El medio televisivo puede incentivar el reflejo de una escuela más participativa y cercana a la realidad

La escuela y la televisión comparten una importante función socializadora de normas, pautas y valores culturales en cada sociedad.

En Cuba, la creación de los canales Educativo y Educativo 2 ha demostrado cuánto la televisión puede apoyar la práctica docente y también ha enseñado cuánto puede perfeccionarse y pulirse para que el binomio escuela-tv gane aún más en calidad y eficiencia en la transmisión de saberes.

La actividad escolar y docente ha sido representada en los medios de comunicación desde diversas aristas temáticas y estéticas.

 

Variadas películas, series, telenovelas, videojuegos y animados han elegido la escuela como escenario de sus conflictos y área de acción de sus personajes.

Pienso, por ejemplo, en dos célebres filmes internacionales que han tratado el tema: Mentes peligrosas, cuyo excelente guion aborda la relación, humanizada y alejada de los dogmas, de una profesora (la talentosa Michelle Pfeiffer) con un grupo de adolescentes violentos y marginados por la sociedad norteamericana.

Por otro lado está la paradigmática obra El club de los poetas muertos, que muestra (con la brillante actuación protagónica de Robin Williams) cómo un Maestro con mayúsculas se distancia del modelo educativo imperante y dota a sus alumnos de recursos cognoscitivos y emocionales para cuestionarse y aprehender el mundo que los rodea.

En Cuba, importantes obras audiovisuales para la televisión, como Blanco y negro ¡no!, y la serie de animados Pubertad han elegido a los adolescentes como protagonistas y proyectado la escuela como centro temático y eje desarrollador de caracteres y conflictos entre sus personajes.

El multipremiado filme cubano Conducta, de Ernesto Daranas, también reflejó la escuela como centro transmisor y receptor de mediaciones sociales. La relación particular entre la maestra Carmela (la gran Alina Rodríguez) y su alumno de once años, Chala (hijo de una madre adicta y que vive en un entorno sumamente violento) constituye el prisma por el cual se proyecta, con mirada crítica, una parte importante de la sociedad cubana actual.

La televisión brinda hoy enormes posibilidades de alianzas educativas con la escuela. Por su gran alcance mediático puede y debe ser un medio para la defensa y socialización de los valores y conductas que se quieren rescatar, sobre todo entre niños y jóvenes.

La escuela cubana de hoy no es la misma de ayer. Existen en ella una serie de factores y procesos sociales como la integración y diferenciación social, los patrones familiares violentos, la aceptación y/o exclusión entre los niños que emigran con sus familias de las zonas orientales a La Habana, que complejizan las dinámicas escolares cotidianas.

En este sentido, la televisión deviene un poderoso canal de socialización de comportamientos. Es bueno poder disfrutar de una serie extranjera dirigida a los jóvenes, pero resulta aún más esencial producir y consumir programas que representen las inquietudes, conflictos e identidades de los niños y adolescentes cubanos de hoy.

Así las escuelas y lo que sucede cotidianamente en ellas, tienen mucho que aportar en la legitimación de historias, subtramas y caracterizaciones socio-psicológicas en la televisión.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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