Por ello, no pude menos que simpatizar con Raidel Reinoso González (Benny Ray), el más joven integrante del Grupo Creativo de Documentales del Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT), cuando en medio de nuestra primera conversación me dijo: “Me siento muy identificado con mi país, me interesa lo que puedo como realizador, aportar para ser útil y lo que me satisface y motiva para asumir cada proyecto, además del crecimiento profesional que este implique, es su impacto social”.

A sus veintiocho años, este Benny Ray, inspirado en Benny Moré y Ray Charles, dos ejemplos de talento y sacrificio para él, tiene el crédito de director en varios cortos y largos documentales y de ficción. Entre ellos se incluyen Compás de Espera(2006), Descarga (2008), La Dimensión de las palabras (2008), La Manifestación (2010), El Regreso (2011) y más recientemente, las tres primeras secuencias de la serie documental Los trabajadores.Obras, que lo han hecho merecedor de premios y reconocimientos dentro y fuera de la Isla, y perfilan la preocupación del artista por temas como la identidad y la voluntad humana para superar  los límites y alcanzar lo imposible.

 

“Mis proyectos audiovisuales, hasta la fecha, han supuesto un gran reto. Cuando me propuse realizar El Regreso, largometraje documental sobre la cultura cubana en Estambul, Turquía, ni siquiera me había graduado de la Facultad de Medios Audiovisuales del Instituto Superior de Arte, y el hecho de viajar a filmar en Turquía parecía impensable. Pero fui con mi equipo, regresé y estamos en la posproducción de ese material.

La Dimensión de las palabras también fue una prueba para ratificar que los límites no existen y siempre que haya voluntad todo es posible, más en el arte. Lo digo porque aunque este fue un largometraje documental que hicimos un grupo de realizadores independientes con la producción del ICAIC, en el proceso de realización enfrentamos circunstancias precarias desde el punto de vista tecnológico, de organización y por las condiciones geográficas de las locaciones y las inclemencias del tiempo.

“Con este trabajo aprendí mucho sobre los procesos de producción. Todo fue muy rápido, me avisaron una semana antes, partí a la siguiente, investigué lo que pude por Internet, llegué a Guatemala, crucé para Honduras con el equipo, nos montamos en una camioneta y estuvimos alrededor de una semana buscando las posibles historias que nos pudieran interesar. Después empezamos a filmar improvisando y adaptando a condiciones inimaginables los pocos equipos que teníamos. Se editó de regreso a La Habana. O sea, fue prácticamente una película de viaje con una producción mínima, pero de buena factura.

“Hacer realidad ambos me dio confianza y fe para defender los demás proyectos. Me permitió ir madurando una personalidad profesional y un estilo de trabajo que dio a luz Los trabajadores, serie documental que desarrollo actualmente y cuyas tres primeras secuencias estrenaré a inicios del próximo año. Un desafío personal, casi más que un proyecto artístico, que no está financiado por ninguna de las instituciones vinculadas al audiovisual, sino que sigue vías independientes o alternativas para su gestión y producción.

“Mi acercamiento al tema partió de una vivencia después de graduado del Instituto Superior de Arte, al trabajar en la publicidad institucional para una empresa. Eso me hizo pensar en cómo hacer un producto promocional que se distinguiera por el sello de mis intereses e inquietudes artísticas. Luego fui testigo de una situación que vivió mi madre y, de manera general, sufrió recientemente el país, con el tema de los trabajadores y las plazas disponibles.  A partir de ahí, asumí el reto de dar voz a los trabajadores cubanos a través de documentales que expusieran con sinceridad la vida de esos seres invaluables que están en la base de la gran pirámide de los grupos empresariales, pero muchas veces no son debidamente reconocidos.

“¿Cómo lo hacía?, esa era la cuestión. Durante la carrera, uno de los profesores nos hizo la anécdota de un productor irlandés que llegó a Estados Unidos, alquiló un modesto departamento y con la guía de teléfono empezó a llamar a los miembros del equipo que quería formar para hacer una película. A todos los fue persuadiendo para trabajar juntos y, como resultado de tal gestión y el poder de convencimiento, nació una de las películas más aclamadas en Hollywood.

“Este ejemplo me inspiró indudablemente, pues así mismo llegué a La Habana, y con una guía fui contactando por teléfono a distintas personas que pudieran ayudarme a financiar y realizar la serie. En principio su título era Tiempos Modernos, en alusión a la película de Chaplin, aunque la mía no tocaría el tema del individuo enajenado ante el conglomerado industrial. Más bien, pretendía humanizar la relación de esa institución con el individuo. Hablar, no ya de la enajenación, sino del sentido de pertenencia que logran desarrollar los trabajadores con sus empresas, tras años de entrega, a pesar de recibir un salario que no está acorde, ni cubre sus necesidades. Con ella, buscaba reflejar y reconocer a los trabajadores y las empresas cubanas desde la sinceridad, tratando de rehabilitar, de alguna manera, la relación entre movimiento sindical cubano y las instituciones.

“Era un tema grande y ambicioso, más por el tratamiento que por el contenido, porque queríamos abordarlo desde el género documental, articulando una propuesta audiovisual que funcionara a la vez como promocional y obra artística. Las razones para plantearnos esta suerte de híbrido estribaban, por un lado, en que debíamos convencer a los directivos, preocupados por cuestiones económicas, de la utilidad y los beneficios que les reportaría a nivel institucional financiar nuestra serie; y por otro, en que como realizador sentía la gran necesidad de rescatar la historia más reciente de mi país, mostrando una parte de ella a través de documentales que tejieran, desde la observación, historias de vidas en un relato que no fuera triunfalista ni cometiera el pecado de estar distanciado de la realidad, o lo que es peor, de sus protagonistas.

“Esa es mi premisa, y espero que Los trabajadores muestren desde una visión profundamente artística la realidad de aquellos que construyen a diario el destino de nuestra nación. Creo que en eso radica mi modesto aporte como creador y artista: en enriquecer la visión que tiene nuestra generación sobre la Cuba de hoy, como parte del patrimonio cultural y social del país”.

 

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