Debo confesarlo, no vi la primera emisión del Concurso Adolfo Guzmán, pero este domingo 26 sí me senté delante de la TV con un ojo agudo y buscando todos los elementos que podría criticar de la puesta en escena. Para ser justo, debo decir que la balanza apunta para bien y no para mal. Aunque todavía encuentro puntos débiles.

Es de destacar el papel de Luna Manzanares como anfitriona. La televisión necesita refrescar también de los locutores encartonados muchas veces engolados que son iguales en todos los programas y en todos los momentos (salvo excepciones que las hay). La frescura que transmite Luna es agradecida en una noche de domingo y, sobre todo, ella sabe de lo que allí se está hablando, pues es intérprete con excelente repertorio en su joven carrera y ha pasado también por esos momentos de presión que vive cualquiera en una competición. Tal vez, debería evitar algunas frases hechas y demasiado reiteradas en el programa como “es hora de votar” o cosas parecidas

.Otro punto a favor es el jurado, figuras reconocidas de la música, carismáticos, coloquiales, que saben hablar desde su experiencia y transmitirla. La escenografía, decorosa, a tono con la modernidad de la televisión y sí, tal vez recurrente en la obra de Manolito Ortega su director, pero esa es su estética y si lo llamaron para asumir la dirección del Guzmán hay que respetársela o pedirle (los productores) la visualidad que quisieran lograr.

¿Que ese programa se parece a otros?, sí… tal vez. ¿Y cuál no se parece? ¿A caso las telenovelas cubanas no intentan imitar a las brasileñas y a veces lo hacen muy mal?, ¿o los programas policiacos nuestros no copian de CSI u otras series sus códigos y a veces también los copian mal? En la TV todo está inventado ya. Solo que a las nuevas creaciones hay que ponerle su sello, intentar que parezca auténtico, cubano y ahí tal vez está el secreto.

Me parece que los puntos más débiles de la emisión son… la falta de criterio a veces del jurado. No entiendo por qué la puntuación fluctúa siempre entre 87 y 90. (Pasa lo mismo en la Colmena TV) donde el jurado, aunque considere que no es algo tan bueno, le da casi el máximo de puntos. Y falta que ese jurado se empape más, que tengan conflictos entre ellos, que exista quien diga que no le gusta la canción. Eso es parte del show también y aunque es difícil asumirlo, no todas las canciones que pasaron por el concurso son “HERMOSAS”. Hay canciones que no lo son y que no transmiten nada y el jurado debe también ser sincero porque es la mejor manera que tiene de ser creíble. Aunque me pongo en el papel de Israel, Beatriz o Adalberto y entiendo que no es fácil decirle a alguien en su cara lo que se piensa. Sobre todo, porque uno no es Dios para juzgar, pero ese es el papel que aceptaron en el programa.

Sobre el vestuario escuché criterios de que no necesariamente para ser elegantes, los hombres tienen que ir con la pajarita y creo que es cierto. Hay muchas maneras de vestir elegantes para un show de tv y no todos tienen que hacerlo del mismo modo. Respecto a las mujeres, se ve mucho más variado y consecuente ese tema. Hay gente de lentejuelas y hay otras más simples que su brillo radica en la voz o la expresión corporal. Y vale la diferencia.

Me resulta muy manido y “Cheo” el montaje que se hace en imágenes cuando se entrevista al autor de la canción en concurso. En la emisión de este domingo, por ejemplo, en una de las canciones que hablaba de la belleza de una mujer salía una modelo perfecta de ojos azules, con pétalos de rosa, lanzando un beso a la cámara. Toda una construcción facilista y manida. Con una ambientación muy cuidada y un buen trabajo de cámara, pero “cheo” y “anticuado” en su concepto y ahí es donde se pierde la batalla porque da risas ante la mirada crítica de cualquier espectador con sentido común.

Tampoco resulta grato que el compositor en concurso intente explicar la canción antes de ser escuchada. Las canciones se explican solas, hay que dejarlas que el público interprete lo que quiera de ella. Es una manera de cercarles el camino y matar su vuelo cuando se empeñan en explicarlas. Esa entrevista podría estar dirigida mejor a cuándo comenzó a componer, cuál es la trayectoria de ese autor, qué espera del concurso, cómo le gustaría que su obra fuera recibida, etc. Pero no contar la canción.

El Guzmán tendrá siempre la mirada crítica de quienes vivieron otras experiencias (años atrás) cuando se hacía el concurso en un solo día, en otro teatro, se transmitía en vivo, en fin. Eran otros tiempos y si lo repasamos, esas emisiones también tenían millones de puntos débiles. Solo que cuando pasa el tiempo la añoranza nos hace recordar solo lo bueno y grato y pasamos por alto muchas veces sus deficiencias.

Hoy la televisión internacional tiene códigos y la nuestra, si quiere atrapar a los públicos que ahora son cautivos de aquella “otra tv que se consume en “el paquete” y otras vías de distribución tiene que aceptar jugar con sus códigos y reglas. Aunque eso no quita hacerla creativamente y no copiar tal cual (como por ejemplo cuando el autor se queda entre telones mirando en una pantalla lo que está pasando). Eso debe aportar algo, sino sobra.

No quisiera verme en el lugar de Manolito, asumiendo un reto tan grande de rescatar y salvar un programa que existió y algunos miran con recelo. Creo que, si el Guzmán logra hacer un programa atractivo, competitivo, sincero y eso atrapa la atención de alguna gente en casa, valió la pena en estos tiempos donde mucha gente ya ni nos ve. ¿Que valdría la pena mejorarlo?, claro. Y por eso hago estos apuntes. Con el mayor respeto a quienes (aún con desaciertos) logran hacer un programa de tv atractivo, que busca una canción con valores.

 

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