Desde sus tiempos fundacionales, la televisión cubana se preocupó y ocupó de crear contenidos para las más jóvenes generaciones. Como en otras latitudes, el formato de aventuras era el más propicio para incentivar en los adolescentes valores éticos y morales y un primer acercamiento a las obras literarias de importantes autores como Emilio Salgari, Julio Verne y Alejandro Dumas. Pero la televisión cubana evolucionó, encontró otros caminos narrativos que necesitaban de un cambio en las formas y el género.

Por mucho tiempo el espacio Aventuras estuvo en nuestro imaginario, pero no todo lo que en él se transmitía encajaba en ese molde clásico con el que crecieron más de cuatro generaciones. Los 80 significó un cambio de rumbo, en parte por la influencia ejercida por las series extranjeras que paulatinamente nos iban llegando.

Los campeones (más conocida como Los pequeños Campeones) funcionó como uno de los primeros intentos de una serie de aventuras diferente. Aquí las peripecias no dependían de persecuciones, peleas con espadas o asaltos a mano armada. En ella, el universo adolescente era recreado desde lo cotidiano, la familia, la vocación. El béisbol, como eje del relato, permitía que el ritmo no decayera y que los sucesos fueran otros, más acordes a los tiempos y a un interés institucional por exaltar nuestro deporte nacional. Este punto de inflexión en los dramatizados juveniles le permitió a la TV repensar nuevas formas.

En 1994 una teleserie juvenil con todas las de la ley nos llegaba de la mano del realizador Charly Medina. Blanco y Negro, no, seguía las dinámicas familiares y estudiantiles de una jovencita de séptimo grado, interpretada por una convincente Laura de la Uz, para la que tener más edad que su personaje no fue un obstáculo. Los conflictos que manejaba, el tono en que estaba contada, el empaque visual, nos recordaba, sin complejos, series extranjeras exitosas como Degrassi Junior High o La vida sigue su curso. Había aquí una vocación cinematográfica en los movimientos de cámara y el uso de los planos, en el tratamiento de la banda sonora y el cuidado con la escenografía y luces. Ver Blanco y Negro, no desde la distancia, es encontrar retazos de la sociedad que éramos y en la que nos fuimos convirtiendo.

Los primeros años de este siglo fueron para el actor y realizador Roly Peña un tiempo fecundo y de gran creatividad en la realización de series juveniles. Gracias a su talento disfrutamos de Enigma de un verano, Coco verde y Deporte y Amor; las tres con un tono fresco, veraniego y optimista, que mezclaba temas ambientalistas y sociales con trasfondos amorosos y de superación personal. Por mucho tiempo, estas tres series de Roly se alzaron como las de mejor conexión con el público juvenil.

Un fenómeno audiovisual sin precedentes nos llegó en el 2002 de la mano de Rudy Mora; un fenómeno que nunca estuvo ubicado en el horario que le correspondía y que pudo haber creado distanciamiento en los públicos, de no ser por la fuerza de la historia y su buena factura. Doble Juego enfocó el lente en temas puntuales de nuestra sociedad: el embarazo en la adolescencia, la depresión juvenil, la homofobia, la marginalidad, el racismo, entre otros. Los códigos de vanguardia que manejaba, la intensidad de los diálogos, las actuaciones y el tema musical de presentación a cargo de Polito Ibáñez, permanecen intactos en la memoria de los adolescentes y jóvenes que tuvimos la fortuna de verla.

Doble Juego representó el debut muchos jóvenes actores que hoy cuentan con interesantes y exitosas carreras.

