Esta entrevista surgió como propuesta para homenajear a uno de los mejores directores de televisión del país, a propósito de su programa Bravo. Conversé con él en el sitio al cual pertenece por tradición y denuedo diario, el Instituto Cubano de Radio y Televisión. Más allá de disfrutar la conversación, tuve el placer de asistir al amistoso encuentro con un hombre que ha dedicado su vida al firme propósito de educar al televidente.
Licenciado en Historia y con más de 45 años de labor ininterrumpida, Roberto Ferguson ama la música en sus géneros y formas, por eso, otorga espacio en el programa que dirige a manifestaciones sin la requerida divulgación en los medios. Bravo representa una alternativa para divulgar manifestaciones como el sinfonismo, la ópera y el ballet.
–¿Cómo surge la idea de un programa con estas características?
–Cuba se considera uno de los países más cultos del mundo y aquí el Estado ha emprendido la tarea de elevar el nivel cultural de la población desde la Campaña de alfabetización. Sin embargo, el nivel cultural en la parte artística es bastante reducido y determinado por un grupo minoritario. En la televisión casi no existían programas de este tipo, había que crearlos para dar respuesta a la necesidad del pequeño grupo que quería ver reflejados en la pantalla ballets y conciertos.
Bravo nace como continuador de otra emisión televisiva llamada Gala. Al principio se pretendía que su contenido fuera de carácter nacional, pero nunca tuvimos tantas grabaciones como para que todas las semanas nos dieran la posibilidad de filmar un espectáculo distinto y empezamos a alternar con programas internacionales.
–¿Cómo seleccionan la música?
–Contamos con un colectivo destacado de profesores e investigadores, entre ellos: Roberto Chorens, director del Conservatorio Amadeo Roldán, la Orquesta Sinfónica Nacional y organista de profesión; Ismael Alvelo, profesor del Instituto Superior de Arte y asesor de danza del programa. En este grupo también me incluyo como seleccionador, pues fundé Universidad para Todos, donde he impartido diferentes cursos como Apreciación de la música, Compositores cubanos y Cuba: canciones y emociones. También hice Danza Moderna y Danza Contemporánea, con Ramiro Guerra, uno de los grandes talentos de este país. En el Ballet Nacional he tenido la oportunidad de recibir clases de profesores como Alicia Alonso, Miguel Cabrera, Salvador Fernández, Pedro Simón, Loipa Araujo, entre otros.
–¿Cuánto ha percibido que influye Bravo en el gusto del público nacional?
–Cuando surgió el programa salía los domingos a las diez de la noche por Cubavisión, un canal con muy buena imagen y audio. Siempre hubo gente que reclamó por el horario, fundamentalmente personas mayores quienes a esa hora se les hacía difícil verlo. Pero el pequeño grupo que lo veía le gustaba mucho y aunque nunca logramos gran índice de teleaudiencia, sí alcanzamos alto índice de gusto.
Hace alrededor de cuatro años, a alguien se le ocurrió pasarlo al Canal Educativo y comenzó a mermar su teleaudiencia, pues este canal, desde el punto de vista tecnológico, se ve mal en muchos lugares y el sonido tiene muchas dificultades. El público con un oído muy fino y conocedor comenzó a quejarse, incluso, algunos intérpretes me han dicho que prefieren no los pongan por el Educativo porque no se oye bien.
Además, salía a las diez de la noche primero los domingos, después pasó a los lunes. Ese día, en dicho horario, por el Canal Habana ponen una telenovela y el cubano, por tradición, es telenovelero, entonces la audiencia ha disminuido considerablemente.
Bravo se ve más en el interior porque quienes viven en La Habana tienen la posibilidad de asistir a conciertos en el Amadeo Roldán, disfrutar una función del ballet en el teatro García Lorca.
He recorrido el país porque pertenezco al equipo de actos políticos y eventos especiales, soy el encargado de cubrir las galas por el 26 de Julio en las diferentes provincias y siempre he mantenido el contacto con esos públicos.
Desgraciadamente, el público al cual llaman «gente culta» no gusta de escribir cartas, mientras programas como Piso 6 y Entre Amigos reciben millones de cartas pidiendo la música y el contenido de su preferencia, con Bravo no sucede así.
Esto significa para mí una batalla campal por tratar de que cambien el programa de canal o, al menos, tenga un buen horario; pero existen criterios erróneos de muchos dirigentes del organismo respecto a que el ballet, la ópera y el sinfonismo no pueden tener un horario estelar porque resultan insoportables.
Nuestra televisión debe ser educativa y poner estos géneros al público, para que empiecen a verlos de una forma distinta a lo aburrido. Logré que durante un tiempo retrasmitieran Bravo los domingos a las doce del mediodía y no imaginas la multitud que lo esperaba a esa hora, pero al convertir Tele Rebelde en un canal deportivo cesaron mis trasmisiones.
–¿Cuál es la diferencia entre Bravo y Gala?
–Nuestro país posee una larga tradición en trasmisiones de esta índole. Recuerdo que los presentadores Eduardo Pagés y Freddy García en Gala no hacían comentarios ni entrevistas. En Bravo, debido a su carácter educativo, damos prioridad a algunas explicaciones de las obras y espectáculos. Tenemos a Chorens, quien siempre hace la introducción. Si el espectáculo tiene carácter nacional, podemos entrevistar al protagonista: pianista, director de orquesta, bailarina, y así lograr un mayor reconocimiento del público.
La entrevista es muy breve porque las personas en realidad desean apreciar el espectáculo y no que les comenten cuanto verán en la obra. Esa es la ventaja: Bravo tiene una función elementalmente educativa y en Gala solo presentaban el producto.
–¿Cómo mejorar la salud del musical en Cuba?
–En primer lugar la televisión necesita recursos y disponemos de muy pocos, también nos hemos estancado en cuanto a creatividad e imaginación, además de la variedad. En muchos programas siempre aparecen los mismos artistas y necesitamos buscar talento, rescatar espacios de aficionados como La corte suprema del arteoTodo el mundo canta, de donde salieron glorias como Rosita Fornés.
–Defíname el programa en una palabra.
–Muy difícil expresarlo en una palabra, pero ¡Bravo!, es eso…. ¡Bravo!