Cuando en Cuba se exhibió el filme Titanic, en 1997, en la misma fecha que se estrenó, yo aplaudí la escena en la que el barco se parte en dos y el mar lo va tragando, mientras decenas de personas se tiran a las aguas frías del Atlántico. Fue un buen efecto especial.
James Francis Cameron había logrado la película más taquillera de Hollywood, y luego con su filme Avatar conseguiría también un record de lunetas ocupadas.
De su Titanic dijo "La historia no podría haber sido escrita mejor... La yuxtaposición de los ricos y los pobres, los roles del género que duran hasta la muerte (las mujeres primero), el estoicismo y la nobleza de una época pasada, la magnificencia del gran barco igualado en escala por la locura de los hombres que con empeño lo condujeron a la oscuridad. Y encima de todo la lección de que la vida es incierta, el futuro es desconocido... lo impensable es posible". Realmente no vi eso: disfruté de la puesta en escena con el barco, luego supe cómo se montó “la tragedia”, pero la historia es de un melodrama sencillo, para justificar el final. La cinta obtuvo once premios Óscar (incluyendo mejor película y mejor director) pero su protagonista Leonardo Di Caprio fue una sucesión de “caritas” que embobeció a una buena cantidad de adolescentes.
Años después escribí un texto sobre el Titanic y su héroe en la Revista Pionero: una buena parte de mis lectoras, deseaban lincharme. Lo cierto es que entonces solo lo había visto en melodramas o comedias que se repetía.
Antes de Titanic, el joven actor había participado en Vida de este chico (1993), dirigida por Michael Caton-Jones, donde compartía cartel con Robert de Niro y tenía sólo 19 años. Por su desempeño en ese filme, antes había hecho publicidad y algún papel menor, obtuvo el Premio Nueva Generación y las respectivas candidaturas al Globo de Oro y el Oscar al mejor actor. Se abrió su camino y llegó a ¿A quién ama Gilbert Grape? (1994), cinta en la que interpreta a un discapacitado, hermano Johnny Depp.
Quizás si hubiera visto detenidamente esas cintas no habría actuado como la santa inquisición con el Jack Dawson de Di Caprio, aunque es difícil salvar ese personaje.
Posteriormente, Woody Allen, lo llevó a Celebrity (1998), luego tiene un intento fallido y se aleja de los grandes proyectos cinematográficos hasta que Martin Sorcesse lo llama para un extraordinario papel en Gangs of New York, y Steven Spielberg, lo incorpora en su thriller Atrápame si puedes.
A esos filmes se unen El aviador (2004), Diamante de sangre (2006), The Departed (2006), Revolutionary Road (2008), Django Unchained (2012) y El lobo de Wall Street (2013). Con Clint Eastwood filmó en el 2011 la cinta J. Edgar, basado en la vida de J. Edgar Hoover y con Quentin Tarantino hizo Django desencadenado (2012) y El gran Gatsby (2013) con Baz Luhrmann.
Di Caprio había merecido hasta el 28 de febrero último, tres Globos de Oro al mejor actor en drama por su actuación en El aviador, en 2005, y El renacido, en 2016, y un Globo de Oro al mejor actor en comedia o musical por El lobo de Wall Street, en 2014. Adicionalmente, ha ganado el premio Oso de Plata y un Chlotrudis, además de ser nominado cuatro veces al Oscar.
De la mano del mexicano Alejandro González Iñárritu, interpretó a Hugh Glass, un héroe solitario que no sólo combate sino que vence a un oso, en una escena violenta y verosímil, como nos tiene acostumbrados el director de Amores Perros.
Si la fotografía de Emmanuel Lubezki borda el paisaje agreste para lograr el efecto que se busca con El renacido, el protagonista de 42 años consigue trasmitirnos esa violencia que adorna al cine del mexicano.
Y por fin, en su quinta nominación Di Caprio ganó el Oscar, hecho que sirvió para que la red de mensajería de Twitter impusiera un nuevo récord. Luego de decir a quien correspondía la estatuilla en actuación masculina, los usuarios escribieron en tan solo un minuto más de 440.000 tuits dedicados a la gala.
Este hecho indica la popularidad de la que goza el aun joven actor que ha tenido buenos papeles en al menos cinco películas. Es un ecologista convencido y activo que al recibir el Oscar dijo “Quiero agradecerles a todos desde el comienzo de mi carrera, al señor Scorsese por enseñarme tanto sobre el cine y mis amigos, ustedes saben quienes son. The revenant (El renacido) muestra que el cambio climático es fundamental y tenemos que juntarnos para combatirlo. No demos por sentado nuestro planeta, yo no lo tomo así esta noche, yo no lo hago”. Y por lo visto también es un terrícola preocupado por su madre Gea que puede explotar en cualquier momento, así que muy bien se merece no un Oscar, sino el respeto de quienes amamos y defendemos la vida en el planeta.