin ambages, Herrera demostró que la cultura es un proceso acumulativo de hallazgos, por muy deslumbrantes que parezcan las tecnologías de una época, estas no bastan, la dramaturgia audiovisual exige investigaciones acuciosas de envergaduras gnoseológica, estética, valorativa.

Quienes acuden a la no ficción, en tanto guardianes de la memoria, son conscientes que la vida, aunque sea difícil, si se aborda y muestra con artisticidad, será capaz de enriquecer la sensibilidad, la conciencia y el perfeccionamiento de un mundo mejor. No obstante, circulan por doquier textos audiovisuales que carecen de una mirada capaz de penetrar como un estilete en los conflictos y las complejidades de la existencia.

¿Por qué, en ocasiones, apenas se piensa en el punto de vista al concebir un relato? Sobre este aspecto se reflexiona con frecuencia en las emisiones de Te invito al cine, pues resultan insuficientes las cámaras y los artefactos sofisticados si falla la modulación de la información narrada que orienta el modo de contar historias.

Lo tuvo en cuenta Juan Diego Solanas en el documental Que sea ley. En Argentina, donde el aborto está prohibido, una mujer muere cada semana como resultado de prácticas clandestinas. El 14 de junio de 2018, los diputados argentinos dijeron sí a la legalización del aborto. El 9 de agosto, por 38 votos contra 31, el senado rechazó el proyecto de ley. La puesta acude a testimonios de hombres y mujeres que llevan el pañuelo verde de la Campaña por el Aborto Libre. La obra dibuja un retrato de las feministas de la nación sudamericana y muestra la esperanza de que su extraordinaria movilización haya dado a luz en ese país como en otros.

Sin duda, la lucha por la legitimidad de las innovaciones motiva reflexiones teóricas sobre el cine e invita a incursionar en diferentes campos y disciplinas, desde la sociología, la semiótica, la antropología y la filosofía política.

La resignificación del ser y el acontecer demuestra que el documentalista tiene la posibilidad de atisbar desde un acercamiento privilegiado momentos únicos y, por tanto, irrepetibles.

Resulta insuficiente la buena fe de relatar hechos y contradicciones si prima el desconocimiento sobre estructuras narrativas, las cuales organizan el orden que produce el sentido de totalidad en cada puesta.

Un ejemplo notable sobre el dominio de este concepto lo demuestran Katherine t. Gavilán y Lisandra López en el documental Brouwer, el origen de la sombra. Ambas logran que el intelectual cubano nos abra las puertas de la intimidad creadora para que exploremos su cotidianidad y la excelencia del quehacer compositivo de un artista relevante. Leo Brouwer reflexiona sobre asuntos que le preocupan y comparte inquietudes acumuladas durante ocho décadas de prolífera existencia.

Puede producir cierto extrañamiento la atmósfera de la puesta, clave esencial para comprender el fuero interno de un hombre culto, apasionado. Una vez más, la imagen, al igual que la buena palabra, revela y rebela el magma de las honduras del alma y del pensamiento.

Por otro lado, un “viaje” diferente emprende Joanna Reposi, en Lemebel, coproducción de Chile y Colombia. Ella rememora durante 96 minutos cómo el escritor y artista visual Pedro Lemebel sacudió la conservadora sociedad de Chile durante la dictadura de Augusto Pinochet a fines de los 89. Arriesgados performances sobre derechos humanos motivan a revisitar una problemática que conmovió profundamente a generaciones, las cuales no olvidan, ni silencian dolores, ausencias y muertes provocadas en esa nación.

Por distintas vías y apropiaciones de lo real, una, otra vez, debemos volver a planteamientos y alertas expresados por Flaherty: “Nunca como hoy el mundo ha tenido una necesidad mayor de promover la mutua comprensión entre los pueblos. El camino más rápido, más seguro, para conseguir este fin, es ofrecer al hombre en general, al llamado hombre de la calle, la posibilidad de enterarse de los problemas que agobian a sus semejantes”.

Cada historia exige una manera de contar, esta no se improvisa, demanda estudiar esencias, procederes, clásicos imprescindibles, las huellas de grandes que fueron transgresores para “reinventar” lo dicho con verdad artística y audacia subversiva, la cual nunca viene mal si la anclan sustentos sólidos y pensamiento cinematográfico.

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