Con el guionista de Entrega, Amílcar Salatti, a propósito de esta telenovela de tramas interesantes y bien concebidas

Desde hace ya un tiempo la televisión cubana ha recobrado el espacio estelar de la telenovela nacional con varias propuestas, unas más afortunadas que otras. Esta vez se unen el talento y la experiencia del director Alberto Luberta Martínez y del guionista Amílcar Salatti para mostrarnos una entrega de interesantes y bien concebidas tramas.

Alrededor del tema de la educación se tejen situaciones que logran retratar, con bastante verosimilitud, la realidad de la Cuba de hoy.

Luego de escribir la primera película sobre el fusilamiento, en 1871, de los ocho estudiantes de Medicina, estrenada el año pasado, Amílcar Salatti fue consciente de los vacíos históricos que arrastramos desde la enseñanza básica, y se propuso escribir una novela que tuviera por protagonista a un profesor de Historia de Cuba en un preuniversitario.

«Muchas veces se trata con rechazo esa asignatura, no quiero generalizar, pero no se le tiene mucho cariño, y es una pena, porque es superbonita y tiene momentos realmente extraordinarios».

El cariño por series de su infancia, como Blanco y negro no y Doble juego, un estilo extinto de la pequeña pantalla en estos tiempos, lo hicieron escribir la historia de un profesor que regresa al aula.

«Aunque esas series hacían hincapié en los conflictos de los muchachos, siempre estaban por detrás esos profesores comprensivos, talentosos y preocupados», recuerda.

A pesar de ser un tema sensible, no fue complicado conseguir que el Ministerio de Educación se pusiera a su disposición para brindarle asesoramiento y abrirle las puertas de las escuelas. «Quería hacer ver que es un trabajo muy sacrificado y de muchísima responsabilidad».

–¿Por qué escogió la enseñanza preuniversitaria y no otra?

–Me interesaba tratar con jóvenes, adolescentes, que ya están cerca de definir sus vidas, de tomar decisiones importantes, y también quería tratar los conflictos de la juventud en esta época. Bajar a la secundaria era tocar otro tipo de situaciones que en ese momento no me interesaban tanto, además, como era para horario estelar, si lo hacía corría el riesgo de ser una serie juvenil.

–¿Cómo definió los métodos que usaría el profesor Manuel en el aula?

–Durante la investigación, la gente del Ministerio de Educación me hizo saber cuáles son los métodos, vi profesores que daban clases un poco atípicas y a partir de ahí yo creé mis propias clases.

Amílcar terminó de escribir el guion en 2016 y la producción se llevó a cabo en 2018. Hace unos meses, en el país se implementaron nuevas medidas económicas que incluyeron el aumento de los salarios para los profesionales en casi el doble, de modo que uno de los temas centrales de la novela perdió algo de vigencia.

–¿Esto le supone algún problema?

–Ese es el riesgo de demorarse en producir las cosas, que puede que algunas temáticas se pongan viejas... La verdad es que hasta ahora en los comentarios que he recibido nadie ha cuestionado eso, comprenderán que la novela no se produjo hace unos meses cuando salió esta medida, sino hace más de un año.

–Además del tema de la educación, hay otras subtramas latentes que la gente agradece, como el policíaco. ¿Por qué lo trata?

–Es una cuestión personal, durante dos o tres años estuve escribiendo uno, y cuando lo detuvieron me quedé con ese bichito por dentro. También el tema es que, al tener como protagonista a un profesor y verme obligado a mostrar clases, me daba un poco de temor que se pusiera densa la novela. Yo había visto algunas series internacionales que mezclaban el thriller y el drama, y funcionaban muy bien.

Otra gran realidad que retrata Salatti es el envejecimiento poblacional que hoy caracteriza al país, y lo hace desde una interesante comparación: por un lado, presenta a un anciano abandonado en un asilo por una familia acomodada económicamente y, por otra parte, nos muestra a una familia de discreta economía, que se consagra al cuidado de la abuela, incluso desatendiendo sus propias vidas.

–¿Por qué le interesa este tema?

–Mis padres tienen 70 años más o menos, y casi todos sus amigos están solos en Cuba. El tema de la emigración no lo quise tocar, porque me parece ya desgastado en los audiovisuales cubanos. Pero sí quería hablar de la vejez, de cómo la gente la enfrenta, de hasta qué punto somos capaces de cuidarlos y de respetarlos. La novela tiene muchas preocupaciones personales mías también, realmente Cuba está envejeciendo, hay muchos ancianos solos, y quise verlo desde el perfil de la gente que los cuida, y desde los que no han sido buenos padres y la vida se los cobra.

Uno de los atractivos de esta propuesta es el aire fresco y juvenil que irradian sus historias y su elenco, conformado por varios estudiantes de la Escuela Nacional de Arte (ena).

–¿Cree que esta presencia es algo que necesita potenciar la tv cubana?

–Sí, realmente a la televisión le hacen falta series juveniles. Hay un discurso de una preocupación por los jóvenes, por que no emigren, por que encuentren un camino en el país, pero la realidad es que desde el audiovisual hay poco reflejo de ellos y de sus inquietudes, pocos cuestionamientos de sus problemas, y por eso trato de mostrarlos como son, con sus errores y aciertos, como los hemos tenido todos con esa edad.

–Esta propuesta hace muchos guiños al humor. ¿Por qué?

–Eso tiene que ver con mi personalidad. Me gusta mucho el humor, y esta vez no fue a conciencia, construyendo a los personajes fue saliendo solo. Creo que los actores también ponen mucho de lo suyo y le aportan más a esa base que quizá es un poco simpática. Es un mecanismo que uso mucho para aliviar tensiones y conectar emocionalmente con el público.

Él dice que escribe sin pretensiones, aunque en realidad espera tocarle la fibra humana al público, con el que siempre trata de empatizar a través de sus textos. «Me gustaría que cuando acabe no haya sido una telenovela más».

De momento, podemos esperar nuevos proyectos salidos de la pluma del exitoso guionista: una película con Alejandro Gil y otras dos cintas que serán óperas primas; y pretenderá, junto a la directora Magda González Grau, ganarse la simpatía de los más jóvenes con una teleserie juvenil, desarrollada en una secundaria básica, cuyo hilo conductor también será una profesora, pero esta vez de Literatura.

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