Acercamiento a la relevancia del concurso Adolfo Guzmán, imprescindible para la cultura cubana

El ser humano comienza a elaborar técnicas de producción de los sonidos desde tiempos inmemoriales; cuando tiene conciencia de que con la voz y las manos logra sonidos disímiles, concreta melodías y ritmos; toques y cantos, los cuales le permiten expresar ideas, vivencias, emociones.

 

Infinidad de medios y objetos lo motivan a crear diferentes músicas, por ser variados los empleos de voces e instrumentos. En la actualidad, poco se conocen, promocionan, difunden, -no con la sistematicidad requerida-, formatos de coros, dúos, tríos, cuartetos, que incorporan en sus repertorios diversidad de compositores, géneros y estéticas, vigentes en el panorama de la música cubana.

La práctica del canto coral contribuye al desarrollo de ciertas facetas de la musicalidad individual y colectiva. Entre ellas, la ejecución metro-rítmica correcta de los sonidos, el sentido de la entonación; la capacidad de escuchar mientras se canta y la comprensión de componentes que integran el tejido musical.

Mantener en las programaciones radiales y televisivas los mejores exponentes del canto coral contribuye a extender socialmente la asimilación cognoscitiva de la música.

En el Concurso de Música Cubana Adolfo Guzmán, la presencia del Coro del Instituto Cubano de Radio y Televisión, propició el destaque de valores sonoros y rítmicos del repertorio cubano, su diversidad estilística y actualidad estética.

El regreso del certamen a la pantalla televisiva, en febrero de 2017, motiva reflexiones del tenor Pedro Blanco, jubilado, quien desarrolló su vida profesional durante más de veinte años en dicha agrupación.

Según reconoce: “la experiencia de cantar en colectivo enriquece a todo intérprete. Para mí, el Coro del ICRT, fue una escuela imprescindible. En especial, interpretar la música del maestro Adolfo Guzmán (1920-1970), destacado compositor, pianista y director de orquesta. Su obra se distingue por la belleza de los textos y el manejo avanzado de procedimientos melódico y armónico. Imposible olvidar sus temas clásicos: No puedo ser feliz, Profecía, Seré feliz cuando tú me quieras, entre otros.

“Guzmán era muy riguroso, exigía disciplina, concentración y calidad artística en los espectáculos teatrales y televisivos. En el Coro asumimos estos reclamos, fueron reglas en la labor cotidiana”.

Es esencial difundir el patrimonio sonoro y rítmico de nuestro archipiélago preservado en archivos. Los nutren testimonios de músicos, realizadores; fotos fijas, audiovisuales, documentos, grabaciones, discografías, que deben conocer graduados del sistema de enseñanza artística y públicos en general.

Una mayor presencia merecen los formatos diversos en la Radio y la Televisión Cubanas. Apenas se recuerda el dúo Hermanas Martí que continuó la tradición trovadoresca con obras de notables figuras: Sindo Garay, Manuel Corona, Alberto Villalón; de compositores líricos: Gonzalo Roig, Rodrigo Prats, Ernesto Lecuona, Eliseo Grenet; autores consagrados de la canción cubana: Eduardo Saborit, Carlos Puebla, Tania Castellanos, Marta Valdés.

Buena parte de ese tesoro musical se grabó en el Estudio Benny Moré de Radio Progreso, emisora que privilegia el entendimiento cabal de cómo la música en Cuba fue definiendo su nacionalidad desde la asimilación y mezcla de raíces originarias, las cuales se transformaron al recibir aportes diversos hasta consolidar géneros fuertemente caracterizados.

Dicho caudal inspira a guionistas, realizadores y documentalistas, quienes desde distintos enfoques reflexionan sobre dinámicas transformadoras y el fomento de la música en su relación con los espacios sociales, pues el desarrollo cultural implica interacciones humanas.

Toda apropiación es selectiva; en espectáculos, conciertos, programas de radio y televisión, espacios públicos, se requiere la presencia de músicos consagrados y noveles; dúos, tríos, cuartetos, septetos, conjuntos, solistas, orquestas; todos exponentes de nuestra identidad cultural.

Lo han patentizado, en el Canal Educativo, los programas Cuerda viva; Música y Más; Entre claves y corcheas; Entre amigos (Cubavisión).

El gusto no nace, se forma en un proceso que demanda aprendizaje, conocimientos, escucha atenta. Silencios y ausencias premeditadas impiden que generaciones conozcan, profundicen, en la historia de la música cubana.

La niñez está expuesta a modas creadas para usos circunstanciales. Los cambios tecnológicos introducen en la sociedad nuevas formas de producción y distribución de bienes y servicios; disímiles relaciones entre los procesos simbólicos que constituyen lo cultural.

Estar de espaldas a esta situación instaura una realidad desarticulada de lo que se escucha y de lo que se promueve. Los de menos edad deben conocer canciones destinadas a ellos, las cuales transmiten legados de valores y normas de conducta.

Lo primero que llega al espectador es el sonido, este atrapa sin otros juicios o interpretaciones; después ocurre la apropiación del texto y de la obra que cada quien canta cuando lo decida. La clave no está en prohibir modas efímeras, ellas no sobrevivirán; sino en lograr la selección adecuada; la música llega a cada persona en autos de alquiler, ómnibus, espacios públicos, privados. En estos lugares se nos “impone” escuchar lo seleccionado por alguien; en ocasiones, sin interpretaciones de valor ni musicalidad; o sea, aptitud, predisposición de la persona para percibir la música.

Ver la televisión y escuchar la radio continúan siendo intereses de la familia cubana. Ambos medios de comunicación influyen decisivamente en la formación de un espectador interesado en lo valedero de nuestra cultura de amplia trascendencia internacional.

 

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