Una vez más confieso que no creo en los premios. Otorgarlos o no depende de un jurado, formado por seres humanos que se pueden equivocar (intencionalmente o no). Por primera vez que escribo de un premio Caricato. Y lo hago porque no hay texto que se escriba de la telenovela Entrega que no se alabe el desempeño actoral de todo el elenco, especialmente el de Keny Cobos, la sorda Beatriz y de Ray Cruz, el profe Manuel.

La primera mereció el premio Caricato en actuación femenina en la televisión, el segundo no ¿?. Y bueno les invito a calificar el espacio televisivo en ¿Cuál es su opinión de la telenovela Entrega?                               

Ahora les recuerdo como Keny se convirtió en Bety:

-Cuándo te propusieron hacer una sorda en entrega, ¿lo pensaste?

— Bueno Luberta me conoce como actriz hace varios años ya, fue uno de los primeros directores que me dio la oportunidad de trabajar en televisión, me siento muy cómoda con él y creo que nos entendemos bien porque ambos hemos repetido ya muchas veces y Beatriz no fue la excepción por suerte para mí.

Luber (Albertico) me llamó en marzo del año pasado (2018), me explicó sobre la novela, que me quería en ella pero me tenía una propuesta complicada porque el personaje sufría una discapacidad, era sorda y debido a eso me tenía que hacer casting incluso con dos sordos y una intérprete presentes como asesores, pues buscaban en la actriz cualidades específicas que después se pudieran explotar más. Me sugirió que fuera estudiando e investigando por mi cuenta.

Yo fui a una escuela de sordos y pedí el contacto de alguna muchacha que se asemejara a las cualidades del personaje para que me ayudara. Pero tuve un viaje al extranjero que me interrumpió el proceso y no pude presentarme al primer casting, llegué directo al segundo donde ya habían hecho un recorte de las chicas creo que quedábamos cinco.

Dos días antes, Luber me entregó las dos escenas del casting y aunque yo me presentaría por primera vez, me sentía en desventaja con respecto a las otras chicas y estaba muriéndome de nervios, me lancé porque me enamoreeeeé de Beatriz desde que leí esas dos únicas escenas, recuerdo que yo ni sabía que era un protagónico y tampoco me importaba si era pequeño o grande: yo solo quería hacerlo. Realmente no lo pensé, solo me dediqué a estudiar. Y así me enfrenté a una especie de jurado conformado por Luberta como Director, Loysis de Codirectora y Doimeadiós en la Dirección de Actores, más los dos sordos, Aime y Guillermo, y Eilin la intérprete que nos ayudó.

-¿Cuéntame cómo te preparaste?

— Lo primero que hice fue pedirle ayuda a una de mis directoras y gran amiga, Maritza Dechapelle. Ella me recomendó una escuela de sordos, allí me presenté y pedí que me contactaran con alguna muchacha sorda pero que fuera parlante y conocí a Tamara quien fue mi salvación. Ella por casualidad vivía relativamente cerca de mi casa y se puso a mi disposición a tiempo completo, a ella le debo mucho. Mi Bety partió desde su inspiración, fue mi musa.

Me acogió en su casa y en su familia los siete días de la semana durante casi seis meses sumando la etapa de pre e incluso el rodaje. Entre ella y yo solitas, sin intérpretes de por medio entendiéndonos a medias, conformamos las escenas para el casting y ya después 50 capítulos de la novela. Recuerdo que leíamos juntas y quitábamos o adaptábamos palabras de mis diálogos para que a ella le fuera entendible la situación de las escenas, después yo la filmaba con mi móvil muy despacio haciendo el lenguaje de señas.

También me llenó de folletos con vocabulario y fotos con los gestos y sentimientos, el alfabeto y palabras esenciales de la vida cotidiana para que fuera incorporando vocabulario. Ya durante la pre nos ponen los asesores que habían participado como jurado Aime y Guillermo, con la intérprete Eilin y entre todos, incluso el elenco de actores que interactúa con mi personaje y los tres directivos por supuesto, comenzamos a readaptar mis diálogos en la búsqueda por encontrar un camino entendible para el televidente no sordo y para la comunidad sorda pues Bety tenía muchas palabras o frases hechas en sus parlamentos que los mismos sordos no entendían.

Fue difícil para ellos interpretar el guion e incluso leerlo, pues no tienen ese hábito. Y yo usé el mismo método, grabar con mi móvil cada cambio del texto con el lenguaje de señas. Practiqué mucho la  fluidez del movimiento, ellos me exigían que eliminara la rigidez, si movía un poco más el dedo significaba otra cosa, enfatizaban mucho en mi gestualidad facial y en que mi vista debía estar dirigida siempre hacia la boca, etc.

-¿Qué te resultó más difícil?

— Difícil fue todo, yo perdí literalmente el sueño, Bety estuvo muy alejada de ser un paseo por el Prado. Desde practicar hasta el cansancio muscular de mis brazos, la fluidez de pasar de un gesto a otro conformando el párrafo de un diálogo o una oración. Memorizar además del texto, el gesto de cada palabra de ese mismo texto, emocionándome a la vez y siendo creíble en el conflicto de la escena. Además de buscar la colocación de la voz y tener que controlarla en escenas de llanto. De todas las dificultades la que más me preocupó siempre fue la voz, incluso después de estrenada la novela ha sido mi mayor desvelo. Porque resultó un debate fuerte durante los exhaustos ensayos, por lo desagradable que temíamos que pudiera resultar.

Yo tenía pánico sacar la voz y fue lo que más tardó en salirme y sentirme cómoda, Aime la muchacha sorda que nos asesoraba fue mi último referente porque ella no era parlante, casi no emitía sonidos en público y de eso me agarré llegamos a tener mucha confianza y yo en mis grabaciones además de fijarme en sus gestos también imitaba su voz y su pronunciación, pues hay letras que omiten por no tener la referencia auditiva no saben pronunciarla.

A inicios del rodaje por ejemplo en las primeras escenas Doime me decía, estás muy ronca o muy aguda, o muy grave, sacaste mucho la voz, pronunciaste mucho la palabra vamos a repetir. En general fue un proceso creativo en el que todos fuimos aprendiendo con la marcha incluso rodando ya, porque Bety en un inicio iba a ser parlante como recurso para que el televidente entendiera los diálogos y después descubrimos que no podía ser. Al final con el transcurso de los largos ensayos como bien decía Luber, para mi Beatriz ya no resulta una preocupación.

 

 

 

 

 

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