El 20 de noviembre del 2012 Progreso Semanal/Weekly, publicó bajo el título de  El video clip, un comentario de Dalia Céspedes: “El video clip es la mágica invención que permite que los músicos no tengan ya que preocuparse por la calidad de la música, sino que esta solo deba fluir tras una miríada de imágenes vertiginosas que acaparan por completo la atención. Hoy, pues, cualquier música es música de fondo. (  ) Lo genial de la invención, sin embargo, es que tampoco las imágenes deben tener espesor alguno, profundidad, sustancia. Basta que el mensaje visual se acoteje de algún modo a la música de fondo que, a su vez, se amolda a la imagen. (   ) Nunca antes dos artes, en este caso la sonora y la visual, se combinaron con tanto éxito para no hacer arte. Pero esto no quiere en absoluto decir que los responsables del hecho hayan dejado de sentirse artistas. Por el contrario, por una rarísima inversión de conciencia, los que participan en la onda del video clip se sienten más artistas que antes. Es más, podría decirse que si no fuera por el video clip muchos técnicos del sonido y la imagen jamás habrían logrado sentirse artistas.”.

 

 A su vez, el periodista y escritor español, Juan Tena Martín tres años antes en su texto: El rostro Humano de la Innovación: Michael Jackson, afirmaba “La innovación supone un cambio y un avance en la mayor perfección de lo innovado: es la creación de un arquetipo. Hay innovaciones que facilitan el conocimiento, la comprensión y el gusto por cierta música y sus autores e intérprete. Innovación que dispara la industrialización y comercialización de la mercancía, entendida como un bien cultural en su siempre doble aspecto de contenido y envoltorio. (  ) El video clip, es decir el corto musical creado como promoción de un disco o cederrón valiéndose para su producción de las técnicas propias de la cinematografía es una auténtica novedad, una innovación dentro no sólo de la industria discográfica de numerosos grupos, sino televisivas y, últimamente, de la Internet.”

He puesto  sólo esos dos ejemplos de posiciones totalmente encontradas sobre el video clip, un fenómeno aún reciente, aunque  los Beatles en 1966 montaron imágenes en sus  canciones Paperback Writer y Rain, para promocionarlas; antes (1930) Carlos Gardel filmara una serie de cortos musicales y este año se cumplan cinco décadas de que Santiago Álvarez realizara Now, considerado por algunos especialistas el primer clip cubano.

Con ese tiempo de existencia o de antecedentes, el género para unos es arte, para otros es mera mercancía. A ese torbellino de debate que aún existe, se ha lanzado Fernando Pérez,  el cineasta vivo más reconocido de Cuba, con una vasta obra en largometrajes de ficción y documentales (Suite Habana, Madagasgar, Martí, el ojo del canario, Clandestinos…).

El clip no le ha sido ajeno a cineastas. En 1983, cuando llevaba diez años realizando largometrajes de ficción, John Landis  aceptó la propuesta de Michael Jackson  para filmar Thriller, un corto de catorce minutos, que según los especialistas marca el antes y el después del polémico género. Landis y El Rey del Pop lograron un  binomio que influyó en la manera de promoción discográfica, especialmente en Estados Unidos.

Un autor de culto como Martin Scorsese, en 1987 hacía el video clip de Bad, canción que nombra el disco homónimo de M. Jackson. El cineasta (que también ha filmado series) compuso  la pieza con  el cantante bailando en el metro de  Nueva York, y logró buena popularidad a finales de 1987.

Así que no es para nada extraño que Fernando se haya decidido a bautizarse con el controversial  clip. “Estaba esperando el tema que me motivara”, me confesó el realizador. Lo encontró en Canción fácil, de Martha Valdés, en lo voz de Haydee Milanés que casi susurra la letra, de por sí melancólica.

Con una duración de cerca de dos minutos, desde los primeros planos (la fotografía es de Raúl Pérez Ureta) se siente a Fernando. Es su estética, su modo decir: el color, el tempo, el mar –casi un fetiche en su obra-, los rostros, ese conjunto que una vez más nos habla de tristezas y pérdidas.

La producción, dirección de arte y edición, esta última compartida con Fernando, es de Alejandro Gutiérrez, el maquillaje y la peluquería de Edwin L. Ramirez, el sonido de Osmani Olivares y José Galiño; efectos visuales de Paiffer y las corrección de colores de  Rubén Cruces.

Dedicado a Andrezj Wajda por Todo para vender, al decir del autor se trata de un video clip “raro”. Y lo es si se compara con buenas realizaciones actuales, en las que impera un ritmo visual mucho más dinámico que el usado por Fernando para su pieza.

Con el fuerte sabor aún  de su último filme, La pared de las palabras, he disfrutado de esta entrega que me dice una vez más por qué Fernando Pérez  es un paradigma para los jóvenes realizadores. Quien abrazó el cine independiente a los 68 años y hace un  video clip a los setenta, es un  ser eternamente joven. 

Canción fácil   no es un clip renovador en su propuesta para el género,  pero tener a su hacedor entre los  bisoños directores del patio, es un orgullo para el clip cubano porque  esta cortísima pieza tiene el hálito estético de un hombre que con amor nos ha devuelto a Cuba en imágenes inolvidables.  

 

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