Intervención de Waldo Ramírez de la Ribera, director general de la Televisión Cubana (TVC) durante el acto por el Aniversario 68 de la TVC
Es importante partir del sitio en que nos encontramos, el Canal Habana. Para nosotros es una satisfacción poder hacer este en - cuentro hoy aquí, donde se hizo la primera transmisión de televi- sión en Cuba, y donde un colectivo lleva adelante una televisión para la capital y más allá; porque La Habana tiene presencia más Fotos: Sundred Suzarte allá de la capital, y este lugar trabaja con los públicos de la capital y para los públicos de la capital. Es un colectivo que pone mucho empeño y coloca en la pantalla el buen gusto, la creatividad y la impronta creativa de realizadores y periodistas. Pone la frescura importante en un medio de comunica- ción como la televisión, para que verdaderamente podamos acuñar- la como la televisión que necesitamos en los tiempos de hoy.
No vamos a pretender en lo absoluto teorizar; pero voy a leer una pequeña cita que me servirá para abrir las ideas que quiero comentar Toda televisión debería ser cultural y educativa I ntervención de Waldo Ramírez de la Ribera, director general de la Televisión Cubana (TVC) durante el acto por el Aniversario 68 de la TVC, realizado en el Canal Habana el 24 de octubre 7 TV adentro a propósito de lo que consideramos debe ser la televisión cubana, teniendo en cuenta de dónde viene como modelo de comunicación y lo que significa en los tiempos actuales del proceso revolucionario cubano y del modelo de sociedad que todos los días construimos.
“Quizás la televisión nos esté llevando solo a una nueva civilización de la visión, como la que vivieron los hombres del Medioevo ante los pórticos de las catedrales. La civilización democrática se salvará únicamente si hace del lenguaje de la imagen una provocación a la reflexión crítica, no una invitación a la hipnosis”. Esto es de Umberto Eco. Y cuando Eco analizaba en su texto, en los diferentes ensayos que componen Apocalípticos e integrados , qué cosa era la cultura de masas y qué había dentro de la cultura de masas, cuánto no podía asimilarse de manera acrítica y cuánto, a la misma vez, había que reconocerle y no confundirla con la cultura popular, de una forma u otra se asentaron muchas de las bases que conceptualmente hoy día se manejan por los teóricos de la comuni- cación sobre qué debe ser una televisión cultural y educativa. Y en nuestra opinión, toda televisión debería ser cultural y educativa.
El modelo europeo surgió más como servicio público y como tendencia a pensar que la cultura en televisión era la cultura de las élites, y a colocar el resultado del arte y la literatura para el consu- mo de todos, pero con cierta tendencia a dar un viso elitista. Por otro lado, el modelo norteamericano llevó netamente el modelo de comercialización. Si nuestro modelo de TV surgió de ese modelo de comercializa- ción, hay que decir que hubo un sencillo, pero profundísimo hecho del acontecer cubano, que significa un parteaguas para el modelo de la comunicación que se construye en Cuba, y cabe en el caso de la televisión específicamente, pero puede tipificar para cualquiera de los medios de comunicación. Y ese hecho es la Revolución Cubana.
El triunfo de la Revolución en 1959 trastoca todo el sentido de la comunicación pública. Tal vez en esa fecha no teorizábamos tanto, o no era tan visible lo que hoy día se teoriza, o tal vez veíamos la televisión como el nicho del entretenimiento y de la información; pero evidentemente la Revolución trastocó el modelo de comunica - ción. Y eso fue así porque, en esencia, trastocó el modelo político, al poner al ser humano en el centro de todas las dinámicas sociales y en el centro de todo lo que se hacía como obra.
Evidentemente, también la televisión asumió ese proceso y ha debido asumirlo con muchos retos y avatares a lo largo de todos estos años. Por tanto, apreciarla hoy, en medio de un escenario donde el país actualiza su modelo, y en medio de un proceso de análisis de un Proyecto de Constitución que diseñará el país que queremos en el futuro, presupone muchos retos para esa televisión que tiene que asumirse como televisión cultural y educativa. Y eso no quiere decir considerarla como una televisión que visi- bilice exclusivamente los grandes valores de la cultura artística y literaria, sino lo que dimensiona la cultura para ofrecer herramien - tas de conocimiento a los ciudadanos, de manera que puedan con- tribuir a la transformación de su país. Hay que apreciarla como una TV que conciba el hecho educativo más allá del hecho didáctico, pedagógico, curricular, y lo vea desde la perspectiva de formación en valores, y mezcle esa visión cultural y educativa para que podamos aspirar a una televisión que, en su integralidad, trabaje con coherencia editorial.
