Si mis amados  (y respetados) Carlos Marx y Federico Engels vivieran, apuesto a que le hubieran buscado la explicación a por qué es un cubano uno de los showman más populares de el país donde nacieron.

El mulato, alto, flaco, gay confeso y realizado, Jorge González Madrigal ha derribado cada una de las barreras que se le han interpuesto en su vida desde que en su Jatibonico natal, siendo un niño descubrió que le gustaba el mundo de las modas y el espectáculo.

Porque se enamoró de Praga  pidió la carrera de Ecología nuclear en la prestigiosa  escuela Ernesto Che Guevara, y entre los 500 aspirantes fue él quien, junto a otro tres jóvenes,  un día viajó a aquella ciudad medio bruja pintada por una tía suya, lectora de Kafka y que nunca había viajado, pero hablaba de castillos y brumas como si fuera su entorno natural.

Y el jovenzuelo  Jorge, un alumno de cien puntos, se decidió a estudiar aquella carrera y vivir en la ciudad de Kafka. No fue allí, sino en Bratislava donde se enredó con matemática, física, biología, aprendió el idioma e hizo amistad con sus colegas eslovacos, altos, de ojos azules, que lo llevaban a las fiestas de “carnada” porque a las checas les gustaba bailar con el mulato.

Así un día fue a un casting y empezó una historia  en las que la casualidad y el tesón se dan la mano: se encaramó en unos tacones altos de 18 centímetros para demostrarle a sus amigas modelos que era posible no solo caminar sino bailar cualquier ritmo con aquellos zancos. De esos tacos no se ha bajado, incluso con esa forma circula su marca de perfume Eau de Parfum Glamour E Heels.

De Checoslovaquia partió un día en búsqueda de su ciudad y la encontró: Hamburgo. Allí Jorge, el guajiro cubano, montó una suerte de compañía de promoción y un  día mandó la imagen  de un aspirante a conducir un programa. No lo aceptaron y le dijo a su representante que enviara su curriculum. Lo llamaron inmediatamente e hizo su primera incursión televisiva, y también esas puertas se le abrieron: estuvo por ejemplo en el Next Topmodel de Alemania por Heidi Klum y tuvo un  papel interino en la popular serie policial alemana: Notruf Hafenkante, hoy trabaja en Let's Dance (Bailando con las estrellas), y filma en diversas ciudades del mundo.

Me anuncia que “en los próximos días se  exhibirá The big L hotel  en los cines alemanes y el mes entrante  comienzo a filmar otra película”. Con todo esto y más, su amor por Cuba, por su familia, tengo una larguísima entrevista que pronto publicaré, mientras tanto si en cualquier momento ven un tipo alto, flaco, encaramado en tacones, con trajes hechos especialmente por Jóse Benedí, otro triunfador, no digan nada más que “miren, ese es el guajiro de Jatibonico, ecologista nuclear, que triunfó como modelo, entrenador, hombre de televisión e incursiona en el cine en Alemania”.

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