En el siglo XXI resulta evidente el cambio de percepción de los públicos, que exigen variaciones de lenguajes, en un mundo de imágenes, cada vez más fragmentado, donde las nuevas tecnologías instauran otro tipo de relación social.
La globalización de la comunicación no elimina el carácter localizado de la apropiación de los mensajes. Sin duda, estamos ante un espacio en el que educadores, trabajadores sociales, periodistas, todas las personas interesadas en vincularse con los medios, desempeñan un rol de importancia, en una amplia dimensión, la cual involucra a la audiencia, expuesta diariamente al medio televisual.
El doctor en Ciencias Psicológicas Manuel Calviño demuestra en el programa Vale la pena, que orientar no es dirigir. Ayudar y orientar profesionalmente exigen un saber hacer. Su mirada a la Psicología se centra “en la idea de la convergencia, de la unidad de acción en la dramática del ejercicio profesional y en la pragmática de la construcción teórica. Como escribió Engels en Dialéctica de la naturaleza: “los hechos siguen siendo hechos, no importa cuán falsas sean las representaciones que de ellos se hacen”.
Según precisa Calviño: “los hechos sobreviven a las teorías y, al mismo tiempo, las unen, son su espacio natural de convergencia. Siendo así, Freud convive en algún espacio con Watzlawick, Leontiev con Pichón Reviere, y todos ellos con lo que hacemos los psicólogos en nuestros ámbitos particulares de actuación profesional”.
Desde diferentes puntos de vista, la idea es proveer al sujeto de una nueva experiencia, porque como explica Peter Greenaway: “ahora hay nuevas tecnologías que permiten nuevos crecimientos”. Por eso invita a que “no sigamos copiando al cine”, y en los cambios busquemos “nuevas formas de satisfacer la demanda humana de experiencias audiovisuales”.
La oportunidad impostergable
Pensadores como Vattimo señalan que vivimos en una sociedad de la comunicación generalizada: la de los medios. Estos desempeñan un papel clave: contribuyen a poner fin a los grandes relatos y permiten que una audiencia masiva pueda conocer, encontrarse en su hogar con diversas concepciones del mundo.
De la intención y la perspectiva individual depende el resultado en cada audiovisual.
La documentalista Marina Ochoa asume: “dar esencias de los procesos y de los personajes que abordo. No me pongo camisas de fuerza preconcebidas, estoy dispuesta siempre a sorprenderme. Sobre todo investigo, muchos buenos temas tocados por los jóvenes podrían ser más efectivos y no quedarse en la superficie si tuvieran un poco de investigación detrás.
“En lo personal, trato de evitar el mimetismo con la mirada masculina, que genera el hecho de la necesidad de ser aceptada por un tribunal de hombres empoderados, lo cual trae como resultado en dicha pugna, ser mujer-mirada masculina, documentales asexuados, sin género”.
De acuerdo con Bordieu, “todos los campos de producción cultural están sometidos, en la actualidad, a la coerción estructural de los medios”.
Con respecto a la comunicación televisual como mediación cultural, el escritor español Juan Madrid puntualiza: “Puede crear hambre de cultura, decisión de formarse, de conocer más. Pero el sujeto debe distinguir entre el ver y el mirar, lo cual quiere decir conocer, comprender. La mirada implica conocimiento y acción. De lo contrario, no vale nada. La vista se limita a un campo de visión.
“No por casualidad hice primero los guiones de Brigada Central. Luego, al ver cómo los censuraron, los transformé en novelas. En España, la serie fue censurada por la policía, añadieron y quitaron situaciones y diálogos a su antojo.
“En la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, algunos alumnos elijen mis cuentos y novelas para llevarlos al cine, y no exijo nada. Solo soy dueño de lo que escribo, no de sus interpretaciones”.
Lideran, en el contexto actual, tecnologías digitales, redes sociales y dispositivos portátiles móviles; no obstante, la televisión y el audiovisual, forman parte de la vida de la gente, de ahí que resulte impostergable aprovechar el desafío para replantearse sus misiones, teniendo en cuenta a las audiencias diferentes, críticas, participativas y la dimensión de lo popular.