Cada noche recibo una lección de fútbol. Me viene muy bien porque así disfruto más de los partidos. Diego Armando Maradona y Victor Hugo me enseñan con todas las armas de la pedagogía, aunque ninguno que yo sepa, es profesor de carrera.
Este aprendizaje que comenzó para mi en la década de los noventa con mis amigos Raúl Menchaca y Rogelio del Río, en la emisora Radio Reloj, se lo debo, lógicamente, al programa del verano: De zurda de Telesur.
El uso de 3D para mostrar cómo se hizo cada gol del día es un arma pedagógica excelente, mucho más cuando Diego explica en detalle el por qué se logró a partir de la habilidad del goleador o la deficiencia en la defensa.
Las cápsulas de historia con goles famosos fundamentalmente de Diego, o la presencia de invitados que aportan anécdotas son otros ingredientes para conocer de este deporte, el más universal y desgraciadamente en el que influye más el dinero: no dudo para nada, como dice Diego, que el arbitraje favorezca o no, en función de la procedencia de un equipo: si es de un país poderoso tendrá ventaja a la hora de cantar las faltas a su favor.
En “esta excelente clase” televisiva (¡Cuánto se puede hacer en este medio!) interviene como la otra cara de la misma moneda Victor Hugo, quien, excelente conductor, realiza las preguntas precisas y acotaciones imprescindibles para que los analisis de “el pibe de oro” tengan el efecto necesario.
Para quienes ponen en duda la influencia de Maradona entre la fanaticada ¿cómo es posible que aún un estadio completo grite Diego sin cansarse o que haya tantos aficionados con pulóveres con su nombre y también poster de tamaño colosales?
Esta influencia de ese hombre-mito en el público le confiere mayor importancia a sus opiniones “de zurda”. Quienes lo critican por hablar de política no entienen que Diego Armando Maradona siempre ha sido un hombre con posiciones de izquierda. Tiene desde lustros atrás tatuajes del Che y creo de Fidel, sintió orgullo de su amistad con Hugo Chávez y sostiene una guerra con el mercantilismo de la FIFA por la forma en la que sus “gordos” funcionarios viven del fútbol.
Víctor Hugo, un genuino conocedor de este deporte, también argumenta cómo el horario de los juegos está pactado por su posibilidad de transmisión y la entrada de “Don Dinero” a las arcas de una organización que mueve miles de millones de dólares, no para los jugadores sino que engrosa los bolsillos de los funcionarios.
Agradezco igualmente a la televisión cubana la transmisión de todos los partidos, es un esfuerzo extraordinario y que merece reconocimiento. De los comentarios me quedo con los de Michel Contreras y Aynel Martínez en Cubadebate que “se meten” en los partidos con conocimiento, pasión y buen decir. Ese sitio actualiza minuto a minuto, y si quiere comprúebelo, mire la página cuando se mete un gol y un minuto después, a lo sumo cinco, ya está en el título. Nada, que es bueno en medio de este calor sofocante tener fútbol a la carta y muy bien condimentado.