El popular locutor de radio y televisión compartió recientemente con sus seguidores en Artemisa

No imaginaba que, de un momento a otro, después de trabajar en la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba (ETECSA) y colar aquella “pifia” de una supuesta convocatoria en Radio Reloj, la vida tomaría un rumbo sorprendente y se haría, con los años, el “millonario” que es hoy, así lo admitió recientemente en Artemisa, invitado al espacio cultural Diálogos a viva voz, que conduce el crítico y periodista Fernando Rodríguez Sosa.

La fortuna que amasa Marino creció con la ayuda de varios maestros como Ibrahim Aput, Virgen Ojeda, Luis Ángel Alarcón Santana (hombre de voz, cuerpo y modestia aplastantes), entre otros mecenas de prestigio. “La ilusión de su vida, un día lejano ya” era ser psicólogo y quizás por eso, dicen, estudia tanto a sus entrevistados. De vez en cuando, sale de la pantalla para presentarse en eventos importantes, como el Festival de Jazz, la Fiesta del Tambor y todos los lunes en el centro nocturno El gato tuerto, sin tanto protocolo como en la televisión, pero guardando distancias y sin bromas de mal gusto.

El acaudalado Luzardo se graduó como narrador de novelas en un curso que impartió, hace casi 10 años, ese ¡maestrazo! que es Orestes Martell y otra profe, Caridad Martínez, quiere trabajar con él antes de que ella se retire de la radio. Hace poco el director de cine Lester Hamlet lo llamó para interpretar un personaje en una proudcción que prepara. “Me gustaría un espacio donde fuera el anfitrión y pudiera entrevistar, hacer reportajes. Que la música esté presente y compartir con grandes figuras”, afirma Luzardo.

Casi al final del encuentro, Rodríguez Sosa le preguntó: “¿Quién es Marino?”. “Un cubano que sufre mucho las cosas que pasan cuando pueden tener solución y no se les da. Cuando las personas se manifiestan indolentes ante diversas circunstancias en Cuba, me siento mal por eso. Soy una gente preocupada por el destino de esta nación y tengo una altísima responsabilidad. Soy una persona afortunada, por la familia, los amigos y el trabajo que tengo. Ojalá por mucho tiempo pueda contar con esas bendiciones”, expuso Luzardo.

Comprobado está: ni grandes cuentas en el banco, ni joyas o propiedades repartidas por toda La Habana, el mayor patrimonio de este hombre popular es su inteligencia, el don de la comunicación y que lo conozca toda Cuba. Creo que, con esto, ni Carlos Slim lo supera.

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