Valoraciones del guionista sobre su concepción del audiovisual y adelantos de sus próximos proyectos

Amílcar Salatti es uno de los creadores devenido en referente a la hora de mostrar una ficción que se apoya en hechos tangibles, ya sea históricos como de la más recurrida cotidianidad. Lo cierto es que preocupado por la relación hombre-contexto social y en las relaciones interpersonales, Salatti ha logrado una poética a la hora de narrar muy particular. Crea atmósferas en las cuales incluye una sucesión de acontecimientos que no parecen tener grandes implicaciones, hasta el momento en que estalla el conflicto, que no demora en aparecer claramente.

Por otra parte, esa manera sencilla de hurgar entre los resortes de la ética constituye otro de los puntos a favor que encuentra el discurso concebido por este guionista, por cierto laureado tanto en cine como en televisión. Y justo sus dos películas, Esteban e Inocencia, dan fe de ello. Aun se escuchan los ecos de la aceptación de público y crítica, no obstante, luego de los aplausos, Amílcar Salatti siempre regresa a la televisión. Según refiere en exclusiva para el Portal de la TV Cubana: “Regreso a la televisión por una mezcla de cosas: algunas emocionales y otras un poco más prácticas y terrenales. A la tv le debo mi formación como guionista, el oficio que tengo y la capacidad de trabajo, todo es debido a la forma en que se produce para este medio. Creo que es una deuda de gratitud pues mis series y telefilmes me han dado tanta o más satisfacción que mis películas, y ese agradecimiento trataré de no traicionarlo. Eso es la zona emocional.

“La parte práctica es que dedicarse a escribir solamente para cine es un lujo muy difícil de asumir en una industria (la nuestra), que produce muy pocos filmes al año, y esos directores que ruedan, por lo general, escriben sus propias películas o trabajan con sus guionistas. Si hubiera esperado a darme a conocer como guionista para cine con Esteban, por ejemplo, que se estrenó en 2016, hubiera perdido 11 años de carrera en los cuales vi gran cantidad de mis guiones producidos en la televisión, que me permitieron ver mis errores y acumular experiencias.

“Creo, y ojalá la vida no me permita desmentirme, que nunca dejaré de escribir para la televisión. De hecho es la moda a nivel mundial: los guionistas de cine emigran a la televisión. Todos sabemos la infinidad de series de alta calidad que se producen para este medio. Así que no estoy fuera de moda (sonríe)”.

Y este regreso de Salatti a la televisión trae consigo la telenovela Entrega, que al acercarnos a sus primeros capítulos se muestra como un dramatizado necesario. “Entrega es algo en lo que he trabajado muchísimo. La ‘inspiración’ viene al terminar de escribir Inocencia. La investigación que hice para el filme me permitió descubrir que tenía ‘lagunas’ importantes acerca de la Historia de Cuba. Nuestra historia es preciosa, épica, y creo que merece ser contada con esa belleza y esa heroicidad sin que se convierta en un monolítico de nombres y fechas. Yo sufrí eso durante mi paso por la escuela y terminé viendo con malos ojos a la pobre Historia, que se me hizo aburrida y reiterativa cuando en realidad no lo es.

“Con esas preocupaciones me decidí a escribir Entrega. Y mi gran temor era poner en un espacio telenovelero a un protagonista que hablará de Martí, del Granma, de los mambises, del asalto al Cuartel Moncada… era ese el reto y lo hice con el temor de que el público pudiera tomar el mando y cambiar de canal, porque realmente la historia está, pero cómo tendrá que descubrirlo el televidente. Y con mis temores a cuestas, entonces decidí mezclar esta historia nacional con una segunda trama, coprotagónica, de carácter policiaco. No es nuevo. En muchas series a nivel mundial se une el drama y el policíaco, algo con resultados muy loables.

“Además, me había quedado con el bichito dentro, porque habían detenido la producción de U.N.O. (aún nadie me dijo por qué) y yo soy muy fan de escribir policiacos. A través de Entrega ‘me maté el gorrión’. Cuando escribí la telenovela tenía un par de directores en mente, pero por causas ajenas a nuestras voluntades no pudieron ser. Aparece la propuesta de Charly Medina con la que me sentí muy satisfecho, porque es un director que admiro y respeto por su trabajo. Charly intentó producir la telenovela de un modo diferente, menos anquilosado a los formatos de producción que tenemos, pero no lo logró. Y entonces llegó Albertico Luberta, que no por último es el menos importante. Alberto y yo habíamos trabajado en U.N.O. y nos conocíamos bien. Somos amigos y a mí me gusta lo que ha hecho, especialmente L.C.B, que fue una serie complicada de rodar y que Alberto supo sacar adelante con un resultado muy bueno. Nunca tuve dudas con él. La comunicación entre nosotros es total y eso, por lo general, ayuda a lograr un final feliz. A estas alturas de mi trabajo sí tengo la posibilidad de encontrar un director o proponerlo junto con los productores y asesores, y eso es una tranquilidad”.

Y aunque tiene esa libertad de elección que tanto agradece, Amílcar Salatti nunca escribe para una actriz o actor determinado. Al respecto comenta: “Nunca trabajo para actores. Muy escasas veces he pensado mientras escribo en alguno en particular, y si lo hago, me lo reservo. Lo evito, porque si después no puede estar, vienen las desilusiones. Pienso que los guionistas deberíamos tener más presencia en las decisiones de casting. La selección de un elenco puede mejorar un guion. Los actores son el alma de lo que uno escribe, pero también lo pueden hundir, y eso pasa más de la cuenta. Pero los directores son muy reacios a compartir esa posibilidad. Su zona de diálogo a la hora de levantar un proyecto no incluye el casting. Hay excepciones y en algunos casos se me ha permitido opinar y proponer. Hablo, felizmente, de Alejandro Gil, Yoel Infante e incluso Albertico Luberta.

“Y sí, desearía escribir algún proyecto que incluyera especialmente a dos actores, con los que nunca he trabajado: la primera, Isabel Santos, y el segundo, Albertico Pujols. Ojalá la vida me premie con verlos en una premier de algo que haya creado”.

Pues tal vez estas líneas puedan ser la primera parte de una muy merecida sorpresa para Amílcar Salatti, escritor atento y respetuoso de su realidad con la que tiene un expreso compromiso: contarla para desde el arte hacerla mejor, ya sea desde la televisión o el cine Y sobre su rastro andaremos una y otra vez porque ya nos adelantó: “En televisión estoy desarrollando para Magda González una serie juvenil que se llama Calendario; y estoy preparando junto con Luberta una sitcom sobre unos personajes que retomo porque ya estuvieron en la telenovela Latidos compartidos: Indira y Miguelito. Es una serie que tiene elementos de humor negro, terror y vamos a ver qué pasa con eso”.

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