Situaciones inverosímiles y descuidos en la puesta afectan a la telenovela cubana transmitida actualmente por Cubavisión

Alguien ha dicho -con toda razón y conocimiento de causa para hacerlo- que en la realidad pueden darse situaciones inverosímiles, pero en la dramaturgia no. Ese, en mi opinión, es el pecado original de la telenovela que los lunes, miércoles y viernes transmite en un horario estelarísimo el canal Cubavisión. Esta puesta en pantalla se queda más acá del límite de los muchos -quizás demasiados- conflictos propuestos, algunos de los cuales no han cuajado lo suficiente, precisamente por su endeble tratamiento y escasa credibilidad.

Si el plato fuerte de su argumento son los traumáticos efectos de la emigración -de los cuales me atrevo a asegurar no está a salvo ningún cubano, ya sea dentro o fuera de nuestras fronteras- hay múltiples subtramas abordadas de un modo tan inexplicable, que no dan lustre a Más allá del límite, sino más bien representan un lastre. Una de ellas, los diversos y contrariados amoríos -y a mi juicio no precisamente amores- que han desfilado sin cesar ante los televidentes durante aproximadamente 50 capítulos.

Creador como fue nuestro país de los dramatizados de continuidad -especialmente las radionovelas y telenovelas- bien sabemos los cubanos que el romance siempre ha sido uno de los atractivos fundamentales del género. Pero es preciso percibir en los hogares las causas de la atracción que se establece entre dos personas involucradas en una relación amorosa, por más que a veces el amor se dé razones que no comprende ni la propia razón. Mas si eso sucede en la realidad, la ficción no debe permitirse el lujo de reproducirlo a pie juntillas, mucho menos a partir de las insólitas reacciones demostradas por algunos de sus personajes, desde los más jóvenes a los bien entraditos en años... pasando por los “medio tiempos”.

¿Tiene que ver esto con el guion o con una desigual dirección de actores que conspira contra la verosimilitud de ciertas escenas, parlamentos e incluso expresiones corporales y faciales que se han quedado en el intento? Lo cierto es que el nivel de las actuaciones es sumamente disparejo, al punto que en ciertos casos ni siquiera pudieran llamarse actuaciones, sino mecánicas repeticiones de bocadillos no interiorizados.

Tal vez logran una adecuada organicidad personajes al margen de ciertos valores éticos de nuestra sociedad -me resisto a llamarles "luchadores" por respeto al verdadero y honroso significado que tiene esa palabra- como, por ejemplo, la Beatriz de Laura Moras y el Vladimir de Alejandro Cuervo. Y no -como suele decirse- porque lo negativo sea más dramáticamente sustancioso que lo positivo, sino porque ambos han incorporado como debe ser sus respectivos roles.

Si de algo se resiente también esta telenovela es de sus incongruencias escenográficas -para nada ajenas a las limitaciones de recursos existentes, por supuesto- pero que bien podían haberse atenuado con algo de práctica previsión en el montaje de los sets, siempre en aras de la credibilidad de la puesta en pantalla.

Digo esto porque es inconcebible que las puertas de todas las casas estén invariablemente abiertas, y baste que fuera de plano cualquiera pida permiso para entrar en dicha vivienda... y de paso en el ángulo visual de la cámara. Y si a ello se suma que una de las pocas puertas que aparece -la del superpoblado hogar de Ulik Anello o más bien de Ulises- está montada al revés, estoy por pensar que de la incongruencia se pasó a la negligencia.

En tal sentido, ¿es una intencionalidad u otra inconguencia de Más allá del límite que el dueño de una paladar al parecer próspera, y además nuevo inversionista del negocio de su sobrino político, no se haya hecho de una casa donde cada uno de sus dos jóvenes hijos -hembra y varón- tenga su propia habitación en lugar de compartir la misma? ¿Se trata acaso de un modo de reducir costos en la escenografía por la consabida falta de recursos?

En cualquier caso -y aunque en la realidad pueda suceder tal cosa- en esta telenovela me resulta inexplicable semejante hacinamiento familiar. Tanto más porque el set del bien surtido Mercado Artesanal Industrial bien pudo haberse convertido en un pequeño cuartico... y de paso evitar que dicho establecimiento sea el espacio destinado a que los amantes, las madres y las hijas, las empleadas, sus amigas y hasta sus enemigas, diriman cualquier asunto de índole personal sin el más mínimo sentido de la discreción y la privacidad. Y lo que es peor, sin que ello represente un significativo aporte al desarrollo de la trama.

Las tantísimas subtramas propuestas por Más allá del límite, cada una de las cuales habría dado argumento suficiente para una buena telenovela que no se quedara -como esta- más acá del límite al que aspiran los televidentes.

 

 

 

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