Aproximaciones a programas que transmiten en la etapa estival

En el siglo de las tecnologías ha surgido un nuevo perfil emergente: el ciudadano usuario de los medios, este se caracteriza por ser más participativo como productor y consumidor de contenidos en las redes.

La mundialización de la cultura trajo a la palestra un conjunto de objetos: imágenes de estrellas de cine, MacDonald´s, entre otros, que han dejado de ser imposiciones exógenas, forman parte de la memoria colectiva.

En el audiovisual tiene la industria cultural uno de sus poderosos instrumentos financieros de mundialización, algunas personan intentan escapar de las seducciones impuestas por ella, pero no siempre suelen lograrlo dada la avalancha de productos concebidos para la fácil deglución que estimula el ocio cultural.

El pueblo de Cuba no es un guiso hecho, sino una constante cocedura. Mestizaje de cocinas, mestizaje de razas, mestizaje de culturas, caldo denso de civilización que borbollea en el fogón del Caribe. Es ilustrativa esta metáfora del sabio don Fernando Ortíz (1881-1969).

Por eso resulta esencial desplegar en la TV una mirada amplia, diversa, abarcadora, de temáticas, géneros, estéticas, con el propósito de cautivar a las mayorías mediante producciones de calidad artística.

Entre ellas se destacan: Hábitat (Cubavisión, sábado, 5:00 p.m.), El selecto club de la neurona intranquila (Cubavisión, viernes, 8:30 p.m.) y Pasaje a lo desconocido (Cubavisión, martes, 10:00 p.m.). Desde diferentes puntos de vista, presupuestos teóricos, estéticos, estos espacios privilegian el diálogo, la comunicación, con el espectador participativo.

Ninguna propuesta audiovisual debe obviar los valores axiológicos, la honestidad artística, la intención reflexiva.

Diversidad de bailes populares enriquecen la gestualidad del cubano.El ajiaco criollo es un hervidero. La cubanidad está presente en el proceso complejo de su formación, en los elementos sustanciales que lo nutren.

Ningún espacio valioso puede desaprovecharse, en fecha reciente el Canal Habana transmitió el filme argentino El ciudadano ilustre, galardonado en la categoría de guion en la edición 38 del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano. Plena de conceptos, sugerencias e indagaciones en complejidades sociales, esta puesta cinematográfica protagonizada por el actor Oscar Martínez, no tuvo la promoción merecida.

Recordemos que en fecha lejana, Carlos Marx advirtió: “el objeto crea al público, no es a la inversa, como ingenuamente se cree”.

Los genuinos cultores de la canción y los bailes autóctonos testimonian lo valedero de las raigambres renovadas. Omara Portuondo, Buena Fe, intérpretes de los bailes populares, entre otros ejecutantes de lo culto y lo popular, enriquecen el concepto de cubanidad.

La TV debe insistir en la transmisión de actitudes y normas de conducta implícitas en relatos concebidos para disfrutar del entretenimiento de forma productiva.

El incremento de la culturalidad -entendido como los procesos que producen significados valiosos-, es un valor imprescindible. Resulta imprescindible seguir atendiendo la esmerada atención a los diálogos, la capacidad de reconocer el ingenio dramatúrgico, la interpretación actoral, estos elementos no son privativos de artefactos sofisticados, épocas o países, sino de quienes tienen la misión de hacer arte en el audiovisual.

Gabriel García Márquez, Premio Nobel de Literatura, consideró: “es fundamental una escuela para formar cineastas, pues los estudiantes saben qué historia desean contar, pero no saben cómo organizarla, eso sí se aprende”.

Las ficciones están abiertas a situaciones e incertidumbres, las cuales requieren la inteligencia alerta para comprender mensajes, intertextualidades que interpelan al usuario de los medios, le transmiten filosofías carentes de inocencia.

La tv estableció relaciones de complicidad, en las que poco reparamos, ella siempre está ahí, hablándonos, mirándonos a los ojos, entra en nuestra intimidad sin recato. En ella, predomina la sensación de inmediatez, una manera de expresar lo cotidiano. Tampoco se desarrolla la cultura contemporánea sin los públicos masivos, con independencia de los diferentes modos de ver y apreciar de la familia, esta debe continuar discriminando entre los productos comunicativos, seguir inmersa en un proceso dinámico que hasta a la industria toma por sorpresa.

Los valores culturales, formativos, nunca pueden ser desplazados, pues desde la niñez le dan el sentido de la vida. Es preciso estar alertas, actuar en consecuencia.

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