Así lo confiesa Jair Mon, actual director del estelar de la música campesina que durante más de 57 años ha llegado domingo tras domingo a los hogares cubanos

El joven realizador Jair Mon, quien se declara enamorado del programa, comenzó en Palmas y Cañas  hace ya casi una década como director de posproducción. En 2018, tras el la muerte de José Miguel Mena, uno de los directores históricos del espacio, la televisión cubana le propone a Mon que asuma la dirección.

Desde entonces no solo dirige, sino que también edita el musical campesino. “Es un programa de mucho sacrificio, pues salimos domingo tras domingo en vivo, incluso cuando se hace en provincias, que se graba, es muy sacrificado”.

En tiempos en los que los directores se dedican a la producción de obras de corte más comercial, Mon apostó por un espacio que defiende la música campesina. Afirma que esos géneros merecen ser difundidos con todo el respeto y merecen un lugar como parte del patrimonio sonoro cubano. “La música campesina merece ser visibilizada como lo que es, patrimonio de la nación, y este programa goza de una alta teleaudiencia domingo tras domingo, sin faltar en la pantalla de los cubanos”, explica el director.

“Si bien es verdad que asumí el programa por compromiso y respeto al trabajo de Mena, creo que deberíamos hacer todos los esfuerzos posibles por rescatar la música campesina porque es nuestra cultura, nuestra identidad. El punto cubano está declarado Patrimonio de la Humanidad. Aunque hago otro tipo de programas, a Palmas y Cañas no lo dejo”.

Según apunta, el programa se propone renovarse “sin querer cambiar lo que dejó Mena”, enfatiza.  “Por ejemplo, queremos dedicar emisiones especiales a celebrar fechas específicas como el 14 de febrero o el Día de las Madres (algo que ya se venía haciendo, pero ahora de manera más contemporánea”.

Otras de las loables intenciones de este unido equipo de trabajo encabezado por Jair es acercar a las sonoridades campesinas a músicos y cantantes que habitualmente defienden otros géneros. Así sucedió en la pasada edición del Concurso “Eduardo Saborit”, donde los asistentes al Teatro Astral y los televidentes pudieron disfrutar del popular salsero Yumurí interpretando antológicos temas de la llamada música guajira. “Pudiera ser esporádicamente, pero también estamos pensando en dejarlo como una sección”.

Como parte de los nuevos rumbos del programa ya se planifica su inserción en plataformas digitales, dado que la tecnología puede ser un aliado poderoso para cualquier tipo de proyecto televisivo, sin importar la temática que aborde o el público al que esté dirigido. Ya de hecho, y sin renunciar a su esencia, Palmas y Cañas tiene una visualidad más movida y contemporánea. “Aunque es un espacio dirigido al campesino cubano, no se puede estar ajeno a las nuevas tecnologías. Queremos mantener las mismas esencias, pero con nuevas maneras de hacer”. 

Pero más allá de la elaboración de un producto televisivo dirigido a los hombres y mujeres del campo, el guateque se erige hoy como plataforma de rescate y defensa, así como termómetro de la música campesina cubana. Para Mon los ritmos que defiende su programa gozan de buena salud aun cuando otras tendencias sean las que se imponen. “Por ejemplo, cuando fuimos a Holguín grabamos el programa en el Valle de Mayabe, un sitio alejado de la ciudad y aun así se llenó de público, eso te da la medida de que este tipo de música gusta, y mucho”.

Si una debilidad tiene hoy la música campesina es la ausencia de nuevas creaciones y/o creadores que oxigenen un repertorio, que si bien es hermoso y de incalculable valor no se ha renovado en décadas. Sobre este tema volveremos en un próximo trabajo para conocer el criterio de voces autorizadas.

“El que es asiduo a Palmas y Cañas se percata que cada cierto tiempo repetimos los mismos temas musicales, porque no hay creación de nuevas obras. sin embargo, sabemos que existe el talento, por eso también queremos hacer un concurso para potenciar la creación de nuevas piezas de música campesina”.

Lo tradicional y lo novedoso, los logros y los retos, el compromiso y el placer son ingredientes que enamoran al joven realizador Jair Mon, quien desde hace más de dos años dirige el estelar campesino de las tardes dominicales, Palmas y Cañas.

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