Cada vez que veo a Corina Mestre, sea por la televisión, cine o en una reunión, por ejemplo en el Consejo de la UNEAC, me digo tengo que entrevistarla… En eso estoy hace años y lo haré, pero mientras hilvano estas palabras porque “A Corina lo que es de Corina”, pensé cuando supe que fue merecedora del Premio Nacional de Enseñanza Artística.
Personalmente la vi por primera vez una tarde de los años ochenta conversando con Alex Fleites en la sala de la casona de El caimán Barbudo. No estoy segura pero creo que él la entrevistó para las páginas de mi saurio. En aquel tiempo yo iba más al teatro que ahora y por esos días algo había visto de ella en las tablas (tiene más de setenta obras actuadas).
Fue con su papel en la telenovela Pasión y prejuicio que pensé por primera vez entrevistarla y después hemos conversado, particularmente en la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, UNEAC. Allí fui testigo de su felicidad como mujer embarazada y hoy feliz madre de un hijo al que adora.
He disfrutado y aplaudido todas sus intervenciones, tanto en la preparación de los séptimo y octavo congresos de esa organización, como en los debates de su Consejo Nacional. Sus apasionadas opiniones, realizadas siempre desde el más absoluto sentido de pertenencia, despiertan la aprobación de quienes la escuchamos.
Sin abandonar nunca sus actuaciones Corina ha dedicado veinte años de su vida a la docencia y encarna al decir de Helmo Hernández “el paradigma histórico de la enseñanza de las artes en nuestro país”. Al anunciar que Corina es el Premio Naciónal de Enseñanza Artística, el miembro de la Comisión Permanente de Cultura y sociedad de la UNEAC y presidente de la Fundación Ludwig de Cuba, subrayó “Corina es la muestra palpable de que ningún trabajo profesional se daña por dedicarse al trabajo, al contrario, son perfectamente compatibles y es considerando ese modelo pedagógico que se ha creado la base de la cultura cubana”.
La Bernarda Alba que encarnó como nadie, se dedicó a la formación de nuevos actores, desde el Instituto Superior de Arte, hasta en proyectos que lideró y su dedicación a lograr el entrenamiento para los actores y conseguir planes de estudio con rigor académico.
Actualmente la podemos disfrutar en Mucho ruido, serie dedicada a los adolescentes y que en su reposición logra captar la atención del televidente por su buen guion y factura, y en el que Corina se luce haciendo una maestra. Hace un tiempo la vimos en De amores y esperanzas, ofreciendo lecciones de una actuación tan apasionada como contenida. Y en los cines en Leontina, donde asume un rol que da temor.
Su más cercano recuerdo en vivo no lo quisiera tener. Esto lo publiqué el día que Fidel emprendiera su camino en la caravana hacia Santiago de Cuba “Acaba de pasar el carro con las cenizas de Fidel. Estamos en la calle 23 esquina E. Creo que es la voz de Corina Mestre la que grita “Viva Fidel”, la misma que ayer como siempre, declamó en la Plaza de la Revolución para iniciar el homenaje póstumo a Fidel y sentí su bella, revolucionaria voz, casi rajada, al decir “esto tiene un nombre, sólo tiene un nombre”…
Me contó que temblaba por la emoción y por aquella multitud que se dio cita en la plaza y donde nació el grito juvenil de Yo soy Fidel, que se ha hecho expresión de hombres y mujeres de nuestro país y otras partes del mundo. Como Corina, fidelista ciento por ciento, nadie ha declamado Fidel, del argentino Juan Gelman, en el que el Caballo, dicho en su voz tiene sabor a caña, a Sierra Maestra, a Granma, a Cuba.
Esta última condición hace que aplauda con mayor razón el Premio Nacional de Enseñanza Artística, porque a sus alumnos le trasmite desde sus entrañas el concepto de Patria porque como dijo Helmo “Desde todos los escenarios nos ha hecho sentir que la vergüenza nos ha hecho ser lo que somos”.