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- Escrito por: HUGOPORTAL
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El boletín ComunicarTV, en su edición número 108 correspondiente al mes de junio, llega en un momento marcadopor profundas confluencias simbólicas en la memoria históricade la nación. El nacimiento de Antonio Maceo y Ernesto Che Guevara, ambos un 14 de junio, nos recuerda que el pensamiento y la acción revolucionaria trascienden épocas cuandose sustentan en valores firmes. La televisión y la radio cubanas, como medios públicos al servicio del pueblo, tienen el compromiso de mantener vivas estas figuras, no solo como íconos históricos, sino como fuentes vivas de ética, coherencia y compromiso social. La habitual reseña de la página 4 está dedicadaa este diálogo entre generaciones y principios.
La sección Homenaje rinde tributo a tres figuras entrañablesque dijeron adiós recientemente: el actor Samuel Claxton, el director de televisión Paco Anca y la actriz Hedy Villegas.Claxton, galardonado con la Distinción por la Cultura Nacional y el Premio ACTUAR por la Obra de la Vida, deja una impronta de honestidad y profundidad en cada interpretación. Paco Anca, con una trayectoria que inició detrás de la cámara, supo construir desde la curiosidad una carrera de excelencia en la realización.
Hedy Villegas, inolvidable como Helenita en Sábados de gloria, entregó en ese personaje su última y más conmovedora actuación. Su partida deja una huella indeleble en la memoria de la televisión cubana. TV Adentro ofrece este mes una entrevista exclusiva con Eduardo Eimil, codirector y director de actores de la próxima telenovela cubana Regreso al corazón, una historia cargada de emociones, secretos familiares y reencuentros, que promete convertirse en nuevo referente del melodrama televisivo nacional. La sección Novedades presenta dos propuestas pensadas
para enriquecer la programación veraniega: el estreno de #DePieYCombatiendo
Sin puntos suspensivos por el Canal Habana, un espacio de entrevistas íntimas que rememora la sensibilidad de programas como Intimidad, y el regreso de Crianza respetuosa, dirigido y conducido por Coralia Aguilera, por la señal del Canal Educativo. Ambas iniciativas apuestan por una televisión cercana, formativa y necesaria. Este número también celebra aniversarios significativos en nuestra geografía audiovisual: el de Canal Clave, con su perfil musical distintivo, y el de TV Camagüey, que sigue siendo voz y rostro del centro del país. Extendemos además nuestras felicitaciones a quienes celebran su onomástico este mes, con el reconocimiento merecido por sus aportes constantes a la creación.
Cada página de esta edición de ComunicarTV es un gesto de gratitud hacia quienes hacen posible la televisión cubana: suscreadores y su público. Que estos relatos, homenajes y nuevas propuestas nos sigan reuniendo frente a la pantalla, ese espejo donde se reflejan nuestras historias, nuestros sueños y nuestra manera de ser. Nos reencontramos en la próxima entrega.
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- Escrito por: Félix A. Correa Álvarez
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La noticia llegó como un fundido a negro. Francisco (Paco) Anca ha muerto. Y con él, se ha ido también un pedazo de la historia de la televisión cubana. De esa que no se ve en pantalla, pero sin la cual no habría imagen posible. De esa que se construye entre cables, cámaras, silencios y una paciencia de orfebre. Paco, el que miraba desde el otro lado del lente, el que sabía cuándo el plano tenía alma y cuándo no, se ha marchado, discretamente, como vivió.
Desde que comenzó como auxiliar de estudio, Paco no tardó en destacarse. Su curiosidad lo llevó a explorar la cámara, a entenderla como una extensión del ojo, del ritmo, del corazón. Fue camarógrafo durante diecinueve años, y en ese largo trayecto acumuló una experiencia que marcaría toda su obra posterior. Participó en programas como Ropa de teatro, Jaque al Rey o Juntos a las nueve, por solo mencionar algunos. Detrás del lente, aprendió a anticipar gestos, a intuir silencios, a capturar lo esencial sin alardes.
Pero Paco no se conformó con mirar desde el visor. Quiso contar sus propias historias, o al menos, darles forma desde la dirección. Y así llegó su primer programa: Televista, una especie de cartelera musical que le permitió ejercitar el ojo narrativo. Después vino El comepiedras verde, Convivencia, El eco de las piedras y una novela grabada en Perú, Cosas del amor. Cada paso lo afirmaba más en la senda del dramatizado, ese género tan exigente como agradecido.
Fue con Pasión y Prejuicio que encontró, quizás, su proyecto más querido. La codirección con Rolando Macías y el trabajo con un elenco sólido le dieron la oportunidad de desplegar toda su sensibilidad artística. La telenovela fue un éxito, y con ella, Paco se ganó el respeto y el cariño del público y de sus colegas. Pero también fue un hito íntimo: en ella trabajó junto a su discípulo Willy Canals, camarógrafo que había formado en uno de los tantos cursos que ofreció en el ICRT. Porque Paco también enseñaba. Creía en la transmisión del oficio, en la importancia de compartir lo aprendido no solo desde la teoría, sino desde la experiencia acumulada con sudor y paciencia.
Sus estudios universitarios en Historia del Arte no fueron un mero adorno académico: se notaban en cada plano, en cada decisión de luz, en el tempo de sus secuencias. Con el tiempo, ese saber se tradujo en premios: dos Caracol, uno en Dirección por Pasión y Prejuicio, y otro en Guión por la adaptación de un teleplay de Manuel Ángel Daranas padre. Pero más allá de los reconocimientos, lo que siempre brilló en Paco fue su humildad, esa rara virtud de los grandes.
En junio de 2023, ya retirado, recibió la Condición de Artista de Mérito de la Radio y la Televisión Cubanas. No necesitaba el galardón para saberse parte esencial de la memoria televisiva del país, pero lo agradeció con la serenidad de quien sabe que cumplió su tarea. Su mayor orgullo, sin embargo, no fueron los premios, sino su familia: su hija Alina, su yerno Bobby, su nieta, y el recuerdo constante de su esposa, compañera de todas las batallas. A ellos les atribuyó el equilibrio que lo sostuvo durante décadas. A ellos les dedicó, en vida, su gratitud más sincera.
Ahora que se ha ido, queda el eco de sus pasos en los pasillos del ICRT, las anécdotas que contarán sus alumnos, las secuencias que aún conmueven. Paco Anca no fue una celebridad ni un rostro recurrente en las pantallas. Fue algo más profundo: fue un hacedor. Un hombre que supo narrar sin palabras, que entendió el arte de iluminar a otros y luego desaparecer discretamente detrás del lente.
Su partida no se mide en minutos de silencio, sino en las muchas horas de televisión donde su mirada sigue viva.