Desde 1952 la televisión cubana transmitió telenovelas como parte de la programación habitual del entonces Canal 6 (CMQ TV)

En 1950 se estrena la primera versión televisiva de una novela en lengua anglosajona, la soap televisiva estadounidense. Dos años más tarde, Cuba pone en pantalla su primera telenovela de continuidad denominada Senderos de amor.

El experimentado dramaturgo, poeta, intérprete y realizador mediático Mario Barral López escribió sus cinco obras originales difundidas en directo. A su cargo estuvieron, además, la producción y dirección general de la puesta en escena del espacio habitual La novela en televisión, que el Canal 6 (CMQ TV) difundió de lunes a sábado; entre el 1 de octubre de 1952 y marzo de 1953. Esta fue la primera experiencia iberoamericana en la representación y difusión, durante seis días continuos, de novelas fragmentadas en decenas de capítulos por más de un semestre.

Estos primeros balbuceos de esos códigos, recursos expresivos, formatos y estructuras generaron una intensa experimentación en el creciente sistema televisivo habanero. En el resto del decenio, las telenovelas cubanas sumaron a los originales televisivos las versiones de variados relatos literarios, cinematográficos, biográficos y radionovelas, donde la visión melodramática no impedía la presencia de duras temáticas sociales creadas por Dora Alonso e Iris Dávila, donde se reflejaban las condiciones de nuestros campos y ciudades de entonces.

En un aluvión de proyectos y espacios se ensayaron todas las frecuencias, temáticas y tendencias en un incremento productivo, que permitía a múltiples televisoras rivales competir y gestar un boom sin precedentes. En 1958, solo el Canal 6 (CMQ TV) estrenaba 15 disímiles historias de amor de continuidad. Una de las más recordadas es la primera versión televisiva de El derecho de nacer, cuya frecuencia única de los sábados (8:30 p.m.) desaparecería al culminar su reducida versión de 35 capítulos. Después de La Habana, esta famosa historia radial se estrenó en la pequeña pantalla de Puerto Rico y, desde allí, se replicaría una y otra vez en varios países de la región.

Entre tantos mitos erróneos sobre la génesis de la telenovela en Iberoamérica, está aquel que adjudica su paternidad a México, aunque incluso varios investigadores aztecas señalan a Senda prohibida1, como su primera telenovela, emitida por el Canal 4 del consorcio TSM2; entre lunes y viernes, en el espacio Su telenovela Colgate, desde el 9 de junio de 1958, a partir de las 6:30 p.m. Asombra que en pleno siglo XXI se refuerce este error histórico, cuando la propia cronología productiva de las televisoras cubanas y mexicanas en esa década desmienten tal afirmación.

Una mirada retrospectiva nos revela los íntimos vínculos de los Azcárraga (México) y Los Mestre (Cuba) en los ámbitos mediáticos y culturales regionales. Ellos compartían numerosas actividades internacionales durante la primera mitad del siglo XX, lo cual explica la circulación de sus artistas, técnicos, ejecutivos, relatos y prácticas. Por añadidura, los cubanos devinieron fundadores directos e indirectos de las primeras televisoras en México, Colombia, República Dominicana, Venezuela, Puerto Rico o Argentina. Todo ello descarta el desconocimiento de la voluminosa producción de telenovelas difundida en La Habana desde 1952 hasta 1958.

Por ejemplo, meses antes de diciembre de 1953, Bob Wilkinson (productor argentino radicado en Cuba) llevó kinescopios de los programas dramáticos del Canal 6 cubano a Caracas, donde trabajaban algunos publicitarios, técnicos y artistas cubanos. Allí, ejecutivos y publicistas elogiaron su calidad y finalmente nuestra televisora produjo uno de los programas venezolanos3.

En mayo de 1954, Goar Mestre anuncia su proyecto de vender kinescopios y películas para las televisoras de América Latina y de Estados Unidos4. A fines de año, cuatro dramatizados cubanos grabados en kinescopios se difundieron en WAPA TV (Canal 4)5 de Puerto Rico.

La visión del investigador Paxman sobre el origen y esencial hibridez de las telenovelas mexicanas corrobora esta realidad: “Existen varias escuelas de pensamiento sobre los orígenes de la telenovela y su predecesor inmediato, la radionovela. El conocimiento convencional en América latina encuentra en Cuba los orígenes de la novela, específicamente en la industria del radio de la preguerra. Los académicos tienden a resaltar que el género tenía sus bases en las soap operas estadounidenses, aquellas desarrolladas para la radio por Procter & Gamble y otras compañías, cuyo formato serializado diario proveyó cimientos para la radionovela cubana; algunos otros van más atrás en el tiempo y enfatizan las raíces literarias de la novela en la ficción episódica y melodramática de la Francia e Inglaterra de los siglos 18 y 19.

