Conocí a Milton Díaz Cánter en 1979 cuando era un mangón (todavía lo es) y pasamos el curso para periodistas en la Escuela Superior del Partido Ñico López.

Cuando me entregó el texto y las fotos, una tarde en mi casa, interrumpidos por mi adorada Déborah, una diablilla de ocho años, recordamos aquellos años de la Ñico, al brillante Luis Armando Salomón, a Dávalos, el delegado de aula, a Fujichiro y a casi todos los integrantes de un colectivo que fue una suerte de familia para estudiar, compartir un huevo frito o beber una cerveza. Milton prometió escribir con su memoria fabulosa, pero no lo ha hecho. Con lo que me entregó lejos de quitarle pedazos he decidido publicarlo por partes, con complicidad de Hugo Edelqui, el alma del Portal de la TV.

¿Por qué esta decisión? Es una rica historia que merece ser conocida. Esta es la quinta parte en la que habla el “viejito” que se jubila; de nuestro gran Comandante y al final dejé un rico viaje a la semilla que deseó hacer Milton

                                         V

 

-   Leí que te jubilaste ¿para hacer qué?

- Así ha sido… Me acogí a la jubilación por reunir buenos números que me han aportado más de 40 años ejerciendo la profesión y más de 35 años en el periodismo de Televisión, en el que pude sobrevivir; en primer lugar, gracias a mi amigo el Dr. Chil, del Hospital Hermanos Almeijeiras que me convenció a comparecer en un acto quirúrgico, a través de la Otorrino Edna, del que una semana después, dejé de ser el inentendible ronco, que sin perspectivas en la radio y en la televisión, y con 45 años en las costillas pude emitir sonido entendibles y mejorar mis prestaciones reporteriles, sin la sombra de aquel desperfecto que “venía de fábrica”… Pero no me jubilé por las ventajas económicas que había acumulado hasta entonces. Simplemente, lo hice para trabajar, tal vez, más y en direcciones (como la de escribir, realizar documentales, en temas vinculados con nuestra memoria histórica que los compromisos diarios, como reportero del NND, no me lo permiten… Y confieso que me siento bien, con los desajustes propios de quien rebasa las seis décadas y media, pero con muchos deseos de desarrollar estos proyectos… O sea, me jubilé, pero no me he retirado (creo que lo haré cuando muera)… Mi vida está llena de sentidos; de forma especial con mi mujer y mí con hijo, a quienes le debo tiempo; pero siempre desde esa perspectiva social, a la que nos debemos todos los periodistas… Así que habrá Milton Díaz-Cánter sonando en Cuba y allende los mares, también, al menos: estas son mis intenciones… Habrá que ver que me permite el justiciero del tiempo, “Míster Guadaña”…

- Aunque la respuesta puede ser un (o varios) libro ¿Por qué para Milton Díaz Cánter es un privilegio haber vivido bajo el signo de Fidel?

- Mi querida Paquita (¡qué aguante tienes! Lo adelanté: te cansaría)… Desde hace algunos años estoy en un proyecto de libro que ya tiene su título y todo: Hora Cero (¿di tú?, no está registrado, por lo que corro el riesgo que otra persona coincida conmigo; o un –perverso- se apropie de la idea ajena. Pero bueno, si se va a meter en el tema y lo logra, figuraré entre los primeros que se lo reconocerán… Mi proyecto, del que ya tengo un buen trecho escrito y editado por la conocedora de menesteres del apasionante mundillo de los libros y que responde al nombre de Olivia Diago, la hermanita de aquella electrizante figura de nuestro voleibol masculino, en tiempos dorados, tiene que ver con el acompañamiento solidario de Cuba con los patriotas angoleños, desde meses antes de acceder a la Independencia, con la llegada el entonces Primer Comandante Raúl Díaz-Argüelles (junto con un reducido grupo de especialistas), para precisar detalles del implemento de la ayuda, hasta que el General de División Samuel Rodiles Plana, hizo flamear la Bandera de Combate de la MMCA, en la puerta del IL-62M que traía de regreso al último tropa del legendario contingente cubano en Angola… Es el justo momento, el de la precisión exacta; los más complicados, que fueron todos en el período aludido, que abarcó desde finales de julio de 1975, hasta el 25 ó 26 de mayo de 1991… ¡En todos! estuvo la mano solidaria de los cubanos, con el mismo arrojo y determinación como si se tratara de la defensa de un pedazo de esta isla… Como comprenderás, esta linda historia (con páginas escritas al más alto de los precios), tiene que ver con Fidel Castro Ruz, el Comandante en Jefe de siempre, el hombre que hizo converger todos los esfuerzos posibles en un objetivo común: luchar hasta hacer desaparecer el sistema de segregación racial, condenado en todos los foros internacionales de la época, con la misma intensidad, o tal vez mayor, con que la Humanidad enfrentó al fascismo… Soy uno de los millones de fidelistas que poblamos el Mundo, con la satisfacción de vivir y desarrollarme, socialmente, en los tiempos de Fidel… Tal vez, lo que quiero expresar no lo logre con mis palabras, pero estoy convencido que de esta época, la de los cambios globales, será recordada y en gran medida por la presencia del estadista cubano que aplicó el precepto martiano de que Patria es Humanidad y convirtió la solidaridad en un principio elemental y aplicable, aún en los peores momentos…

