Revisitaciones a un legado que visibilizaron la Radio y la TV Cubanas, a propósito de la partida física de la Prima Ballerina Assoluta a los 98 años
Ahí está, en la pantalla, en las emisoras de todo el país. Ella es Giselle, Carmen, La Peri; vuelve, una, otra vez, en la continuidad que defienden jóvenes y consagrados. No por azar, programas de diferentes perfiles retomaron la historia de la Prima Ballerina Assoluta, cubana raigal.
Mujer culta, sensible, reveló esencias de su arte en entrevistas, reportajes, documentales, imágenes fijas y en movimiento. Varias veces reveló secretos desde la voz calmada en franca complicidad con públicos de diferentes edades. Al comentar cómo logró ofrecer la difícil ilusión etérea del segundo acto de Giselle, reconoció: “Me encantaba estudiar las litografías de las bailarinas románticas del siglo XIX. En tales imágenes vi la manera inmaterial en que ellas se proyectaban. ¿Se han fijado en cómo vuelan frágiles las bailarinas de dichas ilustraciones? Yo mirada cada detalle y prestaba atención a la forma en que se debía colocar cada una de las partes del cuerpo para aparentar ser una criatura volátil. Mirando sus posturas, la posición del torso, de los brazos y la cabeza, trataba de imaginarme cómo bailaban esas mujeres. Era como armar un rompecabezas”.
Al escuchar la voz de Alicia, humilde, venerable, volvió a los ojos, al alma de los cubanos y las cubanas, la trascendencia de un legado inconmensurable que reconocen espectadores y críticos especializados. Coinciden expertos de varios países al reconocer que la tradición, cuando es una fuerza viva, válida, positiva, se debe recibir de todas partes. La tradición también se busca, se estudia, se adquiere y luego se transforma de acuerdo con nuestra idiosincrasia y nuestras necesidades. Muchos se han preguntado: en qué medida se logrará una asimilación dialéctica y no algo impostado y anacrónico. Dependerá, en primer lugar, del talento creador con que se emprenda la tarea.
Así lo patentizó Alicia Alonso durante más de seis décadas en los escenarios de Cuba y de otras naciones. Imágenes fijas de ballets emblemáticos volvieron a la pantalla de la televisión cubana. El riesgo de lo posible, la entrega definitiva ante cualquier adversidad, formaron parte de su ser y devenir en las etapas de la existencia.
En una de las entrevistas, ella reconoció: “A veces, en la vida, la gente pierde por ser cobarde. La voluntad y la valentía marchan juntas. Yo quería bailar. No podía temerle a nada. No aspiraba a que me compararan con nadie. Esperaba ser yo y lo que pudiera dar. Si resultaba buena, pues buena. Y si mala, pues mala. ¡Qué se iba a hacer! ¿No?”.
Coreografías, músicas, vestuarios, escenografías, formaron parte de una vida fructífera que seguirá alumbrando a la escuela cubana de ballet. Hace apenas unas horas sus alumnos y continuadores lloraron la pérdida física de la maestra excepcional. Ese mismo espíritu les dio fuerza al cargar el ataúd y decirle adiós, porque ellos son conscientes que la vitalidad de Alicia, que desde la eternidad los impulsará para todos los tiempos.
Asimismo, en publicaciones citadas por periodistas e investigadores, se destacó el criterio de Maurice Béjart, quien en síntesis amplificó las voces del pueblo cubano que hasta su última morada la siguieron con amor, cariño, respeto. Él reconoció: “La bailarina es extraordinaria, el personaje no lo es menos. Esta noche Giselle, mañana Carmen, pasado mañana con botas y uniforme de combate bailando a la Revolución cubana, en las ciudades de Oriente o en las plazas de La Habana. Apasionada, irónica, voluntariosa, infatigable, poseída enteramente por la danza y, sin embargo, embriagada de Cuba, “su tierra”, romántica y lúcida, instintiva y a la vez inteligente…casi ciega, pero clarividente. Sí, un día haré un ballet sobre este ser extraordinario que se llama Alicia Alonso”.
CARTELERA DE CANALES NACIONALES