“(...) Las compañías multinacionales de Estados Unidos pueden no haber precisamente inventado el género que apareció primeramente en la radio cubana en los años de entre guerras, pero ciertamente jugaron un rol de liderazgo al financiar su producción e introduciendo el formato a otras naciones.

“Esto fue evidente en el caso del debut de la telenovela mexicana en 1958, cuando el Canal 4 de Televisa transmitió al aire Senda prohibida, una producción de Colgate-Palmolive, promocionada como “Su novela Colgate”. Como fue el caso con el modelo comercial de la industria, la innovación y la influencia estadounidense en la telenovela mexicana estaba comprometida, limitada y modificada desde su mero principio. Esto es, un género ya visto como híbrido internacional durante su temprana fase de evolución bajo la guía estadounidense en Cuba, se globalizó a su llegada a México, la inevitable globalización se debe, por encima de todo, al día las suyas (...) Colgate importaba un formato serial que ya había sido probado en los Estados Unidos y en Cuba. (...).

“En otras palabras, Colgate trajo la experiencia completa de años de producción de televisión en Nueva York o La Habana a apoyar en su formación al serial mexicano”6.

Los códigos y recursos expresivos más diversos del género telenovela se forjaron en la oportunidad mercantil excepcional de La Habana a mediados de los 50; la única capital iberoamericana que durante el primer bimestre de 1953 poseía cuatro televisoras situadas en dos kilómetros cuadrados. La competencia generada por esta concentración de señales y por la competencia establecida en el mercado capitalino, aceleró el uso de múltiples modelos y variantes, e hizo de la telenovela el producto líder de la televisión comercial de América Latina.

A ello se sumaron los flujos y reflujos de la Industria Cultural en habla hispana, el sentimiento, la latinidad y la circulación de historias y autores. Entre las invariantes de las telenovelas se encuentran: la dramaturgia singular en la narración de las historias de amor, las relaciones específicas entre estructura narrativa y contenidos, los argumentos, las pausas, los recursos expresivos y dramatúrgicos, los estereotipos y tipos de personajes, los vínculos entre realidad-ficción y tradición-modernidad que ha marcado al género desde entonces.

La Habana siente el orgullo de haber gestado y multiplicado las telenovelas por regiones insospechadas, pues perviven pese la modernidad y a las nuevas tecnologías. Entonces, ¿quién duda que habrá telenovela para rato? 

Notas

  1. Inspirada en la exitosa radionovela de la cubana-mexicana Fernanda Villeli,
  2. Gutiérrez (1987), González (1998), Reyes de la Maza (1999), Terán (2000), Fernández et al (2000).
  3. Revista Bohemia,13 de diciembre de 1953.
  4. Revista Bohemia, 16 de mayo de 1954. Este plan encontró oposición en Puerto Rico, algunos de sus artistas se entrevistaron en Cuba con las asociaciones gremiales habaneras buscando respaldo a sus demandas.
  5. Ese año se hizo pública la participación accionaria de Los Mestre Espinosa en este canal boricua, es el primer precedente registrado de la inversión de capital televisivo en otras empresas de la región.
  6. Paxman (2005). 

Bibliografía

Alonso Alonso, M. M. (1999). Recepción de telenovelas: Un enfoque teórico-metodológico para su estudio. Tesis en Opción al Doctorado en Ciencias de la Comunicación. La Habana: Universidad de La Habana.

Cervera Batte, E. (2004). El arte para mí fue un reto. La Habana: Editorial Unión.

Dávila Munne, I. (S/F). Conferencia sobre las radio-telenovelas. Evento de Comunicación. Sao Paulo.

Gámez Torres, N. (2001). Blanco a la vista: La crítica cubana frente a la telenovela. Tesis de Licenciatura en Periodismo. Facultad de Comunicación. Universidad de La Habana.

González, J. (1998). La cofradía de las emociones (in)terminables: Miradas sobre las telenovelas en México. Universidad de Guadalajara.

Gutiérrez Espíndola, J. L. (1988). La industrialización del melodrama. Historia y estructura de la telenovela mexicana. En Trejo Raúl (Coordinador). Las redes de Televisa, Claves latinoamericanas: México.

Mazziotti, N. (1996). La industria de la Telenovela. La producción de ficción en América Latina. Barcelona: Editorial Paidós.

López Fernández, O. L. (2002). La Radio en Cuba. La Habana: Editorial Letras Cubanas.

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Ortiz, R. et al (1991). Telenovela: Historia e Producao. Sao Paulo: Editora Brasiliense.

Paxman, A. (2005). Híbridos, globalizados y hecho en México: influencias extranjeras en la programación televisiva mexicana desde los cincuentas. Explorando el mundo de la comunicación. Global Media Journal en español. Volumen 2, Número 3.

Reyes de la Maza, L. (1999). Crónica de la telenovela: México sentimental. Ciudad de México: Editorial Clio-Televisa.

Terán, L. (2000). Crónica de la telenovela. Lágrimas de exportación. Ciudad de México: Editorial Clio-Televisa.

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