- Lo que desees agregar

- Me das la posibilidad de hablar de otros temas, de elección libre… No acabaría Paquita, he vivido bastante (tal vez, no el mínimo que le debemos a nuestro sistema de salud, con eso de las expectativas de vida), pero sí he vivido con mucha intensidad y en todos los momentos que le tocó a mí generación… Recuerdo, con mucha claridad, mis primeros años en el central Jaronú; los primeros recuerdos de la escuela, de Úrsula (mi primera maestra); de la negra Victoria, oriunda de Santa Isabel de las Lajas, era la que nos sobaba cuando sufríamos empacho (más nunca he oído hablar de esas “males estomacales del pasado”… De mi educación religiosa: Primera (y segunda), comunión… De mis lances como aprendiz de monaguillo; de Geldita, el primer ruido en mi cabeza, de su hermano Andresito… También de Pancho, Eliseito; de Julito Blanco y su hermana Rosa María… Del viejo Petrof y de sus hijos… De los Tabios que los fines de semana, por el día eran peloteros y por las noches integrantes de una buena orquesta… De Miki Mederos, de Rafelito Guatis; de Víctor Gordón, a quien vi hace unos meses después de 50 años… Del Negro Champion, asistentes de los hijos de Cucho y Pepe… De nuestros vecinos inmediatos: Leonila y Chachito; Caruca y Gerardo… De Mr. Sorensen, su hija Linda y la esposa… El primero era una especie de Ingeniero Agrónomo (sin restarle el mérito a Eliseo Acosta), el gringo fue el que estableció los silos de lo que posteriormente fue la caña Jaronú 60-5 que sí llevó a la esfera comercial (industrial el Maestro Agrícola Eliseo Acosta)… También recuerdo a Ludgardita, la mamá del popular comediante de la TVC “Chequera”, quien fue mi compañera de aula… De Caquí; de Lázarito, el hijo de Chichí… De Dagoberto Pedroso, del Chino Quevedo, el Chivo Mederos, estos tres últimos jugaron en las primeras y míticas Series Nacionales de Pelota… Otro que la echaba duro desde el box: Laureano, pero que todos conocíamos como Leandro, el hermano de Isora… Como olvidar las visitas de fines de semana a mis abuelos maternos en Kindelán, frente a Cortadera… Las reuniones familiares, sobre todo, cuando los parientes de La Habana se acercaban al central… Mis primos, los hijos de Juanito, que vivían en el barrio Cadenas, en la dulcería de los Villareal… Vi, disfruté y participé –por inercia- de la efervescencia provocada por el triunfo de la Revolución, el 1 de enero de 1959… Galo, el lechero de Jigüey, fue el del anuncio de la estampida de Batista esa madrugada… Recuerdo los primeros Barbudos en el Ingenio, entre estos Calín, Rogelio Carabela, que era de la 82, terminó sus días, creo, que en el mismo 59, en un accidente de tránsito en Magarabomba… Con apenas 10 años y aseguraría que con menos de 40 libras, ayudaba a los pilotos y técnicos de LCP (Lucha Contra Piratas), en el suministro de gasolina a las avionetas: dos Stingson y un Pipper (Podía caminar por sus alas que, en algunos casos eran de tela, protegida con una resina especial que las endurecías… Con Marrero, de Jefe de nave, y Eddy Caballeros, de copiloto, “cumplí” mi primera misión aérea, hasta las inmediaciones de Cayo Romano, en 1960 ó 61, en franco anuncio de lo que me sucedería cerca de 20 años después en Angola… La etapa de la Alfabetización… Mi hermano se fue de Jaronú y cuando regresó ya vivíamos en la ciudad de Camagüey… La Crisis de Octubre, en 1962, cuando vi los primeros soviéticos, cerca del barrio (el reparto Lenin), en Camagüey, donde tenía una serie de equipos que por señales facilitaban los aterrizajes de los aviones de combate Mig 15 –de estreno en nuestro país- Del ciclón Flora, en octubre del siguiente año; recuerdo que lo pasamos en nuestro apartamento, con siete ventanales de cristales (del tipo Miami), del techo al piso, cuyos cristales se arqueaban por la fuerza del viento (fuertes ráfagas), entraba el agua en cantidades y teníamos que dormir en el pasillos: mi abuelo paterno, mis padres y mi hermano Rolando… Vecinos, amigos del reparto Lenin que no mencionaré alguno, en esta ocasión, por no caer en el grave error de omisión…

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