Es muy vieja la historia acerca de que si la televisión es puro entretenimiento o sirve para educar. En este debate  entretenimiento se mira como Acción y efecto de entretener o entretenerse o  Cosa que sirve para entretener o divertir, y entretener es Distraer a alguien impidiéndole hacer algo,  Hacer menos molesto y más llevadero algo y  Divertir, recrear el ánimo de alguien, según el diccionario de la Real Academia.

Pero usted puede divertirse y aprender,  o disfrutar  de una obra, hasta las lágrimas, y sentirse feliz de ver esa pieza que le hizo recordar o conocer eventos tristes.

Se que ahora, algunos de mis lectores, dirán “yo no veo televisión para eso”. Están en su derecho, pueden cambiar de canal, recurrir a .la memoria flash, leer o conversar. Cada individuo  tiene la potestad de emplear su  tiempo en lo que guste.

Ahora, este derecho no es suficiente para decir que LCB La otra guerra no sirve porque se transmite los sábados por la noche cuando lo que necesita la tv en rumba y pachanga. A ver  hay seis canales de televisión, los sábados por el educativo transmiten Espectador  crítico con buenas propuestas cinematográficas, por Multivisión siempre hay un Megaconcierto y en Clave también se oferta música, además de Telesur y Caribe para los que tengan HD.

Creo que es un error negar las cualidades (reconocidas incluso en otras latitudes) de una puesta donde el guión es un sólido esqueleto en el que héroes y bandidos son seres humanos, no soldaditos de plomos enfrentados  como descendientes del Señor de Galilea o de  Lucifer.

El principal logro de esa serie dirigida por Albertico Luberta  con la co-dirección de Javier Gómez Sánchez,  es el guion de Eduardo Vázquez y Yaíma Sotolongo de las Cuevas, además del propio Albertico,  que ha  logrado personajes creíbles, con  contradicciones lógicas de un ser humano  empujado a una guerra.

La fotografía de Alexander Escobar, el sonido de Gonzalo Aldama, la dirección de arte de Miguel Ángel Tur, la producción  ejecutiva fue Nelson Rivera y  general, de  Ariam Rivera, completan el acabado de una entrega que no se olvida fácil.

El largo y espléndido elenco está integrado por Osvaldo Doimeadiós, Fernando Echeverría, Jorge Enrique Caballero, Niusbel Bring, Raysell Cruz, Amaury Millán, Luis Enrique Carreres, Denis Ramos, Roque Moreno, Dervis Fernández, Enrique Molina, Luis Rielo, María Teresa Pina, Néstor Jiménez, Faustino Pérez, Jorge Luis López, Saúl Rojas, Pedro Fernández, Raúl Enriquez, Yailín Coppola, Carlos Busto, Carlos Gonzalvo, Alexis Díaz de Villegas y Omar Alí, entre otros artistas.

Muchos comentarios aplauden que se trasmita LCB La otra guerra, pero no faltan quienes lo critican y exigen otro espacio. Ya expliqué que el resto de los canales tiene ofertas diferentes. No soy yo sola quien ha defendido la serie producida por RTV Comercial, de la televisión cubana. El colega    Nelson Rodríguez Roque publicó el periódico Ahora de Holguín, “El hombre de Maisinicú, El Brigadista y Guardafronteras, entre 1973 y 1980, habían abordado el tema en la filmografía cubana, y luego Polo viejo bajo mi piel (2008). Pero nunca me pareció suficiente el tratamiento a un tema relegado: Lucha contra Bandidos. Hasta que hace siete capítulos nos viene llegando la serie LCB: la otra guerra, de la televisión cubana, inspirada en el enfrentamiento a bandidos en la Sierra del Escambray, entre 1960 y 1965 (ese fenómeno empezó desde 1959 y ocurrió en muchas partes del país). Es justo el tratamiento a ese pasaje histórico, del que se sabe pero no se conoce a profundidad, pues en los programas de estudio de Historia de Cuba solo se les relaciona a los asesinatos de Conrado Benítez y Manuel Ascunce. Por LCB: la otra guerra muchos, los que no vivimos esa época, conocimos de la ley revolucionaria 988, la cual disponía la “confiscación de las fincas rústicas y demás bienes de los que faciliten abastecimientos, albergue o que de cualquier otra forma colaboren o encubran a los saboteadores, terroristas, asesinos, grupos armados o elementos contrarrevolucionarios de cualquier índole”, entre otras medidas que consolidaban el rigor de la justicia penal.”

