De buena tinta se que la televisión cubana transmitirá El joven Marx  (Der jungen Karl Marx), de Raoul Peck una coproducción de  Francia , Alemania y Bélgica y que se prevé  la reposición de Marx en el Soho, la pieza televisiva que conmovió a una buena parte de los televidentes cubanos en el  2007, además de que habrá otras propuestas televisivas sobre  un judío (no cualquiera)  que cumple 200 años el 5 de mayo, el  tan amado  como odiado Carlos Marx, en dependencia de quien se le acerque, aunque todos saben que se trata de un homo sapiens fuera de serie.

Michaelis Cué Pérez trabaja para reponer su unipersonal, el mismo que se llevó a la pantalla chica y del que Jorge Alonso Padilla me dijo “Marx en el Soho fue un regalo que me dio la vida. Un sobrino de Raúl García, mi co-guionista y co-director, jovencito, fue a ver la obra al teatro y regresó fascinado. Inmediatamente,  pensamos que había que verla. Fuimos al teatro y allí mismo concertamos con Michaelis Cué la posibilidad de llevarla a la televisión. En la obra había un cúmulo de ideas marxistas que tenían una enorme vigencia en nuestros días y para nosotros (hablo en plural) era casi un asunto de vida o muerte llevarla a la pequeña pantalla.”

De cómo llegó a ser ese excelente teledrama conversé  con su responsable principal:

¿Cómo Michaelis Cué  Pérez llega a la actuación?

Yo nací en un pueblito dela provincia Granma y que tenía como centro de su economía un pequeño central azucarero que molía a lo sumo un mes y medio o dos meses. Por lo tanto los únicos referentes de lo que era la actuación, te estoy hablando de la época prerevolucionaria, eran la radio,  y las pequeñas compañías de teatro vernáculo que iban al cine del pueblo a representar sus pequeñas obras y aprovechar la posible bonanza de los tiempos de zafra.  Después fue que vino la Televisión.   Viendo esas compañías yo me decía: ”Yo quiero dedicarme a hacer eso que estoy viendo arriba del escenario”.  Por supuesto desde mi pequeño pueblo en medio de la miseria era una verdadera utopía,  utopía que se hizo realidad cuando al final de la Alfabetización se creara la Escuela Nacional de Artes. Ahí empezó todo.  Yo soy graduado de la primera promoción de la Escuela Nacional de Artes Dramáticas.  Así que la Revolución cambió mi vida. Se realizó mi sueño.

¿Y al marxismo?

  Bueno antes que el marxismo Martí.  Recuerdo que encontré mi Martí desde la pobre aula de la escuela pública gracias a los magníficos profesores con que contaba.  No había libros, pero en las paredes del aula no olvido dos pensamientos martianos escritos:    “Ver en calma un crimen es cometerlo”    y otro:  “Con los pobres de la tierra quiero yo mi suerte echar”. Para un niño muy pobre esos pensamientos eran mazazos en la cabeza.  Luego cuando pude leí los Versos Sencillos,  El presidio político, Abdala que me prepararon cuando me cayó en las manos un ejemplar del Manifiesto Comunista que me resultó una lectura deliciosa.  Esto claro, después del triunfo de la Revolución. Por mi procedencia de clase, cuando leí ese libro me dije:  “Con eso basta, yo sé de qué está hablando ese libro”  Luego en la Universidad estudié el marxismo a así como toda la Historia de la Filosofía.   Aunque te advierto no soy experto en eso ni mucho menos.  Pero siempre he sentido que el humanismo que vi en Martí es el humanismo que vi en el marxismo verdadero.

“Desde el principio sabía que no podía tratar de imitar a Carlos Marx, ni ponerme barba ni afeites, porque Marx es un ícono pero también era un ser humano y en lugar de acercar Marx a mí, traté de ver qué yo tenía de Marx y cuánto de sus ideas tenían que ver conmigo” afirmó Usted en una entrevista ¿por qué le llamó la atención Marx en el Soho?

