LOS ORÍGENES

Una verdadera guerra de titanes tuvo lugar en Cuba entre finales de 1949 y octubre de 1950. Un grupo de figuras de una destacada trayectoria en la historia de la radio nacional se enfrentaron en una virtual carrera de obstáculos para lanzar la primera señal televisiva en la isla. Goar y Abel Mestre –que representan el emporio familiar- desde la CMQ y  Gaspar Pumarejo desde Unión Radio comienzan a desplegar las tácticas y estrategias más diversas para ceñirse ante la historia la corona de laureles de haber traído el arte mediático más avanzado de la segunda mitad del siglo XX a Cuba.

 Amado Trinidad que representa realmente la segunda fuerza en la radiofonía nacional del momento, con su RHC Cadena Azul,  no se anima a entrar en la batalla. Lo hace, pero solo aparencialmente. Los Mestre se le han ido por encima, su empresa está ya en apuros y no tiene posibilidades reales de inaugurar una planta de televisión. No obstante, su ausencia en esta batalla no le quita la relevancia que ha adquirido en el desarrollo de los medios de comunicación masiva en la isla a partir de la radio.  Los Fernández, dueños de Radio Progreso - otra fuerza de indiscutible empuje en la radiofonía cubana de la época- no muestran ningún interés en el arte televisivo. Están muy centrados en su negocio que se ampliará cuando se inaugure el edificio de Infanta que contará con el mejor espacio de grabación de Cuba en el Estudio 1 y todo un dispositivo de oficinas y estudios para espacios dramatizados, noticiosos, etc. Por lo tanto, ellos, que son ya en este momento la segunda fuerza, (la tercera es Amado Trinidad con RHC Cadena Azul y la cuarta, Gaspar Pumarejo con Unión Radio) no entrarán en el combate por inaugurar la TV en Cuba. Pero forman parte del sistema   empresarial que llevó la radiofonía cubana a lugares cimeros en el espectro latinoamericano.  La batalla se dará entonces entre los Mestre y Pumarejo, con una participación, repito, aparencial, de Amado Trinidad.

Sin dudas, el centro de la tríada lo ocupan los Mestre. Tanto Amado Trinidad como Gaspar Pumarejo  enfrentaron, por diversos motivos y en diversos momentos,  a los dueños de la más poderosa planta radiodifusora cubana de los años 50: la CMQ.

Trinidad había aportado a la radio de la isla la primera cadena nacional. Sus golpes de efecto, su innata capacidad para improvisar campañas bien amañadas, su indiscutible cubanía y un carácter sin dudas temerario en lo que a negocios se refiere,  lo llevaron a encabezar la más poderosa radiodifusora cubana conocida hasta la década del 40 del XX. Apenas se iniciaba la época de oro de la emisora del  Guajiro de Ranchuelos, como solían llamarlo,  cuando en la radiofonía cubana aparecen los Mestre, dos hermanos santiagueros educados en los Estados Unidos, exitosos publicitarios  desde que debutan con la  representación en Latinoamérica de un importante trust de alimentos para niños norteamericano. Goar y Abel Mestre habían entrado a la CMQ de Monte y Prado y, casi en silencio, habían comenzado a cambiarlo todo. De repente al solitario Guajiro  vencedor le salían unos contrincantes avezados en los negocios, flemáticos y calculadores.  Es entonces cuando Amado Trinidad centra una buena parte de su estrategia empresarial en minimizarlos: ¿Que los Mestre pagan hasta 300 pesos mensuales a sus guionistas? Él los declara salarios de miseria y sube la cifra que paga a los suyos a niveles astronómicos; ¿Que los Mestre comienzan a traer a artistas de Latinoamérica  para que centralicen sus espacios musicales? Él se ciñe a lo cubano y viste a su emisora de bata criolla y guayabera. Paga, además, sueldos altísimos a los artistas del patio. Por este camino de oposición a los Mestre transita Amado Trinidad hacia la ruina que lo espera al doblar de la esquina: cinco años después de la inauguración de la TV en Cuba se suicida, insolvente, solo y un tanto olvidado. Ya para ese entonces los hermanos santiagueros han inaugurado Radiocentro y ostentan un verdadero trust de radiofonía en Cuba. Amado Trinidad, pues,  llega a la contienda con su emisora en un estado deplorable desde el punto de vista financiero y sin fuerzas para emprender una faena tan compleja.

Gaspar Pumarejo –por su parte-  trabajaba en CMQ para sus dueños originales, Gambó y Gabriel, cuando aparecieron allí los Mestre  con sus nuevas concepciones sobre la explotación de una emisora  radial. Llegó a ser tan cercano  a los empresarios santiagueros que fue él quien les propuso crear Radio Reloj,  formato que el inquieto cubano – español copiara de una radiodifusora mexicana y que ha sido exitoso hasta nuestros días. Con ellos comienza a trabajar al frente de la esfera radiofónica, en su agencia Mestre y Godoy. Más tarde, en 1943, cuando los prósperos empresarios compran la CMQ, Pumarejo será designado  director de la programación de la planta, cargo en el que se mantendrá hasta 1947. Es precisamente este el año en que los Mestre crean su nueva empresa. Un año después  la instalan en el flamante edificio de Radio Centro cuando  Pumarejo  queda fuera del emporio. Según algunos, el ambicioso santanderino había sustraído fondos a los hermanos santiagueros y lo había hecho con tal astucia que no podían demostrárselo y, por consiguiente, emprender en su contra ninguna acción judicial. La venganza es dejarlo fuera del negocio.  Pumarejo sale de los predios de la CMQ, pero no está dispuesto a ser un perdedor. Funda su propia planta, Unión Radio[1], en la cual intenta crear  un sistema cooperativo de emisoras, idea que había tomado de una compañía mexicana. El experimento fracasa, Pumarejo busca dinero aquí y allá, trata de vender la empresa a otros administradores (cuentan que Pumarejo nunca arrendaba el capital propio, sino el ajeno) y no logra nada. Es entonces cuando pone sus miras en la Televisión y comienza a prepararse para inaugurarla en la isla. Solo en 1949,  cuando Goar Mestre anuncia que en el término de tres años  “su empresa comenzaría a operar la televisión en Cuba”[2] el hábil empresario cubano - español empieza a desplegar acciones para adelantárseles. Se iniciará, entonces, el período de gestación de la televisión cubana, una verdadera guerra contra reloj.



[1] Unión Radio nunca fue una planta poderosa.

[2] Goar Mestre. ECURED

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