Entre tu y yo
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- Escrito por: María Regla Figueroa Evans / Fotos: Cortesía de la entrevistada
- Categoría: Entre tu y yo
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A Rosalía Arnáez los cubanos la conocemos por sus apariciones diarias en el Noticiero Nacional de Televisión. Allí se destacó por su bello y refrescante rostro, su dicción perfecta y una elevada empatía con los públicos.
Con regularidad se le apreció en la conducción de programas radiales, televisivos y en otros espacios más específicos, relacionados con homenajes, imposición de medallas y otros lauros.
Icónicas resultaron sus animaciones en la Plaza de la Revolución junto a otros grandes de la locución, como Teresita Segarra y Rafael Serrano, quienes también fueron parte de aquellos históricos acontecimientos en los que el pueblo desfilaba frente al monumento a José Martí.
Rosalía es de esas personas que, según comentó alguna vez, “siempre busca un porqué a la vida”, lo que la lleva a reinventarse a cada momento.
Amante del tango, fue líder de una peña dedicada a profundizar en el conocimiento y difusión de ese estilo musical argentino. Coautora, junto a Idania Martínez Grandales, del volumen ¡Al aula didáctica de la locución! Guía para la comunicación oral, es profesora del Centro de Capacitación del Instituto de Información y Comunicación Social. Desde hace un lustro, conduce en la COCO el programa Antena Musical, donde comenta música nacional y foránea, demostrando la solidez de sus conocimientos en el ámbito artístico-sonoro.
Por estos días sorprende a amigos y colegas al revelarse como realizadora audiovisual. Según comentó al Portal de la TV, está inmersa en el documental Voces del feeling, un breve recorrido por la primera etapa de este movimiento estilístico, a través de las figuras de Ela Calvo y Ángel Díaz, dos genuinos filineros.
Cuando Rosalía comenzó el trabajo de mesa con el actor Luis Alberto Ramírez, tenía preconcebido incluir a Ela Calvo. Posteriormente, a sugerencia de Luis Alberto, adicionó a Ángel Díaz al proyecto, teniendo en cuenta que de él no se habla mucho, a pesar de ser uno de los fundadores del feeling. A partir de ese momento, la labor se hizo más dinámica.
Junto al equipo de realización, Rosalía se dio a la tarea de localizar materiales biográficos sobre Ángel Díaz y de disponer de nuevas informaciones sobre Ela, por quien la periodista siente una alta admiración.
“La conocí en El Gato Tuerto, donde Ela cantaba y yo conducía el espectáculo, lo que me permitió aquilatar no solo los valores vocales de la artista, también los humanos. Con posterioridad coincidimos en la Sociedad Rosalía de Castro”, indicó la también profesora.
¿Cuánto le ha ayudado su desempeño profesional en la realización audiovisual?
—Ha fortalecido mis vínculos con el maravilloso mundo de la cultura y de la música cubana, especialmente durante estos últimos cinco años en los que he conducido, junto a Ángel Manuel, el programa Antena Musical de la emisora COCO.
Mis conocimientos sobre nuestro rico acervo musical se han ampliado notablemente, así como sobre los requerimientos para divulgar el hecho artístico del feeling en Cuba y más allá, con énfasis en el área caribeña, donde también llegaron los influjos de este estilo rítmico.
¿Qué contactos previos tuvo con el mundo audiovisual que la incentivaron a incursionar en él?
—Antes de trabajar en el proyecto Voces del feeling, mi única experiencia en el ámbito audiovisual provenía del aprendizaje adquirido en el informativo de la televisión, donde me desempeñé como reportera, realizadora y periodista. En ese espacio abordé todos los géneros periodísticos, según lo exigiera cada ocasión.
Sin embargo, como conductora, tuve un contacto constante con la realización audiovisual en programas como Iguales y diferentes, Como cada domingo y Con luz propia. En cada uno de ellos participé en múltiples ocasiones en los procesos de investigación y en la elaboración del guion. No obstante, Voces del feeling constituye mi primer documental como realizadora.
¿En qué momento del proceso se encuentra el audiovisual?
—Nos encontramos en plena etapa de filmación. Contamos con numerosos testimonios sobre Ela Calvo y Ángel Díaz, proporcionados por sus respectivas familias, amistades, así como con entrevistas a especialistas que abordan la impronta del feeling en la música cubana.
¿Tienen planificados otros trabajos relacionados con el feeling, dada su importancia dentro del pentagrama nacional?
—Sí, proyectamos un segundo material audiovisual que se enfocará en los cultores del segundo momento del feeling. Entre ellos figuran Ela O’Farrill, Marta Valdés y Tania Castellanos, quien transitó por diversas etapas del movimiento. Por ahora, el resto de los representantes del feeling solo serán mencionados de manera general en el material.
¿Quiénes la acompañan en esta nueva etapa de su vida profesional?
—Me acompaña como codirectora Marilú Macías, a quien he prestado mi voz en off para varios de sus documentales y que, además, posee una amplia experiencia en el universo audiovisual. También me escolta el actor y director de casting Luis Alberto Ramírez, así como un excelente equipo de camarógrafos.
