Creada el 15 de enero de 1993, es una institución sin fines de lucro, con personalidad jurídica propia perteneciente al Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT), financiada por el Gobierno Cubano. Desde entonces recoge la voz y la imagen de los campesinos de las zonas montañosas más orientales de Cuba, hermosa experiencia que posibilita el rescate cultural de estas comunidades y la integración de estas a la vida social del país.
Para contar su historia es necesario evocar los primeros días de ese año en los que guiados por Daniel Diez Castrillo, un grupo de jóvenes ascendía al poblado de San Pablo de Yao en el municipio granmense de Buey Arriba. Seleccionados para pasar un Curso de Habilitación en Video venían para fundar lo que sería la primera Televisión Comunitaria de la Isla, como entidad, y aún más, la única de su tipo en toda América Latina. Parecían guiados por la aventura, pero era una aventura diferente, cimentada con profundos valores y armada de realidad. Ante ellos tenían un camino poco transitado pero sabían que el inicio estaba ligado a la necesidad de ganarse la confianza del hombre serrano y no actuar como colonizadores que robarían sus imágenes y luego desaparecerían.
Para ello dieron un primer paso, fundamental e indispensable: vivir en las montañas, estar junto a sus gentes en sus alegrías y sus penas, sus horas buenas o malas, su vida, compartir con ellos lo mucho o lo poco, pero siempre con la idea de dar más de lo que se pudiera recibir. Después, el trabajo que reflejara esta realidad les daría la credibilidad necesaria. Las premisas de nuestro trabajo siempre han sido: el compromiso con los pobladores --actores sociales--, con sus necesidades y la visión que éstos tienen del mundo. Su filosofía, sus vivencias, costumbres e identidad, transparentados en la realización de documentales y alimentados por el trabajo comunitario, va unido a la solidez estética de los materiales que se producen y la participación popular alrededor del proyecto,no sólo como espectadores sino también como participantes de la imagen a crear.
La cuestión no era solamente cultivar valores, rescatar identidades, ayudar a solucionar sus problemas y hacerlo de cualquier forma, sino hacerlo de la manera mejor, sin dejar a un lado el arte. La labor creativa de nuestro centro funciona como un proceso de reafirmación cultural que incide de manera favorable en la calidad de vida de los seres humanos a los cuales va dirigido. Y no podemos terminar esta breve reseña sobre la Televisión Serrana sin mencionar ciertos nombres de los que aunque hoy no están, con su entrega hicieron posible este sueño. Daniel Diez, Waldo Ramírez, Rigoberto Jiménez, Marcos Bedoya, Carlos Y. Rodríguez, aquellos quijotes que nos regalaron obras como Un cariño poderoso, Freddy o el sueño de Noel, Las cuatro hermanas, Tocar la alegría y Al compás del pilón, serán siempre nuestra escuela, nuestra inspiración y orgullo para no dejar de ser, para que podamos seguir escribiendo en la estela de este siglo la historia de la Televisión Serrana.