Así fue el proceso.  Tal y como lo dices. Es una historia muy linda.  Yo había oído hablar de Howard Zinn, sabía que había jugado un papel muy importante en concientizar al  pueblo norteamericano en la lucha contra la guerra de Vietnam.   Cuando el texto de Marx en el Soho me llegó había pasado por muchas manos aquí en Cuba.   Era interés del Ministerio de Cultura y del Consejo de las Artes Escénicas que eso se hiciera pero nadie se decidía, todos de una forma u otra lo rechazaron.  De eso me enteré después.  Hasta que se lo dieron a Julio César Ramírez. A Julio le interesó y dijo que el actor idóneo para hacer eso era yo y me lo propuso para dirigírmelo.   En cuanto lo leí no dormí más.  Me dije tengo que hacerlo.  Pasaba el tiempo y no empezábamos,  pero yo me iba aprendiendo la letra y fui llegando a esa conclusión que mencionas.  Esa fue mi hallazgo en el proceso y estaba muy estimulado.  Por alguna razón Julio no pudo y un buen día Bárbara Rivero me sacó del Teatro Nacional donde yo ensayaba y me dijo dentro de quince días viene Howard Zinn a Cuba para ver lo que se está haciendo con su obra.  Le dije:” Que venga que yo lo tendré montado en una primera versión”   Así fue. En realidad estaba tan compenetrado que me resulto fácil. Y lo hice en un tiempo record. Howard Zinn le encantó y pensaba que estaba listo para estrenar pero yo le dije: “No a esto le falta un mes de trabajo.   Fijamos la fecha y volvió para el estreno.    Me di cuenta que tenía que hacerlo entre otras cosas porque tenía que ver con mi historia y además porque todos pensaban que yo era el último actor que pudiera hacerlo.  Y esos retos me fascinan.   Sin embargo Julio y yo si sabíamos que era yo el que podía hacerlo. Fue un texto que me removió las entrañas. Y claro me di a la tarea de estudiar a Marx y mientras más lejos estaba físicamente de mí, más cercano espiritualmente me sentía yo de él.  Y por ese camino me fui. Tuve mucho apoyo para que eso se materializara.

¿De que forma contactó  con Howard Zinn? ¿Cuántas veces vino a Cuba por su Marx?

Yo no contacté con él como se desprende de la respuesta anterior.  El vino a Cuba invitado especialmente, cosa que le interesaba mucho.  Y por eso surgió la idea de que su obra se representara.  Ten en cuenta que estamos hablando de un historiador de la izquierda norteamericana y tenía interés además de ver Cuba,  ver también representada su obra  en Cuba y en ver la obra de la Revolución.  Un día me confesó que la gran proeza de la Revolución era haberse mantenido en pie durante tantos años sin que Estados Unidos pudiera destruirla.  Era la primera vez que Marx en el Soho se hacía fuera de Estados Unidos.   El vino en una primera visita.  Ese día nos conocimos.  Vino en abril y el 24 de mayo volvió al estreno que fue la fecha que fijamos y se asombró del cambio que dio el espectáculo que yo tenía en mente.  En ese viaje se lanzó además su estupendo libro La otra historia de los Estados Unidos, se le dio el Honoris Causa en Historia.  Y visito La Habana con más tiempo.   Vio el espectáculo  tres veces.  Después nos comunicábamos regularmente por correo electrónico y estaba al tanto de todas las funciones que yo iba dando y de mis funciones por buena parte del continente.

“Querido Michaelis: Muchas gracias por todas las críticas de diversos países. ¡Es un gran placer leerlas! Tú has hecho mi pieza famosa en Latinoamérica. Un abrazo, Howard” le escribió el reconocido dramaturgo ¿puede realizar un breve viaje al estreno y posterior  recorrido de su puesta?

 El estreno fue un acontecimiento.  Más de 30 críticas favorables todas en Cuba y en el extranjero.  Fue un momento muy importante en mi carrera.  Yo tenía una preocupación porque entendía las inquietudes de algunos colegas que desconocían el texto y lo que yo me proponía.  Era como una Crónica de un fracaso seguro me decían.  Yo no me podía bajar con un panfleto político.  Tenía que hacer arte.  Un texto donde se manejan categorías que el cubano en general domina, podía resultar una pifia.  De ahí que yo dije: “Bueno lo primero es no  aburrir y  la única manera de lograrlo estará en mi capacidad de humanizar a Carlos Marx.  No caracterizarlo exteriormente, sino  ir a sus esencias, su vida familiar, sus amigos, sus defectos, y que de ahí se derive todo. Tuve una temporada que se alargó después del estreno con un público mayoritariamente joven.  Perdí la cuenta en la función 160.  Me pedían el montaje de distintos países y siempre fue muy bien acogido.México, Costa Rica, Venezuela, Perú, Chile.  El espectáculo funcionaba a las mil maravillas y mientras más neoliberal eran los gobiernos, más funcionaba el espectáculo.  En junio próximo  me voy a Paraguay. Y en las giras lo fui simplificando hasta llegar a lo que es hoy.  Howard estaba al tanto de eso porque yo lo mantenía informado y porque le llovían solicitudes pidiéndole el derecho de autor.  En estos momentos está en repertorio en buena parte del Continente y Europa.