¿Cuáles locaciones han utilizado para las grabaciones?
—Además de entrevistas y materiales de archivo, hemos filmado en sitios como El Gato Tuerto, el Hotel Nacional —donde cada noche se defiende la canción en el Salón de la Fama— y en la sede de la Empresa de Grabaciones y Ediciones Musicales (EGREM), específicamente en el estudio Areito, hoy detenido por falta de inversión.
¿Además de rendir tributo al feeling, el documental persigue otros propósitos?
—Aspiro a que este material sensibilice a las autoridades responsables con respecto a la recuperación de algunos de los sitios emblemáticos del feeling, como el Pico Blanco, el Cherezada y La Red, entre otros espacios que fueron esenciales en la difusión de este romántico género.
Voces del feeling será una oportunidad para que las nuevas generaciones de cubanos conozcan a figuras destacadas de este estilo, que durante muchos años acompañó las noches bohemias de la capital. Su influjo armónico fue telón de fondo para enamorados y parte entrañable de la memoria afectiva de un país.
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- Escrito por: Ivón Peñalver / Fotos: Archivo
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Comentario sobre Mayra Mazorra, una de las actrices más auténticas de la escena teatral y televisiva cubana.
Entre los logros de la actual telenovela Sábados de gloria, destaca la oportuna incorporación de los personajes secundarios, quienes, en su mayoría, aportan contenido, intensidad e incluso veracidad a las historias y conflictos de los protagonistas.
Dentro de estos personajes secundarios se encuentra Lidia, interpretada por la destacada Mayra Mazorra, una actriz que, aunque siempre nos ha sorprendido con su autenticidad, llega a esta telenovela abordando un tema de especial sensibilidad: las consecuencias de la violencia de género y la custodia de un menor tras un caso de feminicidio.
Aún resuenan los ecos emocionados por Myriam, el personaje que Mazorra interpretó en Tan lejos y tan cerca, la madre con Alzheimer que caló profundamente en el televidente. También se recuerda a Marta, la directora de la secundaria en Calendario, una mujer sensible y humana que, a pesar del rigor, hizo prevalecer su verdad como individuo. En ambas ocasiones, Mazorra abordó el rol de madre, y esta serie le permitió interpretar el peso de la distancia con respecto a un hijo y el precio de dicha separación. Ahora, regresa Mazorra en Sábados de gloria con otra madre, cuyo sufrimiento resulta desgarrador al verla, oírla y sentirla ante la pérdida de su hija.
Dolor tras dolor, miedo ante la posible mejora de la joven, una inquietud esperanzadora ante lo inevitable, desesperación frente a la inminente muerte... Todo esto en apenas unos segundos, sin sobreactuación. Por el contrario, gracias a una notable contención, esta mujer –madre– abuela logra conmover desde su primera aparición.
Aunque en su personaje surjan nuevos conflictos relacionados con la decisión de qué hacer con su nieta, Mazorra ya ha demostrado con creces que en su piel pueden encarnar los conflictos más complejos. La suavidad en su expresión, tanto verbal como facial, la cuidada dicción para expresar cada sentimiento y emoción, la mesura en los giros silábicos que corresponden con la intensidad del diálogo, y la ternura sin “chiqueos” para explicar y convencer, especialmente a la más pequeña y afectada por el dolor, son algunas de las técnicas expresivas que Mazorra ha utilizado para enriquecer su personaje. Tan bien lo hace, que en muchas de sus escenas, la magnitud del hecho, e incluso la postura ética de quienes la rodean, queda en segundo plano. Ella se adueña de la pantalla, de tal forma que los demás personajes solo completan una escena de la que, con humildad, ella es la verdadera dueña.
La virtuosa actriz, cuando en 2022 recibió el Premio Caricato en la categoría de televisión por su interpretación de Myriam, expresó: «Me emociona mucho haber llegado al alma de los televidentes... recibí muchas opiniones satisfactorias, lo cual significa que todo el esfuerzo por asumir este personaje no fue en vano, porque el público se identificó con él».
Y aquí se encuentra la clave de su trabajo: la identificación que consigue con los personajes que interpreta, gracias a la sencillez con la que los aborda.
Aún queda por disfrutar de su actuación y ver cómo se resuelve el conflicto que sostiene. Como televidente, imagino que, en retrospectiva, se mostrará la tríada entre ella, su hija y el asesino de esta, quien además es padre de su nieta, lo que revelará otras aristas importantes que completarán el perfil psicológico de Lidia.
Por ahora, las palmas se elevan alto por esos momentos en los que, desde la más absoluta sinceridad y lejos de cualquier estridencia, la actriz nos invita a reflexionar sobre un tema que, lamentablemente, nos toca a todos de una forma u otra. Su capacidad para hacernos partícipes de esta terrible historia, que trasciende los muros de una casa, reafirma una vez más su esencia actoral: siempre auténtica y verdadera.