En octubre de 1952, cuando en La Habana se estrenó La novela en televisión, solo dos televisoras competían por las audiencias, el mercado televisivo-publicitario y la cobertura de sus señales. Entonces, pocos podían pronosticar que, en ocho años, en un reducido perímetro habanero coexistirían seis plantas de video; la mayor concentración de señales televisivas del universo latino de su época.

 

A la elevada saturación del éter se sumó la competencia desmedida entre empresas rivales empeñadas en marcar la diferencia para captar a las audiencias y a los anunciantes mediante: el Sistema de estrellas (contratos de figuras nacionales e internacionales), la diversificación de géneros, formatos y estilos de programas, la renovación tecnológica y un monumental despliegue de estrategias de mercadeo y de comunicación mercantil.    

Las telenovelas se difundirían en la mayoría de las televisoras del sistema, pero las singularidades del Canal 6 (CMQ TV) le otorgarían mayores ventajas competitivas.

Fue la televisora con mayor tiempo de operación en la misma empresa, quien por añadidura era la de mayor capital financiero, tecnológica y comunicativa de su época y la primera en establecer filiales provinciales. Ello explica su liderazgo ulterior en la audiencia nacional.

El primer espacio habitual de telenovelas difundidas de lunes a sábado en Iberoamérica surge en octubre de 1952, cuando CMQ TV (Canal 6) inaugura La Novela en Televisión, originales televisivos de su director general, Mario Barral López. Al ser considerada un experimento, su difusión a cargo de esta televisora, solo duró un semestre.

 

Su atractivo genérico haría circular las telenovelas por otras televisoras del sistema habanero que tendría que esperar a 1956, para rendirse definitivamente a sus significaciones culturales, afectivas, comunicativas y mercantiles gestoras de un boom productivo de telenovelas –la mayoría difundidas en tiempo real– con disimiles formatos e invariantes.

En febrero de 1956, cuando el sistema ya estaba saturado de un amplio catálogo de formatos escenificados, CMQ TV retoma las novelas y lo hace con otro proyecto sustentado en guiones originales para la televisión, donde inaugura la llamada “telenovela histórica”: Historia de tres hermanas, de Mercedes Antón, con una frecuencia semanal los domingos en la noche. Sería con sus 91 capítulos el relato más extenso difundido hasta entonces en nuestra televisión.

El impacto fue tan fuerte que ese año varios proyectos dramatizados de ficción de formato unitario –una emisión semanal– devienen seriados de continuidad que durante varios años difundirán las telenovelas.

El más importante de todos fue Miércoles de Amor Palmolive, convertido progresivamente en Martes, Miércoles y Domingos de Amor Palmolive, uno de los más populares del Canal 6 (CMQ TV), donde su protagonista, Gina Cabrera, derrochó clases magistrales de actuación.  

Entre 1957 y 1961, las telenovelas de los canales 2 y 6 se disputarían las audiencias durante toda la semana, ensayando una y otra vez frecuencias, fuentes de las historias, temáticas y ambientes:

Entre 1952 y 1960, la televisión fundacional cubana experimentó la mayoría de las prácticas mediáticas que hoy identificamos en este género televisivo: la fuente de las historias: originales televisivos, adaptaciones de novelas literarias y adaptaciones de radionovelas; modalidades: novela rosa melodramática, novela rural, novela histórica, novela exótica y novela pro-social; frecuencias de emisión semanal: una, dos, tres, cinco y seis semanales; y extensión de las historias: entre 30 y 200 capítulos.

Entre otros espacios de telenovelas de continuidad emitidas por el Canal 6 (CMQ TV) destacan: Mamá, la más extensa de todas, autoría de Marcos Bhemaras; La Novela de las 10, donde el talento de Roberto Garriga dio luz propia a sus adaptaciones de la novelística literaria universal o de los viejos relatos de Dora Alonso; y la primera versión televisiva de El derecho de nacer, emitido en las noches de domingo durante 1958.

En esa década, autores como: Mario Barral, Delia Fiallo, Caridad Bravo, Mercedes Antón, Leandro Blanco, Félix Caignet, Antonio Losada, Iris Dávila, Nora Badia, Aleida Amaya, Silvano Suárez o José Antonio Caiñas Sierra forjarían un reservorio polisémico de historias de amor, que en corto tiempo nutrió a Las Américas y a todo el orbe en variados formatos y soportes.  

Por ello, la telenovela cubana sigue siendo hoy un aporte relevante al patrimonio de nuestra nación y del universo latino.  

 

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