Billy Lozano es un músico que pasa por una etapa difícil en su vida personal y profesional, cuando una nueva vecina, fan de la fracasada banda que integró, lo empuja a retomar el micrófono.
Se trata de la comedia que estrenamos recientemente en “De Nuestra América”: Amor y matemáticas, de 2022, y dirigida por la mexicana Claudia Sainte-Luce.
Partiendo de un guion agudo e ingenioso que escribiera Adriana Pelusi, la cineasta, a quien debemos otros títulos de no poco interés como Los insólitos peces gato, La caja vacía o El reino de Dios, erige una obra que desde los minutos iniciales equilibra humor y romance, dentro de una historia que puede resultar caótica y un poco anárquica pero que conserva el ritmo y la coherencia durante su desarrollo.
El filme combina de manera satisfactoria tanto la proyección de lo íntimo y personal (los límites capaces de trascender alguien por validar la autoestima y explotar sus potencialidades humanas y sociales) como lo más general, al emitir una sátira no demasiado corrosiva pero en definitiva funcional a la vida suburbana y el vacío y las limitaciones de la clase media alta en el México de hoy mismo, aunque el alcance trascienda esas coordenadas temporales y espaciales.
De cualquier modo, el relato , dentro de la ligereza de su tono y la ironía de su intención satírica, no deja de solidarizarse con la vulnerabilidad humana y sus desafíos, para lo cual diseña situaciones y personajes que van más allá de clases y especificidades desde una perspectiva esencialmente ontológica que borda desde una escritura tan divertida como inteligente, plasmada en una puesta donde la mayoría de los recursos se explotan con suficiente eficacia y donde sobresalen las actuaciones de Roberto Quijano, Diana Bovio, Daniela Salinas y el resto del elenco.