Es un mar profundo su mirada: tempestiva, alegre, fugaz. Los años no esconden la rudeza vivaz y juvenil de su desenfado a la hora de contar historias, reír recuerdos, sufrir experiencias. Se pierde en un mundo que ya no está, pero forma parte de ella. No se resiste ni renuncia a los tiempos de glamour y gloria. Quiere andar en brega, “hasta donde me lo permitan las facultades”.
Rosita Fornés, la vedette de mayor fama en la historia musical cubana, sonríe  cuando narra sus comienzos en la radio en la década del treinta del siglo pasado y luego, los pinitos en la televisión. Chispas se hacen y rehacen en su rostro. A nueve décadas de intensa vida fija los ojos profundos en una pantalla imaginaria. Estallan carcajadas. Comienza la historia.
-En enero del 2012 recibió el Premio Divas de la Radio que confiere el proyecto audiovisual Almas, bajo el auspicio del Instituto Cubano de Radio y Televisión. ¿Qué significó para usted recibir ese homenaje?
-Fue una sorpresa muy agradable. Está interesante ese nombre dado a las que hemos hecho radio durante nuestra carrera: divas. Fue un honor y una alegría grandes. Es un premio surgido en los últimos tiempos y veía que se lo podían otorgar a artistas más jóvenes; yo estoy un poco fuera de todo.
Hago algunas presentaciones con mucho gusto, pero creo que el premio podía merecerlo otra persona. No obstante, pienso que me tuvieron en cuenta por mis años dedicados al arte, o porque fue precisamente en ese medio donde comencé. Me emocionó mucho el reconocimiento.
-¿Cómo llegó usted a la radio?
-Comencé a los 15 años como aficionada, en un programa muy popular de participación y búsqueda de talentos llamado La corte suprema del arte, que se transmitía por la emisora CMQ.  Desde que tuve uso de razón quise ser artista y pedí permiso a mis padres para participar. No querían, decían que los artistas llevaban una vida bohemia, abierta, liberal. Pero, no sé que carrera hubiera podido estudiar porque mi familia no era rica y la universidad, cara. Al final los convencí, asistí a la emisora y se sorprendieron cuando me dieron el primer premio por cantar una milonga. Yo había vivido una parte de mi niñez en España y sabía un poco de la cultura flamenca. La milonga es un estilo que se cultiva mucho en Andalucía. Ese día me salió bastante bien.
Después de la presentación, mi padre dijo que como ya me había complacido, debía estudiar otra cosa, pues no veía bien que fuera artista. A esa hora empecé a llorar porque a todas las figuras ganadoras del programa nos hacían un pequeño contrato y nos ponían maestros de canto y actuación.
Luego éramos incluidos en la programación grande de la radio, hacíamos algún numerito. Pero al final mis padres cedieron. Cada vez que trabajaba me acompañaban. No iba sola a ningún ensayo o presentación.
-¿Cómo fueron sus primeros trabajos y qué era lo que más disfrutaba hacer?
-Lo disfrutaba todo. Los directores tenían una programación muy variada, estudié mucho, y no me dediqué solo a cantar el género con el cual gané.
Empecé a montar un repertorio de canciones de moda, aprendí canto y mi maestro dijo que tenía voz lírica. Me encantó ese estilo, decidí montar operetas y zarzuelas. Eso se ponía por radio. Entonces conocí a Antonio Palacios, un español que vino a vivir a Cuba y me ayudó mucho con ese género. Pero también hice obras habladas,  programas de variedades…En fin, comencé a trabajar intensamente.
-¿Qué importancia tenía la radio en aquel entonces como medio de comunicación?
