El concurso de música cubana Adolfo Guzmán volverá a la pantalla televisual en el verano

Manolito Ortega será el director del programa de participación en el que compositores, intérpretes y públicos, rendirán tributo al compositor y pianista Adolfo Guzmán (1920-1976), un nombre imprescindible de la música cubana.

El reconocido maestro trabajó hasta la muerte como director de orquesta en la TV, en teatros y espectáculos. Mediante la labor fundacional, sus experiencias e ideas renovadoras, nutrió proyectos en diversos formatos, los cuales patentizaron la valía de un artista culto, sensible, riguroso, de gusto exquisito.

Quizá poco se recuerda o no con la sistematicidad que merece la labor de Adolfo Guzmán en el Teatro Musical, donde dirigió puestas memorables, entre ellas “Las vacas gordas”, de Abelardo Estorino, figura relevante de las artes escénicas.

Fue un cubano raigal, preocupado por la identidad nacional, acucioso investigador, creativo en la música y la manera de expresarse. Cómo olvidar sus hermosísimas canciones: No puedo ser feliz, Profecía, Seré feliz cuando tú me quieras, y muchas otras que nutren el patrimonio de la nación cubana.

Hay que escuchar detenidamente la música de Guzmán. Los más jóvenes descubrirán en ella las riquezas armónica y melódica, el modo de comunicar sentimientos, lo cual definió un estilo en el panorama sonoro y rítmico.

En su momento, cuando el maestro escribía para la orquesta, demostró dominio técnico, belleza, imaginación creadora e intuiciones musicales. Estos son valores que en el siglo XXI no pueden faltar, pues los públicos entendidos y no entendidos, comprenden la prominencia de quienes han sido y son portadores de valores genuinos a la sociedad.

Él enriqueció nuestra identidad con ballets, canciones, tangos, marchas, música incidental, himnos, composiciones para piano y orquesta.

Intérpretes de diferentes generaciones consideran que sus canciones nunca envejecen. En una oportunidad me comentó Omara Portundo: “me hacía feliz cantar Libre de pecado y otros títulos de un variado repertorio que poco se conoce por las mayorías. Arreglos de esta época pueden acercar temas de ayer, precisamos escuchar a quienes saben, pues demuestran tener buena memoria”.

Otros maestros, Guido López Gavilán y Chucho Valdés, han destacado el espíritu de superación, la entrega, la versatilidad, del hombre consciente y de una obra que muchas veces sonaba a música de concierto.

Fuente vital de nuestro modo de ser es la cultura popular, la dialéctica entre tradiciones y renovación que emerge de la impronta de Adolfo Guzmán.

En el complejo contexto actual, el liderazgo de lo autóctono, lo verdadero, consolida el patrimonio espiritual, la inteligencia, las reflexiones propias; pues la industria hegemónica impone productos de fácil deglución y mercancías manipuladoras.

Los programas musicales promocionan además de textos y músicas, vestuarios, gestos, proyecciones escénicas en la manera de asumir géneros y estéticas, los cuales nunca son inocentes, sino portadores de ideologías, ideas, provocaciones con fines subversivos.

El maestro Adolfo Guzmán es una de las figuras de nuestra cultura que merece homenaje imperecedero. Oportuno, largamente esperado, indispensable, resulta el programa de participación previsto para el verano, sin duda propiciará traer al presente su obra y repensar proyecciones que, en ocasiones, se alejan de los paradigmas de nuestra nación.

Pies de fotos

  • “Guzmán era un músico integral”, ha reconocido Omara Portuondo.

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Valia Valdés / Fotos: Cortesía de Tony Quiñones y Johanys Labrado
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Texto y fotos: Luis Casariego
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Jordanis Guzmán Rodríguez

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