La poética del maestro Hugo Alea constituye un referente para las nuevas hornadas de realizadores cubanos

La década de los 80 marcó el momento de mayor florecimiento del Departamento de Marionetas de la Televisión Cubana. A 20 años de su fundación se había consolidado un cúmulo de saberes en el campo de la animación stop motion o cuadro a cuadro.

En ese contexto nace la pieza más reconocida del maestro Hugo Alea (quien cumplirá 81 años en abril). Cuando Papobo vio la luz, en 1986, rompió moldes y paradigmas. Hoy constituye un referente para el audiovisual cubano contemporáneo.

Entendidos en la materia afirman que la impronta de ese audiovisual está presente en joyas realizadas con la técnica de animación cuadro a cuadro, como 20 años, de Bárbaro Joel Ortiz, La luna en el jardín y Los dos príncipes, ambas obras de Adanoe Lima y Yemelí Cruz.

El filme Papobo alcanzó varios lauros y reconocimientos entre los que se destacan: Primer Premio en el Festival de Animación de la Uneac (1987), Primer Premio Coral de Animación en el Festival del Nuevo Cine Latinoamericano (1988), Premio a la mejor fotografía en el Festival de Cine para niños de Guyana, Venezuela; Mención de Honor en el Concurso Iberoamericano de Filmes y Videos de Ecuador; Selección Oficial Inpud Philadelphia, Estados Unidos (1988) y Selección Oficial Festival de Animación Annecy, Francia (1989).

Aunque Alea había dirigido los textos cinematográficos La calabaza y Zic y Zoc, no conocía personalmente al narrador, dramaturgo y etnólogo David García Gonce, también autor del clásico Papobo. La historia de un niño negro y pobre, descendiente de esclavos en La Habana del siglo XVII –que quería conseguirle un regalo de navidad a su hermana– había llamado la atención del director de animación.

“Un día, no recuerdo dónde, nos encontramos. Le pregunté si había visto los animados que había hecho sobre sus narraciones. Me dijo que sí y que le gustaban. Le comenté que el cuento suyo preferido por mí era Papobo, pero me parecía bastante complejo. Llegamos a un acuerdo: si él me ayudaba, lo hacíamos. Estuvo de acuerdo. Comenzamos a trabajar en el guion, pensando en que fuera un largometraje.

“Conseguí que en el Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT) lo contrataran a él y a su compañera, Edith Milá, como atrezzista. Ellos diseñaron y realizaron los muñecos principales y las primeras escenografías. Hasta aquí llegó la colaboración de los dos. Por problemas que surgieron, abandonaron el trabajo dejándome solo con la realización de la película. A partir de ahí tuve que diseñar el resto de los personajes y todas las escenografías. La realización de todo recayó en los atrezzistas del Departamento.

“Por motivos ajenos a nosotros la película tuvo muchas demoras. Esto hizo que su realización durara cinco años, pero creo que valió la pena. Nunca en Cuba se había hecho un filme de esa envergadura. Fue el primer largometraje de muñecos animados que se realizaba en nuestro país. La primera producción animada de la Televisión Cubana que ha obtenido premios y reconocimiento internacional. Para mí y para todos los que trabajamos en Papobo ha constituido un orgullo haberlo realizado”.

¿Qué hizo después?

–Después del triunfo de Papobo, quisimos seguir explotando este personaje. Teníamos la intención de hacer una serie de poco metraje de duración, con diferentes temas. Hablé con David García y estuvo de acuerdo. Trabajamos en el primer guion. Se llamaba La riqueza, y trataba de cómo los hombres de esa época se enriquecían de forma ilícita (con el comercio de esclavos).

“Llegamos a realizar toda la filmación y edición de esta primera serie. Solo faltaba filmar los créditos para incorporarlos al filme. Cuando enviamos la película a los laboratorios nuestros (de los Estudios Cinematográficos) habían dejado de funcionar por falta de químicos para el revelado de los rollos. Después los Estudios fueron clausurados. Nunca se pudo terminar La riqueza y no sé qué camino tomó esa producción”.

¿Por qué deja de trabajar en el Departamento de Animación?

–Con el advenimiento del Período Especial los Estudios Cinematográficos del ICRT dejaron de producir. Después de un tiempo sin trabajo, comencé a hacerlo dirigiendo el programa Andar la Habana, con el doctor Eusebio Leal. Estuve en ese espacio desde 1993 hasta 1996, en que recibí una invitación para trabajar en los estudios de Cinearte de Ecuador.

“Ya allí se encontraban laborando Reinaldo Alfonso y Jorge Pérez Nerey. Nos contrataron para realizar una serie dirigida por el dueño de los estudios, Edgar Cevallo, sobre la historia de Ecuador. Eran capítulos de un minuto de duración. Reinaldo estaba trabajando en los diseños y Jorge y yo realizábamos las filmaciones y la animación”.

Ahora se está produciendo un renacimiento de los Estudios de Animación de la Televisión Cubana. ¿Qué puede decir al respecto?

–En los últimos años me desvinculé completamente de la animación en Cuba. Recientemente conocí a la realizadora Ivette Ávila Martín. Ella quiere publicar en la revista Cine Cubano la historia de la animación corpórea en Cuba. Paralelamente, me ha ido mostrando los trabajos que están haciendo y me parece formidable lo que están logrando. Todo eso me llena de satisfacción. El saber que la animación corpórea no ha muerto y que está volviendo a renacer es algo maravilloso.

David Jaime ha continuado el legado de El profesor y ahora forma a los futuros animadores que continuarán esa serie. ¿Cómo valora esa continuidad de los Estudios a través de la transmisión de saberes de maestros a discípulos?

–No hace mucho supe que David Jaime le estaba dando continuidad a El profesor, y esto me gustó. Le deseo mucha suerte en su trabajo de volver a la vida a un personaje al cual le tomamos mucho cariño.

¿Qué no debería faltar a la hora de escribir la historia de la animación corpórea en la Televisión Cubana?

–Al escribir la historia de la animación en la Televisión Cubana no debe olvidarse el meritorio compromiso de los que laboraron en ella. Que a pesar de todas las dificultades materiales de la época supieron llevar adelante, con amor y dedicación, un trabajo que iba dedicado a la infancia.

“Pero, además de hablar de eso, sería más provechoso rescatar toda esa obra, que no se pierda todo lo que se hizo, y volver a proyectarla en la televisión para que la generación actual y las próximas, que no la han conocido, tengan el placer de ver la historia de la animación cubana, a través de los trabajos que se realizaron en el pasado”, concluye uno de los padres fundadores de la técnica de stop motion luego del triunfo de la Revolución.

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