La telenovela cubana deja superpuestos los conflictos pero no se avizora cuál será el desenlace
Ha transcurrido un mes de transmisión de la telenovela Latidos compartidos, seguidores y detractores increíblemente han encontrado un punto de equilibrio en sus descripciones: ¿hacia dónde parece marchar la telenovela?
Simplemente deja superpuestos los conflictos pero no se avizora cuál será el desenlace. Aparecen las situaciones como una larga carrera de proposiciones sin definir porqué y para qué. Y es una pena, teniendo en cuenta la calidad actoral de que dispone.
Personajes muy bien logrados como el de Ariana Álvarez se dan al traste por la propia inconsistencia del personaje que actúa como detonante en el conflicto esencial de las antagonistas: se trata del personaje de Maikel Junior, un abogado poco creíble en su propuesta discursiva.
Este es solo un ejemplo, pero sucede que la telenovela propone pero aún no se sabe qué… Habría ahora que dejar ese otro tempo de espera, para ver si los personajes encuentran su verdadero punto de acción.
Muy bien por esos actores que dentro de sus tramas secundarias logran hilaridad: la pareja de guajiros, ella sobre todo en un tono mucho más convincente. Los amantes de Luz Marina: Doimeadiós y Kelvin que, aun cuando no se explota más esas apariciones, logran el cometido de incidir desde la risa en un conflicto muy serio de la mujer, que es lograr un embarazo.
Bravo por el diseño de imagen, en una propuesta que se está logrando con la necesaria tecnología digital. La banda sonora, por su parte, podría llegar a pegar por la calidad de la canción tema y lo movido del número de cierre.
El vestuario, el maquillaje siguen siendo apartados reconocidos por la sobriedad y el detalle de sus implicaciones.
Aún queda mucho por ver, pero lo cierto es que necesita mucho más aun para que estos bien ideados latidos lleguen a ser completamente compartidos.
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