Acercamiento a la telenovela como forma televisiva de comunicación de masas

Ernesto Fiallo durante la dirección de una escena en la telenovela cubana que transmite Cubavisión“Imagínese a un hombre sentado en el sofá favorito de su casa. Debajo tiene una bomba a punto de estallar. Él lo ignora, pero el espectador lo sabe. Eso es el suspenso”, así definió el director y productor británico Alfred Hitchcock (1899-1980) una de las claves para atraer el interés de los públicos hacia la ficción audiovisual.

Fue pionero en muchas de las técnicas que caracterizan el thriller psicológico, y al juego con los enigmas del relato añadió otros ingredientes indispensables: el misterio –los espectadores saben que existe un secreto, pero lo desconocen-, y la sorpresa: el secreto se revela de manera súbita.

 

Engaños, bloqueos y equívocos mantienen dinámicas en la trama que suele motivar en los espectadores una interrogante: ¿hoy sucederá algo nuevo? Así ocurre en la telenovela, por lo general representativa de dilemas, problemáticas y costumbres que responden a comportamientos propios de la época y el lugar donde se originan.

El desarrollo de la historia en esa forma televisiva de comunicación de masas suele utilizar la tragedia y el melodrama en acciones subordinadas –mal llamadas subtramas-, géneros dramáticos que suelen desplegar “un rito iniciático erizado de dificultades”, como reconoció el semiólogo francés Roland Barthes.

En las telenovelas no es inocente la utilización del melodrama, género no realista en el que la caracterización de los personajes-tipo es externa, los cambios ocurren de manera irresponsable y veleidosa.

Estas convenciones se manifestaron en las telenovelas brasileñas Chocolate con pimienta y Paraíso tropical, ambas interminables, reiterativas, con altas dosis de tonos patéticos y pasionales.

El azar, recurso propio del género, en ocasiones deviene una “maldición” en el trayecto de los personajes-tipos, les cambia el rumbo, el destino y las circunstancias, pero mantiene una confrontación inviolable: la lucha entre el bien y el mal.

Así lo representan las telenovelas Herederos de una venganza y La otra esquina, que cuentan relatos, puntos de vista y estéticas diferentes, pero con visiones comunes: la defensa del amor y la justicia, así como la crítica a la doble moral, la corrupción y otras lacras sociales.

De igual modo, pululan en series y filmes, personajes crueles, perturbados,ácidos, que existían en elcatálogo de malvados de William Shakespeare, para quien una manera de entender el mal y desarmarlo, es jugar con él, representarlo. Este célebre dramaturgo universal dominó con maestría el arte de revelar esencias e interioridades del alma humana y una codificación moral, en la que están presentes, desde la época medieval, disímiles pasiones: soberbia, lujuria, avaricia y envidia.

Guionistas y realizadores son conscientes de que los malvados del renombrado escritor no caducan, y al enfrentar dos fuerzas antagónicas: el bien y el mal, los incorporan al discurso telenovelesco que se consume de forma emocional, inmediata, como parte de la industria comercial. De ahí la importancia de interpretar todo texto audiovisual desde sus estrategias enunciativas.

Consuelo Ramírez, con un amplio aval en la dirección de ficciones unitarias, considera que la telenovela: “es un entrenamiento muy fuerte para todo realizador”.

Aceptó el desafío junto a Felo Ruíz, co-director, “a quien acudí por compatibilidad artística y empatía personal. Hasta junio estaremos grabando la telenovela de 87 capítulos Piel de barrio, con guion de Yurior García, Gabriela Reboredo y Amílcar Salatti.

“La trama está llena de sucesos, un detalle que considero importante, pues el objetivo de la telenovela es entretener.

 Diana Rosa Suárez, Blanca Rosa Blanco y Dianelys Fuentes, representan personajes-tipo de una familia cubana en La otra esquina.“Los personajes-tipos tienen un diseño bien pensado, tenemos una materia prima que motiva a trabajar al equipo técnico y artístico para contar una historia contemporánea, en la cual no faltan villanos y víctimas, buenos y malos, que con sus actitudes y acciones harán reflexionar”.

En la sociedad digitalizada del siglo XXI adquiere un nuevo matiz la telenovela latinoamericana, que desarrolla sus particularidades de acuerdo con la localidad donde se difunde y representa ideales humanos a los cuales el televidente aspira a llegar, pues defienden los símbolos identitarios propios de nuestro continente.

 

 

 

 

 

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