El impresionante ciclo de películas que Historia del cine transmite, haber disfrutado de Bajo el mismo sol y de La cara oculta de la luna, por solo poner algunos ejemplos recientes que me han  devuelto piezas (o he visto por primera vez) en mi televisor, me han llevado a valorar aun más eso que llamamos patrimonio y que en este caso se trata del audiovisual.

Las películas, en su caso restauradas,  se ven como si fueran de ayer y así debe ser en algún momento con todo el inmenso tesoro  que tienen en sus bóvedas el ICAIC, el ICRT y no sé si quede algo de la Fílmica de las FAR que tanto aportó en documentales, noticias y algunas obras de ficción .

Nadie me tiene que decir que se trata de una acción muy cara. De hecho los filmes cubanos que he visto restaurados lo han hecho en  otros países como actos de donación. Mientras en el ICRT su  Dirección de Patrimonio tiene la inmensa tarea de preservar lo que queda de 70 años de televisión.

“Trabajar con el patrimonio exige conocimiento y especialización, pero sin la entrega apasionada nada es posible. Cuando se asiste al espectáculo que constituye ver una obra restaurada, ganada para los públicos, en especial para las generaciones más nuevas, uno siente que ha cumplido, pues es la socialización de ese patrimonio la que permite verlo como algo útil, vivo. Custodiarlo, conservarlo es muy importante, pero si no es accesible no cumple su misión” me dijo en una reciente entrevista Yuzaima Cadona, al frente de esa misión durante tres años, y que hoy dirige la Radio Cubana

“El principal reto que afronta el ICRT es tener una obra grande en sus archivos patrimoniales, resguardada, pero sin las debidas condiciones para su perdurabilidad. Tampoco son suficientes los recursos para poderla digitalizar y conservar. Falta capacitación en parte del personal que labora en estas áreas, aunque tienen como principal cualidad ser celosos guardianes, conocen el valor de lo que custodian”, me dijo Yuzaima.

En 2019, de un plan de 5 mil horas para digitalizar, sólo se cumplió el 40 %, por falta de espacio de almacenamiento; y en 2020 tampoco se rebasó el 40 % debido a la escasa disponibilidad tecnológica y los estragos de la pandemia del bicharraco conocido como Covid 19.

Preservar todo lo posible que tenga valor patrimonial cuesta dinero (moneda dura) y mucho esfuerzo humano. En algunos  telecentros se conservan con poquísimos recursos, piezas desde su fundación y no sólo obras de valor institucional, sino de ficción o musicales.

Pienso que con la tarea ordenamiento y los cambios que se operan en la economía y nuestra sociedad en general, el ICRT y la televisión en particular, están obligados hoy más que nunca a buscar maneras de ingresar dineros, ya sea con la exportación (incluso de clásicos televisivos) como con la inclusión adecuada de publicidad.

Yuzaima me dijo que “Los archivos patrimoniales son nuestra memoria”, le agregaría que esa memoria está rica en diamantes audiovisuales que debemos entregar a las futuras generaciones.

 

 

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