Pero más allá de opiniones especializadas, deseo compartir la de Estrella Marina Arcos Luque, que bajo el título “A los vivos no les conviene olvidar a sus muertos”, le escribió una carta al periódico Granma de donde la copio:

 “21 de abril de 2017

Con una mezcla de dolor y satisfacción, recibo en casa la serie televisa La otra guerra. Igual amalgama de sentimientos me produce poder leer en el Granma los artículos publicados los días 5 y 14 de abril a cargo de los periodistas Leticia Martínez y Juan Antonio Borrego o la entrevista realizada al asesor del LCB Luis Rodríguez Hernández, en el programa Mediodía en TV, todos en favor de la mencionada serie.

Coincido plenamente con lo expresado en la parte superior de uno de estos artículos (Lucha contra bandidos. Una proeza jamás olvidada) cuando expresa que el objetivo central de la serie La otra guerra no es presentar los crímenes, sino el drama de quienes vivieron en medio de las atrocidades. En mi caso, como hermana de uno de aquellos tantos jóvenes que perdieron la vida en las más cruentas formas; siento que este objetivo se alcanza porque este producto televisivo refleja el drama de los que nos vimos envueltos en esta guerra.

Esta dolorosa experiencia de vida me hace reaccionar en favor de la propuesta televisiva que hace La otra guerra y en contra de afirmaciones como las que fueran hechas por el Nuevo Herald en relación con que la serie distorsiona la verdad histórica o los criterios de algunas personas que se refieren al exceso de crudeza de muchas de sus escenas.

A quienes así piensan, con toda honestidad les digo que en mi opinión, por despiadados que puedan considerarse determinados pasajes, aún se está distante de poder plasmar toda la crudeza y perversidad que tuvo el bandidismo en Cuba. La serie es un esfuerzo plenamente válido que al abordar esta lucha en su escenario principal, la Sierra del Escambray, considero que tiene muy en cuenta el principio comunicológico martiano que exige no abusar de las descripciones espantosas, ni de la figura de los héroes y mártires para ganar adeptos e incitar al odio o al rencor.

Por ello pienso que les será muy útil a todos los que desconocen o quieren desconocer qué hicieron los bandidos en otros escenarios del país como en Las Tunas, leer el libro Bandidismo, derrota de la CIA en Cuba, de los autores Pedro Echeverry Vázquez y Santiago Gutiérrez.

Por patéticos que puedan parecer los hechos que se narran en el serial televisivo el texto que recomiendo ilustra con alto grado de fidelidad cuan desgarradores fueron, para los protagonistas de esta historia, la lucha que hoy nos muestra La otra guerra. Entre las páginas 327 y 331 se recogen los sucesos que involucraron a varias familias tuneras entre las cuales está la mía. El relato La última batalla narra los sucesos del 24 de mayo de 1965 en el cual perdieron sus vidas heroicamente un grupo de jóvenes tuneros y holguineros al enfrentarse a la banda de los criminales Gusberto Guerra y el Chino Figueredo.

Las estribaciones del río La Gallina en el municipio de Manatí, vieron caer con valor a Ramón Rodríguez Solarana, Felipe Gutiérrez López, Andrés Leiva Montaña, Miguel Espósito González, Rigoberto Batista Chapman y mi hermano Alberto Arcos Luque; un joven de 20 años, quien estando herido fue rematado con saña en el suelo a bayonetazos privándole el bandido, además de la vida, el poder conocer a su hijo que nacería cuatro meses después.

Por aciago que suelan parecer estos hechos, la tragedia sería aún mayor pues al ser trasladados los cadáveres de los jóvenes caídos en la acción se produce un accidente ferroviario que le cuesta entonces la vida a dos combatientes más: Erlan Raya Leiva y Félix Enrique Ávila.

Esta realidad aquí contada en toda su real crudeza conduce a preguntarse: ¿Escenas fuertes en la serie? ¡No! Considero que las escenas fuertes siguen estando aún lejos de poder ser simbolizadas. Se repiten días tras día en la memoria de los que vimos a la madre de Rigoberto Batista Chapman vestirse de miliciana cuando le entregaron su hijo muerto o al padre de Alberto Arcos, juntar a sus vástagos en torno al féretro de su primogénito y convidarlos a jurar fidelidad eterna al Comandante Fidel Castro.

Sin espacio para el odio infecundo que insulta la memoria de nuestros muertos considero que la serie La otra guerra trasciende el puro entretenimiento, trae al presente grandes dolores, dolores que no pueden quedar en silencio en el pasado, que necesitan hoy dialogar con los jóvenes para el bien del mañana.

En nombres de los que aunque quisiéramos no logramos olvidar, gracias a todos cuantos han hecho posible la realización y divulgación de esta serie que cumple bien el viejo adagio celta: A los vivos no les conviene olvidar a sus muertos.”.

Estrella ha dicho  todo lo que yo pudiera decir. Transmitir LCB La otra guerra, cada sábado durante catorce semanas, no es perder el tiempo, es ganarle una batalla al olvido.

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