En el 2009 otra serie juvenil hizo Mucho Ruido en las casas cubanas, gracias en parte a los jóvenes actores que les daban vida a los personajes principales. Un campismo para pioneros de Secundaria Básica era el escenario donde se desarrollaba la historia de este grupo de muchachos irreverentes, con voces propias y necesidad de ser escuchados. La serie coincidió en tiempo con la transmisión de series norteamericanas como Amigos y Amantes o Hermanos rebeldes, por lo que inconscientemente (o no) las formas de asumir las tramas por parte de Mariela López, su directora, tenían mucho punto de coincidencia con sus homólogas extranjeras. La vigencia de Mucho Ruido es notable, algo que podemos constatar en su actual retrasmisión; somos muchos los que la hemos vuelto a disfrutar con el mismo agrado y entrega.

Nuevamente el incentivo a la práctica de deportes y al ejercicio sano vino vestido de teleserie gracias a Adrenalina 360, que hurgaba en la vida de ocho jóvenes apasionados por los deportes extremos y sus luchas por posicionarse dentro de un mundo competitivo y desleal. Las incomprensiones institucionales, los problemas familiares, las luchas generacionales y el verdadero sentido de la amistad rodeaban argumentalmente la historia, que además contaba con una estructura cerrada de sus capítulos, lo cual para la época era toda una innovación dentro de la televisión cubana. En Adrenalina se hacía un uso muy inteligente de la estética de los videojuegos, el videoclip, los programas deportivos y la animación en segunda y tercera dimensión. Todos estos recursos expresivos permitieron la identificación de un sector juvenil más amplio, que vieron en la serie una plataforma para volcar todas sus necesidades de consumo.

Adrenalina 360 propició el interés en los deportes extremos de una gran parte de la juventud.

Una compleja y estudiada historia de redención y cuidado del medio ambiente fue contada en Zoológico, con guion original del casi infalible Amílcar Salatti y Yoel infante, bajo la dirección general de Richard Abella. La trama seguía a los trabajadores del Zoológico Nacional, sus conflictos particulares y la relación de las diferentes generaciones que en él confluían. De nuevo la marginalidad en la juventud funcionó como tema clave en la serie. No fuimos pocos los que nos identificamos con el joven protagonista y su lucha constante por escapar de sus circunstancias. Zoológico marcó otros estándares de calidad en las producciones nacionales y su trabajo desde el guion fue mucho más universal y contemporáneo que materiales de décadas pasadas.

La experimentación de fórmulas, códigos y estructuras en experiencias anteriores, le facilitó las cosas a Amílcar Salatti al crear los guiones de Calendario, serie que, durante los primeros meses de este mismo año, sentó a todo un país los domingos en la noche. Calendario llegó en un momento de poca generación de contenidos para adolescentes. Su capacidad comunicacional, su agilidad y exquisitez en los diálogos hizo muy fácil la identificación de los públicos. Salatti además tocó hábilmente tópicos universales pese al “aplatanamiento” del enfoque. A este logro del argumento se le sumaron los valores de la dirección a cargo de Magda González Grau y de las encomiables actuaciones de un nutrido elenco compuesto por experimentados y nobeles intérpretes. Con Calendario, las series juveniles en Cuba han redirigido sus pasos por derroteros más cercanos a las series limitadas de plataformas como Netflix o Amazon.

Una segunda temporada de Calendario y el pronto estreno de las series Valientes y Primer Grado, nos hablan de una paulatina recuperación del espacio en nuestro país. Hemos aprendido sobre la marcha a contar otras historias, otras motivaciones de los jóvenes de hoy, que son sin dudas distintos a los de ayer. Ojalá volvamos a sentar frente al televisor a grandes y chicos, como en otras décadas, para disfrutar de historias de crecimiento personal, amistad y amor.

LO ÚLTIMO DEL SITIO

Entre tu y yo

Jordanis Guzmán Rodríguez
Entre tu y yo

Félix A. Correa Álvarez
Eventos

José Carlos Zaragoza Suárez/facebook

Plataforma WEB de la Televisión Cubana Copyright © | tv.cubana@icrt.cu  |  23 y M, Vedado | Código Postal 10200 | La Habana CUBA          

SIGUENOS

CARTELERA DE CANALES NACIONALES