-El pueblo no solo la usaba para entretenerse, sino para enterarse de las noticias. No todos podían ir al teatro o al cine, y la radio la podías escuchar desde que te levantabas. Fue una costumbre que se afianzó en el pueblo. Tampoco todos podían leer un periódico porque muchas personas no sabían leer. Por tanto, creo que la radio fue muy popular desde sus inicios. Cualquier cosa dicha por ese medio lo sabía el pueblo enseguida.
No era muy difícil acceder a un equipo y se escuchaba en toda Cuba.
Viajaba a las provincias y el pueblo me conocía, aun sin haber visto mi rostro. En ocasiones sacrificaba mis diversiones para trabajar. Me invitaban a fiestas y las rechazaba si tenía que levantarme temprano para ir a la emisora el día siguiente.
-Cuando aparece la televisión  e incursionar en ese medio, ¿le pareció que la radio languidecería, o pensó que sería un complemento más dentro del abanico artístico y cultural de la Cuba de entonces?
-Nunca sentí ese temor. Jamás pensé que la llegada de la televisión fuera a opacar a la radio ni a desplazarla. En realidad no lo hizo. Hay que ver los años que lleva funcionando la pantalla y la radio sigue presente; porque son dos medios con una función parecida, aunque se diferencian. Ese contraste ha permitido la convivencia. Ni siquiera afectó el trabajo de los artistas. La televisión se nutrió de figuras surgidas en la radio sin afectar las transmisiones habituales, porque la pantalla no funcionaba 24 horas.
-¿Cuáles son las diferencias entre el trabajo de la radio y la televisión?
-Cuando haces algo en televisión debes cuidar la imagen. A la radio puedes ir con moños y un pañuelo en la cabeza. Para la pantalla te tienes que arreglar. En la radio es muy importante la dicción, que entiendan lo que hablas. No todos los artistas entienden eso. Hay que hablar claro. Los buenos directores lo exigen. En la televisión, aparte de expresarte bien, debes cuidar el aspecto físico y los gestos.
Fui muy intuitiva en ese aspecto. los directores no tenían que trabajar mucho s conmigo sobre cómo proyectarme. Eso me nacía y muchas veces me lo celebraban. Adaptaba mi voz si tenía que animar, cantar, o interpretar un personaje.
No me fue difícil adaptarme luego a la televisión. Había momentos menos expresivos y no se daban cuenta de que había que hacer un gesto apropiado, porque hay quienes son más artistas que otros.
-¿La televisión afectó su trabajo en la radio?
-Me mantuve en la radio hasta que apareció la televisión. Trabajaba intensamente y tenía programas fijos. Sin embargo, a partir de 1950 me fueron utilizando menos.
-¿Qué aconsejaría a los actores de ambos medios?
-Que cuiden su voz y la tengan en buenas condiciones. En la televisión puedes disimular la voz si está un poco afectada, porque disimulas el defecto con la actuación; en la radio es imposible.
-¿Qué le parece haber llegado a nueve décadas de vida atrapada por el calor de su pueblo?
-Tres generaciones me contemplan; es un regalo de la vida llegar a esta edad. Incluso, a los niños les caigo bien. Tengo la suerte de que me reciban con ese gran amor, representa el premio más grande.
Nunca me he creído superior ni que tenga la verdad absoluta. Soy muy sencilla y reconozco muchos de mis defectos. Sé reconocer los fallos, pero tengo carisma y ángel, cuando me los ven me perdonan cualquier falta.

 

 

 

LO ÚLTIMO DEL SITIO
Articulos favoritos

María Regla Figueroa Evans / Fotos: Cortesía de la entrevistada
Temas

Frank Padrón / Fotos: Tomadas de Internet
Temas

Luis Casariego / Fotos: Casariego y tomadas de Internet
Entre tu y yo

Valia Valdés / Fotos: Cortesía de la entrevistada
Temas

Luis Casariego / Fotos: Internet

Plataforma WEB de la Televisión Cubana Copyright © | tv.cubana@icrt.cu  |  23 y M, Vedado | Código Postal 10200 | La Habana CUBA          

SIGUENOS

CARTELERA DE CANALES NACIONALES