Cuando hablamos de coherencia editorial decimos sencillamente que, teniendo claro el modelo de país que estamos diseñando, de- bemos trazar esas temáticas que, de manera transversal atravie- sen todos los contenidos y tengan una salida a través de géneros y formatos asociados a distintos tipos de público y a sus intereses. Nosotros debemos tener la conciencia real y vital de que la cre- ciente necesidad de los públicos, ávidos de información y de en- tretenimiento, no puede confundir, bajo ningún concepto, entrete- nimiento con banalidad, ni confundir el derecho a la información ni el acceso a la información con sentido amarillista de la información.
Sencillamente, tenemos que aplicar cada vez más rigor y veraci- dad, lograr la concepción de una programación integral e integra - dora de todos estos criterios; que se aprecie al público en calidad de ciudadano y no de consumidor, porque entonces estaríamos traicionando las esencias del proyecto como sociedad, como Es- tado - nación, y las esencias de un medio de comunicación a la altura de la Cuba de hoy y del proceso revolucionario. Además, traicionaríamos las esencias culturales de la nación cubana, pues ella tiene una vocación ética, humanista, internacionalista, latinoa - mericanista, marxista, antimperialista, antihegemónica. Debemos ser lo suficientemente inteligentes para construir, con los lenguajes 8 TV adentro del medio, cada uno de esos contenidos.
Todo lo que hagamos debe tributar a eso. Esos serían los retos en permanente construcción. No podemos creer que lo que hacemos hoy está bien ni considerar tampoco que todo está mal. Yo soy uno de los más fervientes críticos de la tele- visión. Los que me conocen bien lo saben; por tanto, tengo que re- conocer las fisuras y también los modestos saltos cualitativos que se puedan apreciar. Pero no podemos dormir tranquilos. Permanentemente hay que construir ese diálogo entre la sociedad y el medio de comunicación como mediador entre los poderes públicos y el pueblo, en toda su dimensión y en cada una de sus ramas.
A veces hablamos de acercar la agenda pública a la agenda del medio; y a mí siempre me gusta decir que hay que acercar la agenda pública a la agenda del medio, pero tributando al modelo país. En esas esencias está el gran reto, no solo para los canales nacionales sino para toda la televisión cubana. Una nación no es un abstracto sino la suma de sus individuos ha- ciendo colectivo y comunidad. Por tanto, en cada pedacito, en cada terruño, en cada espacio particular, en esas dinámicas sociales de la micro sociedad, se construyen las dinámicas del país.
Todo lo que se haga desde una televisión de servicio público para ayudar a dinamizar lo que ocurre a escala micro social contribu - ye a dinamizar lo que ocurre a escala macro social, y contribuirá mucho mejor a un modelo de país cada vez más inclusivo, más reconocedor de su diversidad étnica, cultural, de sus derechos. Y esas esencias deben estar reflejadas en un medio como la televi - sión. Ahí está su gran reto y motivación para seguir avanzando.
Es necesario que de cara al aniversario 70 de la Televisión Cubana contribuyamos a hacerla cada vez más perfectible. Ahora mismo estamos inmersos en el tránsito a la televisión digi - tal, que la televisión tradicional, que ya no existe, tenga un reflejo en la televisión cubana, porque vivimos el mundo de la multimedia, de las multi pantallas. Y también es un altísimo reto que se multipli - quen todas estas esencias conceptuales en contenidos específicos de géneros y formatos, que se invada la multiplicidad de pantallas en las que hoy debemos hacer presencia.
Eso nos pone en otra dinámica de comunicación, porque si la televi- sión en su momento logró con mucha fuerza poner en debate y análisis todo lo que se dirimía en el espacio público, hoy eso está en juego por el empleo de las redes sociales y de las plataformas de Internet. Todo lo que hagamos para la televisión tradicional tiene que ser visto como que la televisión tradicional ahora es este nuevo mode- lo. Y ahí está el otro gran filón y esa gran autopista donde debemos montarnos. Ya se han ido logrando algunas cosas, otras se logra - rán con el tiempo. Todas están asociadas a cuestiones subjetivas, pero también a cuestiones objetivas como el bloqueo de Estados Unidos contra Cuba. Esa política impide que logremos avanzar en muchísimas ocasiones. Otras veces es culpa nuestra.
Pero el reto está en que en medio de esa situación económica seamos lo suficientemente inteligentes y capaces de usar de ma - nera más racional y con mayor intencionalidad los recursos que se ponen en nuestras manos, que no son pocos. Son tal vez muy pocos si nos comparamos con grandes televisoras a escala inter- nacional, pero nada despreciables si nos comparamos con la situa- ción real en la que vivimos. Considero que debemos seguir trabajando para que nuestros contenidos, en sentido general, tributen a esa visión y concepción de la que he hablado, que es una manera más de defender las esencias de la cultura en este país y el proyecto social que libra - mos hoy día y seguiremos defendiendo constantemente.