El espacio de series a las 10 de la noche por la señal HD de Cubavisión , se viste de gala por estos meses con una entretenida historia de amor dividida por las clases sociales , pero unida por los hilos, agujas y telares de una renombrada casa de confecciones madrileña: las Galerías Velvet. Ambientada a finales de los años 50 del pasado siglo, y haciendo un uso magistral del vestir y la música, la serie sigue la vida de los trabajadores y propietarios de esta fastuosa casa de moda que, poco a poco, irán fundiéndose, haciendo cada vez más estrechas sus diferencias de clases.

Con una suma total de cuatro temporadas, Velvet no es una historia romántica cualquiera. Aquí el amor se hace imposible, no por los prejuicios de terceros, sino por el de los propios protagonistas, que, movidos por sus responsabilidades, renuncian al sentimiento que los cubre. Alberto Márquez Navarro es el joven heredero de la empresa familiar que está a punto de quebrar, y a la que debe salvar casándose con una mujer a la que no ama. Mientras que Ana, resignada a no tener su amor, lucha por lograr el sueño de ser diseñadora de las mismas galerías donde ha trabajado toda su vida como costurera.

Alberto y Ana, dos jóvenes de clases sociales diferentes viviendo un amor “prohibido” de una manera inusual en televisión.

Entre personajes pintorescos, conflictos que se abren y concluyen en cada episodio y un regodeo en la espléndida visualidad, la serie se erige como todo un espectáculo audiovisual, que hace olvidar al televidente la larga duración de cada uno de sus capítulos.

Los creadores de la historia, Ramón Campos y Gema R. Neira, dotan a la serie de un tono relajado, ligero, entre las sitcoms y las soap operas cincuenteras, que permite que los conflictos se alejen de las lacrimosas estructuras de los folletines latinoamericanos. El uso de los años 50 como telón de fondo, es un mero pretexto para hablar de temas aún vigentes en la España contemporánea: la incorporación de la mujer al mundo laboral, el patriarcado retrógrado y desfasado, las costumbres provincianas absorbidas por el glamour de la gran ciudad, entre otros tópicos nada ajenos al mundo que tenemos.

Entre los rubros técnico-artísticos de Velvet, destaca, sin duda alguna, su diseño de vestuario; no podría ser de otra manera tratándose de una serie que aborda el buen vestir. Helena Sanchís hace un trabajo encomiable en este apartado, trayendo de vuelta ante las cámaras vestidos icónicos de los años 50 y 60, siempre con una mirada contemporánea que pueda servir para una moda más actual, en sus idas y venidas a los clásicos. La ropa en Velvet es un personaje más, tal vez el más importante, pues es quién realmente define la conexión con los públicos.

Otro apartado que se luce es la musicalización, usando temas conocidísimos de los años 50, pero dándole una segunda vida, nuevos colores desde la orquestación y la reinterpretación visual.

Ambientación, escenografía, fotografía y dirección de arte, van muy de la mano, entregándonos un Madrid esplendoroso, como si de una postal se tratara. El rigor histórico de la época es impresionante, no hay detalles que se escapen en cuanto a accesorios, automóviles, estilos arquitectónicos, etc.

El elenco actoral entre consagrados y noveles, destaca por su organicidad, simpatía y entrega a cada uno de los personajes. El apuesto y talentoso actor Miguel Navarro Silvestre, le da vida al protagonista masculino, Alberto, un personaje vacilante, contradictorio, que va creciendo emocionalmente en el transcurso de las 4 temporadas, lo cual le permite al actor mostrar su amplio registro interpretativo.

Paula Echevarría como Ana, parece flotar en las nubes con un personaje suave, elegante, discreto y tan bien interpretado por la actriz que nos convence de estar en presencia de una joven obrera de los 50. Su rostro telegénico, su saber moverse, su perfecta dicción, apoyan eficazmente la actuación.

La siempre correcta Aitana Sánchez-Gijón interpreta a Doña Blanca, una jefa de taller rígida e impositiva que irá transformándose en una mejor mujer debido al amor, las desilusiones y los destellos de un pasado que se volverá su presente de manera insospechada. La actriz hace alarde aquí, de su contención, su mirada penetrante y su coqueteo con las atmósferas. Es una intérprete que entiende la escena como un momento único e irrepetible, el cual debe ser ejecutado con la mayor limpieza y profesionalidad posible.

 

La siempre hermosa Aitana Sánchez-Gijón interpretando uno de los personajes más complejos de su carrera. A su lado el primerísimo actor José Sacristán dándole vida a Don Emilio.

Todo en esta serie es de gran gusto y elegancia, hecho para los que amamos el buen vestir, las buenas maneras y épocas tan entrañables y gloriosas como los años 50 del pasado siglo. Aquí hay una historia arropada con glamour, lo cual no le resta ni rigor dramatúrgico ni incontables valores artísticos. Ojalá siempre la señal HD de nuestro canal insignia cuente con producciones tan bien logradas y atrayentes como Velvet, una muestra innegable de que revisitar al pasado desde la ficción, puede ser enriquecedor y útil para nuestro presente.

 

 

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