¿Disfrutó de la versión televisiva que realizaron  de la obra Padilla (el director) y Raúl García (quien hizo la codirección y el trabajo de arte)?

Sí, disfruté mucho esa versión.  Me parece muy ingeniosa.  Por criterios en contra se  transmitió sólo meses después y bajo muchas discusiones fue que logramos estrenarla.  Las cosas de la vida.   Un texto que asombró  a Howard Zinn por su montaje  y que le asombró en el clima de libertad con que se hizo, resulta que otros lugares del país no la veían con buenos ojos.  Lo cierto es que no se ha repuesto en la TV en estos años después de su estreno y sólo en las clases de Marxismo por la TV es que ponen fragmentos “no incómodos” para ilustrar las clases.   Espero que ahora se reponga íntegra. Quedé muy satisfecho con la versión y muy feliz.  Desde muchos lugares del país me llamaron a casa personas para felicitarme.  Fue un excelente trabajo y mucha gente la vio.

Nuestro Marx (a pocas personas le puedo decir esto como a Usted)  cumple  200 el 5 de Mayo próximo ¿cómo lo celebrará?

Lo celebraré disfrutando del Aguafiestas desde el Café Teatro Bertolt Brecht en comunión con el público. Por su bicentenario me gustaría brindar por Marx en medio de un público que ha ido cambiando y en medio de circunstancias que también han ido cambiando.  Será  posiblemente esta mi última temporada porque yo también he cambiado mucho. Será como probarla de nuevo.  Además sobre los mismos postulados, hay una Puesta nueva,  a tono con la época. Celebraré por demostrar que se puede y se debe hacer un teatro de repertorio.  Quince años después del estreno, celebraré por un Marx en el Soho vivito y coleando.

En ese loable empeño de reponer Marx en el Soho ¿quiénes lo acompañaran esta vez en el aderezo que exige ese unipersonal?

Muy pocos en honor a la verdad.  Aquí se ha perdido el hábito de reponer y no  mostramos el mismo entusiasmo que cuando se estrena una obra.  Ni las instituciones, ni la prensa. Yo tuve un estreno con mucho apoyo de parte de las instituciones culturales. Luego no ha sido así. Me siento tan sólo como el propio Marx en su camino hacia el Museo Británico.  Ahora mismo todo son dificultades y sólo mi terquedad podrá hacer que se reponga.  Este espectáculo que fue un espectáculo de encargo ha dejado de serlo.  Me lo encargo a mí mismo como me lo he encargado siempre que la repongo.   Son muchos los tropiezos.    Pero espero que eso cambié en la medida que se acerque mayo.   Desde luego hay personas muy contentas porque se vuelva a poner la obra.  Me resulta muy simpático ver los homenajes que se preparan entre nosotros para festejar este bicentenario, cómo están en la búsqueda de rarezas sobre Marx alrededor del mundo, de audiovisuales que se muestran, cosas que son loables y necesarias y sin embargo se olvidan que alguien aquí,  hace 15 años estrenó un humilde espectáculo sobre el tema y que lo tienen a la vuelta de la esquina.   Pero yo levanto la mano y digo:  “Oigan, oigan. “Aquí estoy con Marx en el Soho.

¿Qué espera Micha esta vez de recreación del Moro?

Cuando estrené Marx…… en el 2004, hablar de Marx, del Capital,  del Manifiesto Comunista era una rareza.  Ya hoy no lo es tanto.Tengo una amiga que después que salió del teatro me dijo: “Me dan ganas de ir a pedir mi entrada al Partido” Moro  se defiende solo.  Pienso que aunque el siga diciendo:  “Yo no soy Marxista”  “A mí no me echen la culpa” nos demos cuenta de que él tiene la certeza de que su obra es cosa del futuro. Basta con echarlo una miradita al mundo y en especial a Nuestra América.

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