Hace unos días retransmitieron una mesa redonda, con historias de vida, en la que uno de sus protagonistas fue el Dr Alberto Hernández Cañero, Héroe del Trabajo de la república de Cuba, al que tiempo atrás le hice una larga entrevista. Mi colega Arleen Rodríguez me pidió que ofreciera mi opinión sobre el prestigioso profesional y accedí. A la mañana siguiente de la retransmisión salí temprano a comprar pan y tres personas me dijeron con una amplia sonrisa “Te vi ayer”.

Cada vez que sucede esto me digo ¡el vidrio, el vidrio, qué poder!. Y pienso en la responsabilidad de figuras públicas como conductores, actrices o cantantes, incluso los chef que hoy ocupan  múltiples espacios de nuestra televisión.

Esos aparatos que existen en nuestras casas determinan en que consideremos amigos, más que eso, modelos a los que llevan un espacio o alcanzan popularidad  por una canción.  Y algunos de quienes dirigen los programas tampoco se fijan (o no les interesa), en detalles que lejos de contribuir a la formación de un gusto acorde con altos valores estéticos,  lo que hace es favorecer la chabacanería.

¿Por qué las mujeres públicas de nuestra tv (son públicas por aparecer en la pantalla, igual que los hombres son públicos,  no quiero interpretaciones discriminatorias) jóvenes, con un cutis terso, bonitas, se maquillan  exageradamente, desde las pestañas hasta los labios rojos encendidos? ¿Por qué se les permite usar escotes pronunciados y aretes brillantes, incluso de día? ¿Por qué los conductores se sientan con las piernas abiertas frente a las cámaras, o sentados en banqueta e incluso de pie, sin acomodar bien sus genitales, dejando que se les marque en la entrepierna?. Hace muchos años un excelente comunicador me dijo que esta última actitud es una falta de respeto a los televidentes varones que los observan, porque les están tirando a la cara su “hombría”. “Cuidar ese aspecto, acotó, es cuidar la imagen”.

Se trata de eso ¿cuándo se aprenderá a  cuidar la imagen de quienes toman un micrófono en la mano ante una cámara televisiva?. Se que no hay ropa suficiente, ni el maquillaje ideal, ni  los muebles idóneos, pero tampoco el especialista que le indique, incluso al director del programa, qué colores de vestuario y de maquillaje son los mejores.

No entiendo cómo un destacado actor como Jorge Martínez, con un excelente papel en el filme Últimos días en La Habana,  de Fernando Pérez, entre otras reconocidas actuaciones, aparezca mal combinado, con un hablar “medio guaposo”, en el espacio Pa que suene (del que escribiré en algún momento) cuando él fue un conductor elegante y aceptable en la segunda temporada de Sonando en Cuba. ¿Quién lo dirige y le exige?.

No pretendo que exista un especialista en  imagen para cada espacio, pero sí puede haber uno por canal que oriente, antes de que salga  un programa cómo deben presentarse conductores y todos los que “darán la cara” ante las cámaras.

El estudio y cuidado de la imagen no es banalidad, quien piense eso no tiene la más mínima  idea de cómo se diseña la televisión actual. ¿Por qué Telesur  es hoy por hoy un canal preferido por cubanos de diferentes generaciones?. Porque dan lecciones de imagen y nadie me va a decir que es una televisión comercial o superflua, cuando destila duro trabajo ideológico y defensa de los valores de nuestra América.

¿Por qué Barack Obama fue con una “sencilla” camisa blanca al estadio latinoamericano en su visita a Cuba? ¿Sólo por el calor?. No, quería lucir informal cuando saludara a sus peloteros, al mostrar esa sonrisa perfecta de “buen amigo”. Eso es cuidar la imagen.  Y pongo este ejemplo porque no quiero, justo, que se me acuse de defender las ideas imperiales. Lo que si estoy segura que aunque haya sido (y es) utilizado por los grandes poderes capitalistas, de ese quehacer hay que aprender.

En un mundo interconectado la imagen de todas las figuras públicas  tiene un peso, cuidarla es responsabilidad, no sólo de ellos sino de quienes le rodean. Muchos años atrás, cuando trabajé en la revista Somos Jóvenes le hicimos un reportaje a Rosita Fornés y ella dijo que las fotos debían ser después de las cuatro de la tarde, por la luz. Y cuando llegó el fotógrafo le explicó qué lado de su rostro era más fotogénico. ¿Es eso superficialidad o profesionalidad?. Estoy segura, lector, que Usted dirá que es lo segundo.

Hay buenos programas de televisión que pierden televidentes por sus conductores, hay otros que los ganan (aunque no sean buenos) por sus presentadores. No hablo  de que para salir en la TV hay que ser joven y lindo, no, hablo que no se puede ser “pesao”, hay que ser telegénico. Pero bueno, vuelvo al principio de este texto ¡el vidrio, ay, el vidrio! cuanto poder confiere a quienes nos visitan todos los días en nuestras casas, ¡que responsabilidad!, entonces hay que cuidar a esas figuras públicas.

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